CUENTO| Amimate

De pibe, tomaba mate con mi abuelo. Mi casa era un puesto en el casco de la estancia del señor. Después, de grande, me dediqué a la construcción. Pasé de obra en obra, me hice patrón, ahorré y le compré al hijo del señor la parcela de tierra donde estaba nuestra casa. Me encargué de construir una más grande.

Néstor Ponce / Trazas Negras

Seguía tomando mate. Iba a supervisar las obras de mi empresa, examinaba el material, explicaba el adecuado uso del cemento y la importancia de las fundaciones.

Un día, con la bombilla en los labios, se me ocurrió una historia. Escribí y corregí, tomándome todo el tiempo. Cuando estuve satisfecho, pensé en el título. Barajé varias posibilidades, consulté con amigos. Me quedé con un juego de palabras: "Amimate". El texto era un largo memorial, cuidadosamente documentado. Llevaba un subtítulo: Informe para la designación del mate como patrimonio inmaterial de la UNESCO.

Fui a la casa del nieto del señor. Me recibió con displicencia. Su abuelo llevaba a las jóvenes campesinas a que le cebaran el mate y las violaba. Entre ellas a mi abuela.

El nieto ocupaba un cargo de senador por el partido conservador en el poder. Echó una mirada distraída al documento y me dijo que iba a ver lo que podía hacer.

Unos meses después, el diario local publicaba un elogioso artículo sobre el senador. Decía el periodista que el hombre, "un notable animador de nuestra vida pública", había presentado un informe para que el mate fuera designado patrimonio inmemorial de la humanidad ante la UNESCO. El proyecto había sido convalidado. Una foto mostraba la cabeza sonriente del senador, los ojos avispados, posando con el director general de la UNESCO, en París.

Me fui a la casa del senador.

Lo quería felicitar, dotor le dije, y terminar la historia.

Me miró aburrido, con sus ojos pícaros. No tuvo tiempo de reaccionar: con un gesto calculado le clavé el pico de la bombilla, bien afilada, hasta el fondo del ojo. Ahora la historia estaba cerrada. Después me volví a las casas, a tomar mate.

Néstor Ponce, nacido en La Plata, Argentina, es autor de novelas negras y de las otras, poeta, ensayista, profesor y periodista. Reside en Rennes, Francia, donde funge de académico, animador literario y cultural, director de revistas y conferencista viajero. Uno de sus libros más recientes es la novela negra Hay amores que matan (Espora-Rhinoceros, 2020).

Este cuento ha sido publicado en el cuarto número de la revista que puede ser adquirida a través de su sitio web trazasnegras.cl

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