[resumen.cl] Desde hace 11 años el calendario marca el 30 de octubre como el Día Nacional del Ejecutado Político, concepto que conlleva un ejercicio de memoria histórica en el cual, también, se encuentran incluidas las víctimas de violencia estatal que nunca pudieron ser identificadas, como tampoco sus cuerpos recuperados.
En octubre de 2009 el gobierno de la época decretó el día calendario 30 de octubre como el Día Nacional del Ejecutado Político en homenaje a las ejecutadas y ejecutados políticos que fueron víctimas de la dictadura militar.
Las víctimas de la criminalidad uniformada superan las 2.095 personas reconocidas según las cifras oficiales. Los asesinatos fueron cometidos desde el mismo día del golpe militar y se prolongaron durante todos los años que perduró la dictadura.
Este día y su significado es válido para rendir homenaje a las tres personas que el 30 de octubre de 1973 fueron ejecutadas por efectivos militares en Tierra del Fuego, en la ciudad de Porvenir. Allí, en el Regimiento Caupolicán de Porvenir, fueron ejecutados Carlos Raúl Baigorri Hernández, de 31 años de edad, profesor de Escuela Básica de esa ciudad, y dirigente regional del Partido Comunista; Germán Simón Cárcamo Carrasco, de 24 años de edad, empleado de la empresa SOCOAGRO, dirigente del sindicato de dicha empresa, militante del Partido Socialista; y Ramón Domingo González Ortega, de 37 años de edad, empleado, Interventor en el Servicio de Impuestos Internos, sin militancia política.
Las tres personas habían sido detenidas en sus respectivos domicilios en fechas anteriores a la de ocurrencia de los asesinatos. Fueron conducidos al Regimiento en calidad de prisioneros. En la madrugada del día 30 fueron sacados por uniformados del lugar donde dormían y llevados al polígono del recinto donde, a las 04:00 hrs. se les ejecutó.
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Como era costumbre de la dictadura y la prensa servil difundía burdas versiones de ley de fuga; la versión oficial publicada al día siguiente señalaba que los tres prisioneros se habían dado a la fuga, que fueron localizados a 20 kms. de Porvenir y no habían obedecido la voz de alto por lo que se les dispararon causándoles la muerte.
Hubo muchos casos de ejecuciones en donde las víctimas nunca pudieron ser identificadas ni menos recuperados sus cuerpos. Recientemente se ha conocido el caso de un joven NN ejecutado a las orillas del Lago Villarrica, a comienzos de 1974, por efectivos de la Compañía contraguerrillas del Regimiento N° 8 Tucapel, de Temuco.
La víctima fue detenida en meses anteriores permaneciendo prisionera en dependencias del mencionado Regimiento, lugar donde fue visto e identificado como "El Nortino" y "El Telefonista" por numerosos testigos, también prisioneros en dicho lugar y soldados que cumplían servicio obligatorio en esa unidad militar. Las características físicas de esta persona eran: contextura delgada, tez morena, 1.70 m. de estatura aproximadamente; además, de las conversaciones que testigos sostuvieron con ella, se observaba bastante conocimiento de la ideología de izquierda, muy instruido, y que, al parecer, ocupaba un alto cargo dentro de la militancia que ostentaba; su rostro era delgado, no de cara muy larga, no era ni gordo ni flaco, de una contextura deportiva; su edad estimada era entre los 25 y 35 años, según los testimonios de testigos.
Posteriormente, un día de enero o febrero de 1974, un camión militar lo condujo hasta Villarrica donde se encontraba operando la compañía de contraguerrillas. Allí, con la vista vendada, fue entregado a un oficial de la compañía. Acto seguido, el oficial procede a realizar un sorteo con papeles doblados, uno con la palabra SI y los demás con la palabra NO, tomando los clases y el oficial un papel, y quién tomara el papel con la palabra SI debía ser quien ejecutara al detenido, resultando elegido un soldado clase quien se negó a realizar la ejecución, ante lo cual se ofreció un cabo recién llegado de la escuela de formación, quien señaló que sería el número 24 en su lista de ejecuciones, según declaraciones de otros soldados presentes.
Al atardecer el oficial encargado ordenó a los soldados conscriptos retirarse unos cuantos metros hacia atrás para que no observaran la ejecución, pero igualmente todos se percataron de que ésta la iba a concretar el cabo recién llegado. El prisionero fue puesto sentado y con su vista vendada a las orillas del lago Villarrica, mirando hacia el lago, mientras que el oficial y algunos clase se posicionaron detrás del detenido a un metro de distancia. Posteriormente, el cabo recién llegado sacó su pistola Stagger 9 mm y puso el cañón en la parte que une la cervical con el cuello, procediendo a disparar el arma, provocándole la muerte inmediatamente. Luego, se le amarró una cuerda al cuerpo con la finalidad de que hiciera peso y quedara en la profundidad del lago. El ejecutor recién esta semana ha sido procesado por el ministro que sustancias las causas de derechos humanos en esa región.
RESUMEN.