[resumen.cl] La madrugada de este lunes se registró un incendio de maquinarias forestales en el sector de Pillanlelbún de la comuna de Vilcún, resultando un cargador frontal quemado y otro con daños menores. En el lugar se encontró un panfleto que decía: "Esta acción de sabotaje va en repudio al cobarde asesinato del weichafe Rafael Nahuel asesinado por el Estado argentino".
Ayer domingo en ciudades como Buenos Aires, Neuquén, General Roca, Viedma y Bariloche, se realizaron multitudinarias manifestaciones en rechazo a la acción de la Prefectura Naval Argentina y a las declaraciones de personeros gubernamentales que justifican el asesinato perpetrado por efectivos de esta rama policial. También se pronunció el premio Nóbel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, quien, junto con calificar el hecho como un asesinato, aseveró que "el Gobierno no dialoga, sino que reprime y lo muestra en todo, en manifestaciones obreras. En el caso de los pueblos originarios que reclaman los territorios, porque son expulsados por [los empresarios] Benetton, Lewis y Turner"
Este lunes, la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich declaró en conferencia de prensa que "estamos frente a grupos violentos que han escalado esta situación. Grupos que no respetan la ley y no reconocen a la Argentina, el Estado, la Constitución, los símbolos y se consideran como un poder fáctico, que pueden resolver con una ley distinta a la de todos los argentinos". Añadiendo que "ningún miembro de la fuerza federales va a hacer lo que no manda la ley o va a actuar en contra de la ley, este es el principio de legalidad que hace a un Estado de Derecho".
Estas afirmaciones representan el recurrente intento de criminalización de un sector social que emprende acciones con el propósito de mejorar sus condiciones de vida y, en particular, del pueblo mapuche que, así como al Oeste de la cordillera de Los Andes, al Este también desarrolla acciones de recuperación territorial.
Rafael Nahuel era un joven de 22 años, miembro de la comunidad Lafken Winkul Mapu que los primeros días noviembre hizo pública la ocupación de un terreno aledaño al lago Mascardi, a 35 kilómetros de Bariloche, afirmando que el Estado argentino se negaba a restituir tal territorio perteneciente a ellos por derecho ancestral y que, en ese contexto, sólo a través de su ocupación podían reivindicarlo. Según los medios que publicaron tal hecho, en el lugar habían unas 30 personas, quienes, el día 10 de este mes fueron notificados de su desalojo. Así fue como en la madrugada del jueves 23 éste fue realizado por efectivos de la Prefectura Naval Argentina.
Un comunero herido de bala en el desalojo hizo un relato de lo sucedido a la revista Cítrica:
«La represión empezó el jueves, cuando ingresaron al territorio, de madrugada. Empezaron a agarrar a las lamienes (mujeres) y a los niños. A nosotros nos persiguieron por todo el monte. Eran los del grupo especial Albatros, de Prefectura. Salieron a cazarnos. Nosotros nos defendimos con piedras y palos, nada más. Y ellos nos tiraban con municiones de plomo, sin medir consecuencias.
Pese a ese operativo seguimos resistiendo dentro del territorio. Estuvimos escapando durante toda la noche. Nos seguían con drones, con linternas. Los Albatros estaban con la cara pintada, camuflados, y arrastrándose por el suelo.
Ayer [sábado] pudimos descansar un poco, y comer algo. A las cuatro de la tarde, cuando estábamos reunidos, escuchamos un grito: «¡Quietos, al piso!», aparecieron de la nada y nos tiraron a matar. No dijeron quiénes eran.
Nosotros respondimos con piedras, pero enseguida nos dimos cuenta que estaban tirando con plomo. Ahí hirieron al primer peñi. Él gritó: «¡Me dieron, me dieron! Nos dimos cuenta que estaban tirando con munición 9 milímetros. Nos agachamos, y las balas rebotaban por todos lados. Otra lamién (mujer) fue herida en el hombro, la bala le pasó de lado a lado.
En un momento sentimos un grito, cayó el peñi Rafael al piso, y gritaba: «¡Ahhh, no puedo respirar, no puedo respirar!». Y cuando lo arrastramos para ver lo que tenía, se le había cerrado el pecho. El tiro le había entrado por ahí (se señala la zona de la cadera), y le había salido por acá (las costillas). Pero en verdad no le terminó de salir, quedó encajado en la espalda, tenía como hinchado, como sobresalido, y estuvo agonizando un tiempo.
Cuando llegamos a la base nos quisieron seguir reprimiendo. Nos apuntaban con sus fusiles, y la Policía Federal estaba con pistolas en la mano, como si fuéramos terroristas. Nosotros veníamos con las manos levantadas, pidiendo por favor que nos dejen sacar el cuerpo, porque el peñi (hermano) se nos murió a la mitad del camino, en nuestros brazos.
Bajamos al peñi y dejamos el cuerpo, porque nosotros no nos queríamos entregar. Ellos nos apuntaban con fusiles y pistolas. Nos dijeron «déjenlo ahí y vengan», como una forma de señuelo para cazarnos. Ahí lo dejamos, y lo tuvieron como hasta las 12 de la noche, tirado, como a un perro.
Lo que le pasó a Rafael Nahuel es una tristeza; se nos fue un peñi que tenía 22 años. Mataron a un jovencito. Fue el grupo Albatros el que empezó a los balazos. No hubo un enfrentamiento. Y ahora quieren tapar la realidad de lo que pasó…»
Foto principal: Marcha fúnebre de Rafael Nahuel en Bariloche, este domingo. Fuente: rionegro.com.ar