Como todos los años, en esta fecha, el movimiento estudiantil ha puesto en el debate público el problema de la crisis del sistema educacional chileno. Esto, que se viene expresando con mucha fuerza a lo menos desde la década del 90', tiene en esta oportunidad nuevos elementos de análisis, los que queremos poner en perspectiva.
Este movimiento estudiantil, empalma con un ciclo de revitalización de las expresiones ciudadanas que disienten de las políticas gubernamentales. Esto se ha manifestado con un alto nivel de masividad, registrándose las mayores convocatorias de los últimos 20 años. No es un dato menor, que estas movilizaciones sociales representen un descontento con el sistema político en su conjunto y con los actores y esquemas hegemónicos que a modo de duopolio, han co-gobernado el Chile de la postdictadura. Esto significa que la Concertación, no forma parte activa de este resurgimiento de la protesta y la movilización social, sino que, muy por el contrario, recoge también una alta cuota de responsabilidad en la insatisfacción e indignación ciudadana.
En este contexto, el jueves 16 de junio, marcharon en diferentes ciudades del país, más de 130 mil personas, lo que constituye un hito de singular impacto.
En segundo lugar, este año se han desarrollado paralelamente movilizaciones en el ámbito universitario y escolar (secundario). A diferencia del 2006, cuando los secundarios coparon la agenda pública, estando los universitarios más bien como espectadores, esta vez las demandas se activaron simultáneamente. Así, son decenas las universidades y liceos que han paralizado sus actividades o se encuentran con sus dependencias en toma.
Lamentablemente, una vez más, el Colegio de Profesores no ha estado a la altura de los acontecimientos. Si bien su presidente, ha tratado de 'colgarse' del movimiento universitario, su voz carece de un potencial estratégico y su discurso parece detenido en el tiempo, sin dar cuenta cabal, de las condiciones de contexto en la cual se desenvuelve el actual conflicto.
Otro antecedente relevante, ha sido el rol que han jugado los Rectores de las universidades del CRUCH, que se han sentido convocados por las demandas estudiantiles, reivindicando no solo su legitimidad, sino también el hecho de sintonizar plenamente con las mismas. Así, hemos visto marchar a varios Rectores (UMCE, USACH, UTEM, U. Valparaíso, UACH) y Vicerrectores (U. de Chile), en las convocatorias realizadas por la CONFECH.
Otrora, era usual que los Rectores desacreditaran las movilizaciones estudiantiles, impugnando los mecanismos de representación estudiantil o dilatando las discusiones, para evitar que las reivindicaciones estudiantiles se volvieran contra sus propias instituciones e investiduras. Ahora, las ven como un aliado, tanto para posicionar el tema educación superior en una agenda gubernamental que no la consideraba de manera importante, así como para obtener aumento en los fondos basales, que permitan alimentar los presupuestos institucionales. Enhorabuena, la crisis de la educación superior, dejó de ser un discurso exclusivamente estudiantil, y se han hecho parte activa de su constatación y resolución las autoridades universitarias.
No obstante el panorama anteriormente descrito, no garantiza que el desenlace de este conflicto satisfaga las expectativas de los estudiantes, académicos y el conjunto de actores que se han movilizado, en pro de una reestructuración profunda al sistema educativo. Como señalara el Rector de la U. de Chile, diagnósticos e informes sobre esta crisis sobran. Lo que falta, es voluntad política para desarrollar los cambios. Los intereses que se entrecruzan son demasiado poderosos.
De ahí, la necesidad de anticipar escenarios y articular propuestas que den cuenta del carácter estructural de la crisis educacional y no se establezcan medidas parciales y fragmentadas, que han demostrado ser ineficaces y además generan desánimo, dispersión y desmovilización ciudadana. La educación pública requiere políticas urgentes en pro de su fortalecimiento. No hay desarrollo social posible, sin una educación pública sólida y de calidad.
Es evidente que solo en un par de meses de movilización, no se resuelven los problemas estructurales de financiamiento, regulación y desarrollo, pero es tarea ineludible de quienes ejercen cargos de responsabilidad directiva en instituciones y organismos de representación estudiantil y académica, garantizar que la agenda de discusión que se ha abierto, se sostenga en el tiempo y proyecte transformaciones estructurales.
No es hora de liderazgos personalistas, cálculos mezquinos ni de acuerdos a puertas cerradas. Los cambios que la educación requiere, se impulsan con una ciudadanía atenta y movilizada.
La "revolución educacional" o "el año de la educación superior", son consignas instaladas por el gobierno actual. Es momento de pasar por caja' y cobrarles la palabra.
Santiago, a 23 días de junio del 2011
Alexis Meza Sánchez, Profesor de la Universidad Metropolitana de , ex dirigente de la Ciencias de la Educación, ex dirigente de la FEC