Las protestas en Caracas, encabezadas por dos figuras del antichavismo, se relajan tras la entrega de Leopoldo López, a quien el Gobierno de Maduro acusa de instigar los disturbios que provocaron tres muertes y decenas de heridos.
La detención durante la jornada del 18 de febrero del dirigente opositor Leopoldo López, máximo dirigente del partido Voluntad Popular, puso un punto y aparte a una semana de movilizaciones de sectores universitarios con las que una parte de la oposición venezolana ha pretendido desestabilizar al Gobierno y poner fin al Proceso bolivariano en marcha desde hace 15 años. El arresto de López se produjo tras una manifestación para mostrar el rechazo al Gobierno de Nicolás Maduro en la que también participaron las otras dos figuras del antichavismo electoral: el candidato en las últimas elecciones presidenciales por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), el paraguas bajo el que se reune la dispar oposición política al chavismo, Henrique Capriles, y la parlamentaria María Corina Machado, quien también fue detenida. La imagen de López entrando en el vehículo policial fue parte de una puesta en escena que resolvía la orden de busca y captura emitida contra él como instigador de los disturbios en diversas zonas de Venezuela del martes 12 de febrero, en el transcurso de los cuales tres personas, una de ellas policía, fueron asesinados y más de 60 resultaron heridas, algunas de pronostico muy grave.
Simultáneamente a la manifestación en la que los opositores –y rivales de Capriles– fueron arrestados, otra marcha, encabezada por trabajadores del sector petrolero, enmarcados en la Federación Unitaria de Trabajadoras y Trabajadores Petroleros de Venezuela, se dirigió al Palacio de Miraflores para mostrar su apoyo al presidente Nicolas Maduro. Durante la semana, éste ha recibido asimismo el apoyo de la a Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), de Mercosur y de Alba, así como de varios dirigentes latinoamericanos, entre ellos el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. Santos a su vez, está enfrentado con su antecesor, el expresidente Álvaro Uribe a cuenta de la desestabilización en el país vecino, ya que Uribe ha comenzado una campaña de recogida de firmas en Colombia contra «la dictadura Castro-Chavista que prolonga Nicolás Maduro».
El nuevo episodio de crispación es uno más en una semana en que la ya habitualmente tensa situación política alcanzó la ebullición. A las ya tradicionales acusaciones de falta de libertad, cuando no ya de dictadura por parte de la oposición, el chavismo ha contestado con la denuncia de un intento de golpe de Estado «a la chilena» y de injenrencia extranjera. No ha tranquilizado en nada el llamado de algunos dirigentes opositores a una confrontación con el fondo de posible guerra civil.
La semana de alto voltaje tuvo su origen en las protestas convocadas por dirigentes opositores, tanto políticos –como por ejemplo los dos detenidos– como universitarios para acabar con el gobierno por otras vías que no fueran las electorales. Protestas que han incluido disturbios (destrozo de oficinas bancarias y de estaciones de metro, con agresiones a sus trabajadores incluidas) desde el miércoles pasado, sobre todo en los emblemáticos barrios del este caraqueño, reflejo y símbolo del nivel de vida de las élites venezolanas.
Asumiendo su papel de punta de lanza social de la oposición, e intentando encauzar el difuso malestar por la situación económica, el movimiento estudiantil opositor protestaba «por el deterioro de la calidad de vida en el país». La filiación de algunos destacados dirigentes estudiantiles con grupos neonazis colombianos y la injerencia de Estados Unidos en las protestas han sido uno de los argumentos de los sectores afines al Gobierno. La campaña mediática en contra de Maduro, llevó ayer a distintos medios a difundir una información en la que el excandidato a la presidencia estadounidense, John McCain exigía una intervención inmediata sobre Venezuela, noticia que no se puedo contrastar.
Por su parte, el Gobierno de Miraflores ha contrarrestado las acusaciones de la oposición con la destitución del director Servicio Bolivariano de Inteligencia por la gestión de las protestas estudiantiles. Junto a este cese, y en medio del pulso que ha supuesto la detención de dos cabezas de la oposición, el ejecutivo de Nicolás Maduro sigue defendiendo una pacificación del país a través de un plan estratégico basado en diez líneas. Un Plan Nacional de Paz y Convivencia que fue presentado en un acto multitudinario en el centro de Caracas, el sábado pasado en la capital, que tiene la intención de «romper el aislamiento en que estamos unos y otros. Llegó la hora de unir todos los esfuerzos porque Venezuela se merece la paz social».
Fuente Original: http://www.diagonalperiodico.net/global/21848-la-detencion-dos-opositores-pone-punto-y-aparte-la-crispacion-venezuela.html