DANZA| Intronauta: una introspección necesaria ante la muerte y el amor

Intronauta es un relato danzario que nos habla de un viaje introspectivo, íntimo, así como relacional, a veces doliente y, sobre todo, liberador, desde que tripulantes y espectadores reconocen distintas dimensiones constitutivas de esta experiencia. La obra es la última creación del coreógrafo Joel Inzunza, que ya acumula una dilatada trayectoria en la escena nacional, y está en la cartelera de Teatro Biobío con funciones los jueves, viernes y sábado a las 20:00 horas. Las entradas las puedes adquirir aquí. Aniceto Hevia Tras un prólogo con la declamación de un texto del propio coreógrafo, en Intronauta vemos a siete intérpretes que nos convocan a navegar por el océano interior de cada cual través de gestos, impulsos, caídas y sudor, exhibiendo símbolos significativos para quien se haya mirado hacia dentro: Linternas como miradas que justa o injustamente responden a las propias acciones u omisiones, haces lumínicos que inevitablemente inciden en cómo nos concebimos; Cascos, porque es perentorio protegerse ante golpes y encuentros a boca de jarro con verdades y apretados nudos con los que quizá seguiremos viviendo sin desatarlos. Respecto al origen de Intronauta, Joel Inzunza explicó a Resumen que tiene dos vertientes: una artística y otra profundamente personal. «En lo artístico, la obra puede entenderse como una precuela de mis creaciones Insomniac (2012) y En lugar de nada (2015), desarrolladas en un período creativo marcado por la tríada cuerpo–movimiento–iluminación. En aquellos años, viviendo en Santiago, sentí la necesidad de dinamizar la escena nacional a través de obras donde el cuerpo volviera a bailar. En un contexto en que el movimiento parecía quedar atrapado en representaciones conceptuales o en abstracciones estáticas, mi impulso fue levantar una “revolución desde el cuerpo”: devolverle su capacidad de agitar, emocionar y narrar, desde el movimiento hacia la danza. En lo personal, Intronauta surge como respuesta a experiencias vitales vinculadas a la muerte y al amor. La partida de mi padre, ocurrida hace tres años, sigue siendo un motor de movilización existencial. A ello se sumó la ruptura de un vínculo amoroso que me dejó con un corazón fragmentado. En ese gesto de recomponer lo roto, nació la necesidad de convertirlo en proceso creativo. La obra se volvió entonces una exploración de reunir los pedazos rotos, de mirarse con afectividad y compasión. Junto a la muerte y el amor aparecieron también el miedo y el tiempo —y con él, el espacio—, elementos que entiendo inseparables del cuerpo y que nutrieron el vocabulario coreográfico de la obra. De este modo, Intronauta se ha transformado en un espejo del mundo interior, un viaje compartido con el equipo, donde lo íntimo encontró resonancia y colectividad en cada uno de los intérpretes y los colaboradores, que se fueron sumando al proyecto». En cuanto al diseño lumínico y sonoro, el coreógrafo afirmó que «nace de una imagen íntima: la de un corazón roto cuyos límites fracturados dejan escapar la luz. A partir de esa metáfora, la obra construye un espacio de austeridad y poética cinematográfica. Mi formación en Francia, en el CNDC de Angers, me acercó al cine como parte de la danza, aunque sólo con los años comprendí la magnitud de esa influencia. Referentes como Tarkovsky, Bergman, Godard o Lars von Trier despertaron en mí una fascinación por la manipulación del tiempo, por sus imágenes llenas de símbolo y misterio, convirtiéndolo en densidad y espesura dramática. Ese sentido fílmico lo trasladé hacia el tratamiento de la luz en escena, y para quienes han visto más de alguna obra mía, sabrán que la luz, es un elemento dramático de gran importancia. La iluminación fue codiseñada junto a Daniel Espinosa, con quien esta es ya la segunda colaboración. Para la obra, hacemos dialogar la luz como un estado emocional: la temperatura lumínica como temperatura afectiva. Así, penumbras, claroscuros, luces cálidas pero suaves y recortes más crudos configuran un claroscuro que no solo es escénico, sino vital y biográfico. https://www.youtube.com/watch?v=BJ93qZ8qHyc&list=RDBJ93qZ8qHyc&start_radio=1 Junto a la luz, el sonido se convirtió en otro eje determinante. Esta es la cuarta obra que desarrollo con Claudio Clavija (radicado desde hace siete años en Francia), quien creó la banda sonora de Intronauta. Partimos de archivos sonoros liberados por la NASA y desde ahí fuimos generando un universo donde conviven respiraciones, pulsos electrónicos, latidos del corazón e instrumentos de viento y cuerda. Ese tejido sonoro sostiene la obra como un campo emocional y pronto podrá compartirse con el público en todas las plataformas, ya que lanzaremos el disco de la obra esta semana». Cuando se presencia Intronauta es recurrente pensar cómo transcurrió el diálogo entre el coreógrafo y el equipo de intérpretes para desembocar en las escenas que vemos representar. En este sentido, Joel Inzunza afirmó: «Me situó en un estado de vulnerabilidad. Allí, el grupo de intérpretes tuvo la capacidad emocional y la voluntad generosa de recibir y transformar esa fragilidad. Ese diálogo fue decisivo: nos permitió embarcarnos juntos en un viaje incierto, naufragar y descubrir, sin saber con exactitud qué surgiría del proceso. Mi responsabilidad ética y emocional fue ofrecer un espacio de trabajo profesional, cuidado y amoroso. Y en ese marco apareció lo más revelador: la gestión de la libertad. Aunque la obra se sostiene en una escritura coreográfica, dentro de esa escritura hay muchísima libertad. Verlos bailar con esa entrega, vulnerabilidad y humanidad ha sido de los hallazgos más bellos de este proceso. Intronauta no solo se configuró como obra, sino como un encuentro sensible donde la libertad, la confianza y la vulnerabilidad compartida se transformaron en materia coreográfica. Por ello, nos interesa que el público venga a verla: queremos contagiarles esta magia que ha sido reveladora, transmutadora y emancipadora. Conectarnos con asuntos humanos para detenernos y observarnos es algo primordial para comprender lo que hay detrás de las preguntas sobre identidad y la existencia». FICHA ARTÍSTICA Intérpretes, material de movimiento y proceso investigativo: Nathalie Backit Fernández, Bárbara Bañados Placencia, Luis Ulloa González, María José Yáñez Vidal, Patricio Contreras San Martín, Roger Leal Araya, Daniela Pérez Muñoz Asistencia Coreográfica: Bárbara Bañados Placencia Música Original: Claudio Clavija Voz en Off: Gabriel Cañas CoDiseñador lumínico: Daniel Espinosa Asesoramiento y Diseño Integral de vestuario: Lorna Riveros Colaboración de vestuario: Ignacia Peralta Realización de vestuario: Roxana González y Karin Fredes Patrocinio artístico indumentario: Incerteza Colaboración estética escenográfica: Tiare Obreque y Estudio Reir Registro fotográfico y audiovisual: Francisco Arias Valenzuela Patrocinio artístico audiovisual: Gato Bomba Audiovisual Prensa y comunicaciones: Alejandra Herrera Patrocinio Residencia Creativa: Centro Cultural Vidactiva Colaboración de producción: Centro Cultural Calaucalis Dirección coreográfica, producción general, textos y diseño lumínico: Joel Inzunza Leal
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