Las expectativas de la población sobre su gobierno era uno de los aspectos más importantes que el gabinete de Gabriel Boric debía, al menos, manejar. La ausencia de control sobre la crisis provocada por la oposición de su coalición al quinto retiro de las AFP golpea con fuerza hoy al presidente.
Por Felipe Soto Cortés
El debate parlamentario sobre el Quinto Retiro de las AFP se dio en un tenso clima político -por arriba- pero también en un duro escenario generado por la inflación -por abajo-.
Si bien podría haber razones fundamentadas, aunque rebatibles, para negarse a un nuevo retiro -la principal, el agravamiento del proceso inflacionario-, la decisión ha tenido duros costos políticos al dejar públicamente al gobierno como una suerte de defensor del sistema de AFP.
Las razones detrás de los retiros no se relacionaban solo con salvar la situación actual, sino también con la profunda crisis multidimensional del sistema de AFP. No obstante, el Gobierno no comprendió el momento y no solo promovió el rechazo del retiro, sino que tampoco potenció su proyecto propio, ni menos propuso una salida oportuna a los cuestionamientos de los sectores populares cuyos bolsillos han soportado las alzas de los productos básicos.
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A destiempo y sin energía, Boric anunció hace unos días posibles subsidios para compras de productos de primera necesidad tras negociaciones con la CUT, pero su lentitud y poca claridad política lo ha dejado como el puchimbol entre sus electores y las políticas monetaristas de su ministro de Hacienda, Mario Marcel. Es decir, al revés de como debiera ser un diseño político coherente.
Con energía, pero sin claridad, la ministra Vallejo dio por cerrado el debate por los retiros. Y desde el gobierno han planteado al fin el momento donde comenzará su agenda. Pero no hay tiempo, aunque su gobierno aún no cumpla 2 meses en La Moneda.
Así fue como se presentó durante la jornada de ayer el raquítico plan "Chile apoya".
Hace semanas la ministra Orellana anunciaba un proyecto de trabajo femenino y cuidados que revolucionaría el país, pero del que no se conoce ningún lineamiento. Lo mismo sobre la gran reforma tributaria y también de la gran reforma previsional. Las expectativas de la población no son autogeneradas: han sido accionadas por los propios anuncios del gobierno de turno.
Por otra parte, al parecer carece de un plan de acciones a corto plazo que permitan a los sectores populares comprender que apostaron por un gobierno distinto.
La existencia "real" a través de acciones concretas que mejoren las condiciones de vida de la población pronto y una estrategia comunicacional que supere los anuncios grandilocuentes que apuestan solo a nichos posmo de 'uñoa, podrían significar un cambio en la tendencia a la impopularidad de Boric, que por cierto arrastra con él a la propia Convención.