Ante la solicitud de la Corporación Iguales, representada por María Inés Salgado, recientemente el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) aprobó la declaratoria como Monumento Nacional, en la categoría de Monumento Histórico, del Ex Centro Clandestino de Detención y Tortura Nido 18, ya considerado como Sitio de Memoria. La vivienda está ubicada en la comuna de La Florida (Avenida Perú 9053) y actualmente tal Corporación lo tiene en comodato, destinado a implementar programas para niños, niñas y adolescentes (NNA) vulnerados en sus derechos.
Por Aniceto Hevia
Nido 18 fue el nombre que los integrantes del llamado Comando Conjunto le asignaron al inmueble perteneciente al Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) hasta 1974, cuando fue allanado y apropiado por este órgano compuesto por esbirros de la Dirección de Inteligencia de la Fuerza Aérea (DIFA), la Dirección de Inteligencia de Carabineros (DICAR), el Servicio de Inteligencia Naval (SIN), la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE), la Policía de Investigaciones de Chile y civiles provenientes de grupos de derecha, como Patria y Libertad.
Desde entonces, el lugar fue usado para los fines que luego le hicieron conocido. Según expuso el CMN, el Informe Rettig consignó que los relatos de los detenidos en Nido 18 "dieron cuenta de que permanecieron siempre vendados, privados de alimentos y agua, incomunicados, impedidos de conciliar el sueño y sometidos a constantes interrogatorios; refirieron, entre otros tormentos, golpizas con puños, pies y palos; aplicación de electricidad, colgamientos, pau de arara; obligación de permanecer en posiciones forzadas, amenazas; los obligaban a escuchar y presenciar cómo torturaban a otros detenidos; y simulacros de fusilamiento".
Algunos hechos sucedidos en el denominado Nido 18, fueron dados a conocer por las declaraciones del ex cabo de la FACH y agente CNI, Andrés Valenzuela Morales, alias "Papudo". A propósito de esta declaratoria, el periodista Manuel Acuña Asenjo ha publicado un artículo relevando la personalidad, Miguel Ángel Rodríguez Gallardo, uno de los prisioneros que pasó por este Centro de Detención y Torturas.
«La jornada de trabajo era, en el Chile de Pinochet, extensa. Ávidas de engullir cuotas cada vez más elevadas de plusvalor para sí, las empresas extendían el horario de trabajo de sus operarios excediendo notoriamente las horas establecidas por la ley. Aquel 21 de agosto de 1975, la jornada que debía cumplir Miguel Ángel Rodríguez Gallardo, tornero mecánico, empleado en la Industria "Arnat" --con domicilio en Los Nácares N°914, Población Santa Elena, Parcela 35, La Cisterna, Santiago, casado con Rosalba Mendoza Morales, y padre de dos pequeños hijos--, resultó extremadamente intensa y larga. Pero no era aquello lo que preocupaba al joven tornero en esos días, sino la circunstancia que la organización política a la que pertenecía (Partido Comunista PC) le había informado de la captura de otros compañeros a quienes Miguel Ángel conocía. Y temía a la inevitable delación que tales capturas acarreaban. Por eso, cuando vio, ese día, de regreso a casa, como a las 23 ó 24 horas, ciertos sujetos que seguían tras sus pasos, en actitud sospechosa, se puso nervioso y apuró el tranco intentando llegar pronto a su hogar. En la declaración que haría Rosalba, su mujer, más tarde, se indicaría que el joven tornero, "Se veía muy agitado, y ante las preguntas de su esposa, le confidenció que en el trayecto había sido seguido por unos desconocidos que con certeza pertenecían a los Servicios de Seguridad, dado que había tomado conocimiento que un mes antes había sido detenido un amigo y sospechaba que podía haberlo denunciado"», relata el periodista para narrar la antesala de su captura días después, el 28 de agosto de 1975.
Citando la confesión de Valenzuela Morales, consigna:
«"[...] fue un prisionero al que llegué a admirar por su valor, fue respetado incluso por los mismos jefes nuestros, por su inteligencia, por su hombría. Murió por sus convicciones. Pensó que lo que hacía estaba bien. Nunca dijo una palabra a pesar de haber sido torturado muy duro, durante casi 4 meses. Nunca lo pudimos quebrar, en ninguna circunstancia, ni mental ni físicamente. Estuvo en un armario vendado; para que no se le fuera la mente buscaba dibujos en las tablas, se imaginaba situaciones. Estuvo tanto tiempo vendado, que llegó a desarrollar los sentidos del oído y del olfato más que nosotros. El cayó detenido poco antes de que florecieran los árboles y en el "Nido 20" había árboles, y un día nos dijo: "yo sé donde estoy, en el paradero 20 de la Gran Avenida, la sirena que suena y que da la hora yo la conozco". Parece que en su juventud había sido bombero en esa compañía. También reconoció el silbato de una fábrica que había por allí. El escuchaba y sacaba cuentas»
Agregando que «"Antes de eso lo tuvimos en un hangar, en Cerrillos, en el lado civil del Aeropuerto. Allí un día nos dijo que estaba detenido en Cerrillos. Nosotros le expresamos "¿cómo lo sabes?, puede ser Pudahuel o la Base Aérea El Bosque". "No" -dijo- "escucho todos los días las indicaciones que da la torre de control, y nunca han dado la salida de un avión de combate ni tampoco de pasajeros; tiene que ser Cerrillos. Así nos fuimos haciendo amigos de él. Cuando lo llevamos a Colina estuvo perdido un tiempo. Sabía que era un lugar donde se hacía instrucción, que era un Regimiento, porque escuchaba los conscriptos en la mañana, que trotaban y cantaban"».
«"En octubre de 1975, la víctima fue trasladada a la Base Aérea de Colina. Por antecedentes recibidos por esta Comisión se pudo determinar que tiempo después del Año Nuevo 1975-1976, el afectado y otros detenidos fueron introducidos en vehículos que llevaban utensilios para cavar, armas y varios litros de combustible, partiendo con rumbo desconocido"».
«De acuerdo a la versión entregada por el ex agente Andrés Antonio Valenzuela Morales, alias 'El Papudo' […] los hechos que precedieron al asesinato de Miguel Ángel Rodríguez Gallardo, fueron los siguientes: "se me ordenó sacar a Toro Bravo del centro de detención, pero le pedí a otro guardia que lo hiciera, ya que yo tenía ganas de ver al Quila Leo [como era conocido Miguel Ángel Rodríguez]. Creo que él escuchó cuando echamos las palas y chuzos, porque yo le dije que saldría en libertad, ante lo cual él me replicó que se iba un poco hacia la libertad, pero que sabía que no se iba a su casa" [...] "Alrededor de tres horas después regresaron los vehículos, con las palas y chuzos sucios con tierra, sin el combustible y con los cargadores de las armas vacíos. A los pocos días se supo que todos los detenidos habían sido asesinados en los terrenos militares de Peldehue. Los cadáveres de las víctimas habrían sido quemados y después enterrados clandestinamente en ese lugar"».