Este último par de semanas llegó pisando fuerte, como si tratara de meternos miedo. Comenzó con el impulso sobre Siria, y ya quedó bastante claro cuál es la razón por la que Estados Unidos y sus socios de la OTAN siguen acicateando y alimentando la guerra civil, a la vez que hacen fracasar todas las iniciativas para una salida política.
En realidad, ya Estados Unidos y sus socios están dispuestos a casi cualquier cosa con tal de provocar el derrocamiento del presidente sirio Basher Assad. El terror que tienen nace sobre todo de las informaciones de inteligencia, que señalan que, pese a la brutal guerra civil, Basher Assad sigue teniendo un apoyo mayoritario de la nación siria, y, de hecho, si Assad llega a las elecciones presidenciales del próximo año, que deberán ser supervisadas por inspectores internacionales, posiblemente obtendría una clara victoria electoral que dejaría a los hipócritas muy, muy mal parados.
Es decir, una victoria de Estados Unidos y la OTAN exige producir el derrocamiento del presidente Assad antes del término constitucional de su mandato.
En los hechos, Estados Unidos, sólo secundariamente apoyado por la OTAN, está angustiadamente procurando que el sangriento derrocamiento del presidente Assad implique además retomar el dominio sobre Irak, cuyo gobierno aparece cada vez más independiente de Estados Unidos y amigo de Irán.
Y, agarrándose firme a Siria e Irak, Estados Unidos obtendría también el control inapelable sobre el Líbano.
Pero los hechos en el Oriente Medio han resultado llenos de sorpresas. Por lo pronto, a nadie le gusta que Estados Unidos haya impuesto a un sirio con nacionalidad estadounidense y dueño de un negocio en Texas, como presidente de la facción rebelde.
En una movida más bien de urgencia, la Liga Árabe acogió, aunque de mala gana, al jefe de la oposición de Siria, Moaz Ahmed al Jatib como legítimo representante de Siria. Con ello se produjo una situación de ilegalidad, pues aceptar como legítimo a un caudillo rebelde contraviene la carta fundamental de la Liga Arabe, y además se sentaría un precedente grave que amenazará a cualquiera de los gobiernos árabes. De hecho, los delegados de Argelia, Libia, Túnez y Egipto votaron en contra.
Dejándose llevar por su entusiasmo, el sirio-tejano rápidamente comenzó a hacer exigencias. Primero, reclamó que se le debía otorgar a su gobierno el asiento de Siria en la Asamblea de las Naciones Unidas. Y, segundo, reclamó que Estados Unidos despliegue baterías de misiles Patriot para neutralizar y destruir aviones u helicópteros de las fuerzas armadas leales.
Por supuesto, las Naciones Unidas rechazaron esa petición claramente ilegal, mientras que Estados Unidos sólo comentó que "Esa gente debiera contentarse con todo lo que está recibiendo para continuar su lucha.".
Mientras tanto, en Afganistán y Egipto, los gobiernos también están consolidando buenas relaciones diplomáticas y comerciales con Irán. De hecho, el viernes pasado de informó que se iniciaron vuelos comerciales directos entre Egipto e Irán, servidos por la aerolíneas comerciales de ambas naciones.
El otro frente caótico el Oriente Medio se da por la relación y casi alianza de Turquía con Irak, con Palestina y con el emirato de Qatar. El primer ministro turco, Tayyip Erdogan, ya entró en conflicto directo con Estados unidos durante la reciente visita del secretario de Estado John Kerry. En conferencia de prensa el jefe del gobierno turco afirmó que su país tiene la voluntad de enfrentar y combatir a las ideologías tiránicas, y señaló como ejemplo, fíjese bien, al nacismo, al fascismo y al sionismo.
Paralelamente, el jefe de gobierno turco desafió crudamente a Estados Unidos e Israel, designando un embajador de Turquía en Palestina. Es decir, planteando fuera de cualquier duda que para Turquía Palestina es un Estado Soberano.
Por supuesto, las tensiones amenazantes en el Oriente Medio pasaron a segundo plano frente a la declaración de guerra de Corea del Norte a Corea del Sur, y el anuncio de que, si se produce un ataque contra Corea del Norte, ese país responderá lanzando sus misiles contras las ciudades surcoreanas, y también sobre las bases militares de Estados Unidos situadas en Japón y la islas polinésicas, e incluso atacará blancos en territorio de Estados Unidos, concretamente Alaska y California.
Respaldando sus amenazas, están las baterías de misiles con capacidad de llevar ojivas de bombas atómicas. Son los misiles Nodong, con alcance de 1.000 Kmts. Los Taepodong-1 con 2.200 Kmts de alcance- Los Musudan, alcance 4.000 Kmts, y los Taepodong-2 con alcance de 6.000 kmts., es decir, estos llegan hasta Estados Unidos continental.
Por cierto, todos los otros misiles de menor alcance, llegan perfectamente hasta Japón y las bases estadounidenses de Okinawa, y también a la totalidad de las grandes ciudades de Corea del Sur.
Según se ha estudiado en el cuartel general de Estados Unidos, se necesitaría una fuerza superior a cien mil hombres, respaldados por batallones de tanques y helicópteros de combate, para hacer cualquier intento de ataque relámpago para capturar los sitios de lanzamiento norcoreanos y neutralizarlos antes de que disparen.
Es decir, sin importar las limitaciones tecnológicas que puedan tener los misiles norcoreanos, en caso de estallar una conflagración se producirá una destrucción abrumadora, especialmente sobre Corea del Sur y Japón.
La prensa occidental ha acusado al gobierno de Corea del Norte como responsable de un estallido inminente. Sin embargo, es indudable que fue Estados Unidos el primero en mostrar actitudes amenazantes durante las últimas maniobras conjuntas con Corea del Sur.
En esas maniobras, Estados Unidos desplegó sus más poderosos aviones de bombardeo estratégico, así como submarinos nucleares efectuando ejercicios de combate a cortísima distancia de las posiciones defensivas norcoreanas.
Obviamente se trataba de una provocación, posiblemente orientada a que Corea del Norte mostrara en términos reales si tiene o no disposición como para llegar hasta la guerra.
Mientras aquellos centros de tensión protagonizaban la inquietud mundial, otros dos hecho importantísimos estaban sucediendo. Por un lado, en la isla de Chipre, que es miembro de la Unión Europea, se desató finalmente la crisis bancaria que se venía anunciando. La república de Chipre aparecía con sus dos principales bancos en situación de insolvencia, lo que provocaría un derrumbe de todo el sistema bancario del país.
El gobierno chipriota acudió solicitando auxilio de la Unión Europea, pero, principalmente por las posiciones de Alemania y Gran Bretaña, se condicionó la ayuda al compromiso de Chipre de utilizar sus propios recursos para financiars los bancos en quiebra.
Para hacerlo, el gobierno de Chipre debería simplemente echar mano del dinero de la gente que estaba depositado en los bancos. Para alcanzar a cubrir la bancarrota bancaria, se obligaría a los ahorrantes y depositantes a entregar una cantidad superior al 15% de lo que tuvieran. Eventualmente esa suma se podría elevar a más del 30%.
Ese dinero no tendría carácter de préstamo, sino se consideraría como una compra de acciones o de bonos de los mismos bancos en quiebra. O sea. Ja gente sería obligada a comprar acciones de una cuestión que está quebrada. Por supuesto, la medida fue entendida como un saqueo ilegal del dinero de la gente, y se produjeron disturbios muy violentos mientras el Parlamento sometía a votación el proyecto.
Finalmente, los congresistas rechazaron el proyecto de requisición en general, pero lo aprobaron para los depósitos superiores a 100 mil euros. En cuanto a los depósitos más pequeños, de menos de cien mil euros, quedaron restringidos para que nadie pueda retirar de su cuenta una suma mayor de cien euros diarios.
Se ha estimado que, en términos finales, el manotazo del gobierno sobre los depósitos y ahorros de la gente, puede llegar a más del 60%.
Mientras se desarrollaba el drama de los ahorrantes y cuentacorrentistas de Chipre, por supuesto se produjeron fuertes enfrentamientos incluso entre jefes de gobierno de la Unión Europea.
De hecho, el ministro de relaciones Exteriores de Luxemburgo, Jean Asselborn, acusó directamente a Angela Mrkel, primera ministro de Alemania, de tratar de imponerse autoritariamente sobre Europa, incluso a costa de traicionar a Chipre, un estado miembro, en su hora de necesidad.
Y por supuesto hay consciencia unánime de que este manotazo, que comparan con un asalto bancario, ha senado un precedente fatal para la banca. Se sabía que ya desde hace varios meses, ejecutivos de los bancos habían sugerido la posibilidad de echarle mano al dinero de los clientes para afianzar a los propios bancos.
Igualmente, muchos directivos de la banca europea han mencionado la tesis de imponer lo que llaman un "impuesto a la riqueza", que permitiría extraer un porcentaje de los depósitos de la gente que sean superiores a una cifra convencional.
De hecho, el economista jefe del gran banco alemán Commerzbank, Joerg Kraemer, señaló crudamente al diario Handelsblatt, que en Italia debería echarle mano al 15% de todas las cuentas bancarias, incluyendo cuentas de ahoro y depósitos de jubilación, y que eso permitiría disminuir el déficit italiano a un nivel por debajo del 100% del producto nacional bruto.
Bueno, como es natural, de inmediato se denunció que una política de expropiación de los dineros personales de la gente, por un lado, sólo podía generar una corrida bancaria, pues los ahorrantes y cuentacorrentistas ya no volverían a confiar plenamente en los bancos.
E incluso en Estados Unidos, la desconfianza ha aumentado y se prevé que las personas, previendo nuevos impuestos o exacciones forzosas, nuevamente está volcándose a la compra de oro y plata.
De hecho se prevé que el valor de la onza de oro sobrepasará los 1.800 dólares este fin de año y sobrepasará los mil novecientos dólares en el tercer cuarto de 2014. Se entiende así que, por ejemplo, el gobierno estadual de Texas haya resuelto sacar sus reservas de oro sellado que se encuentran en las bóvedas federales de Fort Knox.
La idea es que, enfrentando la inseguridad de los bancos y la incertidumbre de lo que pasará con el dólar, lo mejor que pueden hacer es tener el oro bien cerquita y donde mis ojos te vean. Es decir, ya no se confía ni en los bancos ni en el dólar.
Hay un verdadero coro estereofónico, de voces a todo lo ancho del espectro político de Estados Unidos, que advierten que es posible que en un plazo muy breve se produzca el derrumbe del dólar. Un derrumbe que, de partida, podía implicar una devaluación del 50%. O sea, cada billete de cien dólares en realidad valdrá sólo 50.
Según un informe entregado por la Asociación Nacional sobre Inflación, de Estados Unidos, denuncia que si el gobierno federal de Estados Unidos impusiera un impuesto del 100% de las ganancias financieras de la gente, ni siquiera así se recaudaría lo suficiente para equilibrar el déficit presupuestario de Estados Unidos y comenzar a pagar siquiera los intereses de sus deudas.
Por su parte el periódico The New York Post señaló que Estados Unidos se está acercando peligrosamente a perder su estatus de que el dólar sea la moneda mundial de reserva y comercio. Y agrega que si el dólar es dejado de lado como la moneda mundial, se producirá un desastre tan enorme para Estados Unidos, que las crisis anteriores parecerán cosita sin importancia.
La explicación está en que Estados Unidos, haciendo uso de su facultad de ser el único país del mundo que puede imprimir dólares, ha comenzado a imprimir cantidades inmensas de dinero sin respaldo, pero que los demás países tienen que comprar para pagar sus adquisiciones de importación de bienes y materias primas.
Pero cada vez más los otros países han comenzado a eludir la compra de dólares para su comercio. De hecho, países como Japón, Corea del Sur, Indonesia, Chile, Argentina, Brasil, Sudáfrica, Rusia y China, entre muchos otros, ya están prescindiendo del uso del dólar y en cambio hacen sus transacciones sobre el valor promedio de una canasta de monedas participantes, incluyendo el yuan chino, el yen japonés, el rand sudafricano, el rublo ruso, y el real brasilero.
Es decir, de hecho, está cada vez más claro que el dólar ya no es confiable.
La semana pasada se reunieron en Durban, Sudáfrica, las cuatro potencias emergentes que conforman el BRICS. Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. El objetivo de la reunión fue básicamente transformar al BRICS ya en una alianza económica y estratégica capaz de actuar como una alternativa funcional ante el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y sobre todo, salvaguardar las reservas financieras para que no sean afectadas por las crisis o las manipulaciones políticas
Entre otras iniciativas se acordó formar un Banco Brics, con un capital inicial de cien mil millones de dólares, destinado a otorgar préstamos sanos para financiar obras de infraestructura o de modernización de algunos campos.
De partida, sólo dentro del BRICS hay un intercambio comercial del orden de los setecientos cincuenta mil millones de dólares anuales.
Agregando a eso el intercambio con otros países involucrados, como Argentina, Chile, Venezuela e Indonesia, el BRICS aparece manejando más de un tercio de la producción y el comercio mundial.
Todavía no se ha hablado de una propuesta concreta para la creación de una nueva moneda internacional que ocupe el lugar y cumpla las funciones de divisa internacional que tenía el dólar, y finalmente desplace al dólar.
Lo que está claro es que si el dólar deja de ser la moneda única del intercambio mundial, perderá la milagrosa facultad de imprimir millones de millones de dólares sin respaldo.
Actualmente, por ejemplo, cada vez que Chile necesita hacer una compra de petróleo, tiene, primero, que comprar los dólares en la cantidad que haga falta, ya que el precio del petróleo está fijado en dólares y se paga en dólares.
Pero si Chile realizara su compra de petróleo a través de la red comercial del BRICS, ya no necesitaría comprar dólares. Y cuando la gente deja de comprar dólares, el valor de esa moneda se derrumba, pues ya son muy pocos los interesados en adquirirla.
Está claro que el avance hacia una nueva moneda que desplace al dólar, ya es imparable. Ya no se trata de calcular si va a ocurrir o no. Sólo hay que calcular cuándo ocurrirá.
Y mientras tanto otro fenómeno financiero inesperadamente saltó a los grandes titulares. Se trata de una nueva unidad monetaria digital, llamada el dotcoin. La moneda dot.
Se trata de un sistema que parece muy complejo pero que, como ocurre siempre en computación, se vuelve fácil y sencillo una vez que aprendemos a usarla. La idea fue planteada en 2009, por un economista japonés que además es experto en cibernética y sofisticadas técnicas digitales.
Básicamente se trata de producir una cantidad de ese dinero digital realizando algún trabajo que tenga valor económico. Al hacer ese trabajo y producir el resultado valioso, se genera una unidad de riqueza que es el dot coin. Los expertos llaman a eso "mining", o sea, sacar el dinero como quien saca metal de una mina. De hecho, el concepto mismo de ese dinero es mucho más precido al de una materia prima, que al del dinero convencional que es una unidad de deuda cuya emisión invariablemente tiene efecto inflacionario.
El programa de computación es gratuito y permite elaborar ese dinero, a la vez que crear una caja fuerte para conservar ese dinero y otras sumas que uno pueda comprar o que pueda recibir en pago.
Esa "billetera electrónica" se crea detrás de una frase secreta que sirve de salvoconducto para abrir el contenido encriptado. La frase secreta a su vez es convertirá en una secuencia de 64 caracteres, que es prácticamente imposible de hackear.
Igualmente, todo el movimiento del dinero dot coin es absolutamente coherente con el total de las cifras en juego en todo el mundo. O sea, no se puede falsificar, ni se pueden realizar manipulaciones ilegales.
Pero lo más impactante de este sistema, es que no depende de ningún gobierno ni de ningún banco central. Su existencia y operabilidad resulta inviolable por la mera eficiencia del sistema y las claves.
Y, lo que es más, uno puede comprar, vender, transferir grandes cantidades de dinero a un costo casi nulo. No más de dos centavos por una transferencia con valor de diez mil dólares desde cualquier lugar del mundo hasta cualquier otro lugar del mundo.
Y, fuera de eso, si uno mismo no lo dice, nadie sabe, nadie se percata de dónde se encuentra Ud., y de cuál es el volumen de sus actividades financieras. De hecho, el gobierno de Estados Unidos trató de someter el sistema dot coin a las mismas normas y reglamentos que rigen la actividad bancaria en Estados Unidos.
Pero se encontró con que era imposible hacerlo, pues ni siquiera se sabe si tal o cual operación encriptada de dot coins, se está produciendo dentro o fuera del territorio de Estados Unidos.
El dot coin apareció en 2009 y tenía un valor de 4 dólares. Al principio la gente lo tomó sólo como una rareza,y por falta de mercado, su valor cayó a menos de dos dólares. Pero luego, al entenderse el poder, la velocidad, la seguridad y el anonimato de esa forma de dinero, comenzó a recuperar valor. En enero pasado, ya un dot coin se podría comprar en 40 dólares. Ahora se está pagando casi el doble.
Y ahora, en la desesperada situación de los ahorristas y cuentacorrentistas de Chipre, ya se están instalando los primeros cajeros electrónico digitales. Con ellos, la gente puede extraer su dinero y transferirlo a su cuenta dot coin, fuera de alcance y fuera de la intrusión de los banqueros y sus políticos a sueldo.
Para muchos, este nuevo sistema trae consigo todo un nuevo concepto de economía, que podría integrarse a la economía planteada por el grupo Zeitgeist, según el cual el dinero no es más que un instrumento para vincular los dos factores básicos de una economía humana: A un lado, las necesidades, los anhelos, las ansias de las personas.
Y, al otro lado, los recursos existentes para satisfacer aquellas necesidades.
En un momento en que el mundo entero aparece convulso y peligroso, podemos preguntarnos si esas livianas moneditas digitales serán el dinero revolucionario para iniciar una nueva Era de nuestra dolorosa Historia Universal.
Le sugiero que busque en Google más información sobre este nuevo dinero, y la forma de ingresar a él:
DotCoin
EEUU: Hacia Un Estado Policial