De pie al fondo del auditorio, Margarita Canio Llanquineo espera con calma mientras el público continúa entrando. Está a punto de presentar Memoria Implacable, el documental que protagoniza. La sala está repleta, algunas personas deben quedarse de pie, otras quedan fuera. Es la segunda función en Concepción, organizada por MiraDoc en la sede de la Alianza Francesa, y al parecer se ha corrido el rumor de que esta película revela una historia imprescindible, silenciada durante más de un siglo, que aguardaba como esperando la voz precisa para despertar. Esa voz es la de Margarita: investigadora, docente de la Universidad Católica de Temuco y, por sobre todo, mapuche.
Sofía Fernández Mora & Aniceto Hevia
El espacio vibra con la presencia de mujeres con vestimentas tradicionales, ancianos, jóvenes, activistas, artistas y estudiantes. Margarita, visiblemente emocionada, comienza recién a dimensionar lo que está ocurriendo. Después de quince años de investigación, el ciclo parece completarse frente a un público dispuesto a conocer un hallazgo: manuscritos y registros orales de sobrevivientes de las campañas de exterminio mapuche a uno y otro lado de la cordillera de Los Andes a fines del siglo 19, donde relatan en mapuzugun vivencias y sentimientos luego de su desarraigo durante la Conquista del Desierto en Argentina y la Pacificación de la Araucanía en Chile.
Memoria Implacable, dirigido por Paula Rodríguez Sickert, nos muestra a Margarita recorriendo el mismo camino que anduvo Katrülaf, quien narró al antropólogo Robert Lehmann-Nitsche la historia de su secuestro y el de decenas de personas forzadas a abandonar su tierra rumbo a Buenos Aires.
La investigación histórica que nutre a esta pieza audiovisual fue realizada por Margarita Canio Llanquineo y Gabriel Pozo Menares, quienes publicaron en 2013, Historia y conocimiento oral mapuche. Sobrevivientes de la "Campaña del Desierto" y "Ocupación de la Araucanía" (1899-1926), un libro que recoge los testimonios encontrados en el Instituto Ibero-Americano de Berlín, la última institución en que trabajó Robert Lehmann-Nitsche, y que rotuló como Textos Araucanos.
Resumen conversó con Margarita Canio Llanquineo respecto a este trabajo y su significado en el marco del escenario político actual.
– Memoria implacable, entre otras dimensiones, plasma tu voluntad de buscar e ir al encuentro de un pasado silenciado. Para comenzar, sería muy interesante que nos pudieras compartir cómo emprendiste esa búsqueda y qué momentos fueron significativos para ti.
La búsqueda fue hace un tiempo atrás, hace ya más de 15 años prácticamente. Y más que nada, por un lado, por ese interés y curiosidad también de saber que habían unos documentos manuscritos en lengua mapuche, cosa novedosa para mí en aquellos años, estoy hablando del año 2010. Y por eso tomé la decisión de viajar a Alemania, a Berlín específicamente, donde estaban depositados estos documentos manuscritos en el Instituto Iberoamericano y también en parte todos los archivos sonoros en el Museo Etnológico de la Etnomusicología en Berlín también, ambos en esa ciudad.
– ¿Cómo te enteraste de la existencia de esos documentos?
A través de Gabriel Pozo, que es el otro autor del libro de Historia y Conocimiento Oral. De ahí parte el trabajo, él también estaba haciendo una pasantía en búsqueda de archivos de Robert Lehmann Nietzsche. Entonces fue a través de eso que él me pasó el dato y a la vez también me preguntó si era posible viajar para conocer en persona aquellos materiales. Y así fue como llegué allá.
Fue un viaje bien épico, porque no teníamos los recursos suficientes como para estar allá y además yo fui solamente a ver esos materiales
– ¿Y eso lo hiciste a través de algún fondo estatal? ¿Cómo lograste?
No, no, no, así con recursos propios en mi caso, que eran escasos. Todo era por el bien de la búsqueda de estos archivos, de la memoria que estaba ahí.
– ¿Y en qué minuto esto se vincula con la posibilidad de hacer un documental al respecto? Porque es la investigación por sí sola, pero después está el documental.
Claro, porque vienen varias etapas posterior al descubrimiento, a la revisión del material, a la pasantía que me tocó hacer que fueron de 10 meses de transcripción del material manuscrito a un documento Word porque esos documentos no se podían mover, es un legado que tienen depositado allá en esa gran biblioteca.
Entonces, pasado el tiempo, en 2017, nos encontramos con Paula Rodríguez... Ella se conmovió mucho con una entrevista que me habían hecho en otro periódico independiente, entonces cuando viene a la entrevista y busca el material, el libro, y se da cuenta de que están estos relatos de Katrilaf, que es el personaje que encarna todo este relato de sobrevivencia, de la deportación, los campos de concentración se pone en contacto con nosotros y se arma el proyecto que resulta recién a mediados del 2018 y el 2019 también continúa. El 2024 hubo todo lo que se llama la edición, montaje, todo el trabajo ya más fino y de esa manera se hace realidad finalmente.
– ¿Y de quién nace la idea de hacer este viaje por los lugares que recorrió Katrülaf?
Yo creo que se fue dando, es difícil apropiarse y decir ella fue. Lo conversamos mucho y todo esto partió respetando lo que Katrülaf decía en el relato, por lo tanto si queríamos rememorar esos episodios que habían sido silenciados, había que seguir la ruta y el relato que nos entregaba, que nos proporcionaba Katrülaf en esos manuscritos.
– Ahora te quiero llevar algo que puede sonar súper banal, pero me parece muy interesante. No sé si viste que Naya Fácil quiso participar de una rogativa o una ceremonia Mapuche, y bueno, después se quejó públicamente de que no había sido aceptada. Se abrieron varias aristas en relación a esto, y una de ellas que me pareció muy interesante era sobre qué es realmente ser Mapuche.
Es difícil ser Mapuche, yo creo que ha sido difícil para el Mapuche por un lado, presentarse como Mapuche, y es difícil en el sentido de que hay que estar siempre justificándose, por un lado, siempre diciéndose Mapuche por tal y tal motivo.
Por supuesto que hay diversidad también en este pueblo que nos estamos todavía reconstruyendo con nuestras memorias, con nuestros dolores, con la violencia que arrastramos, ¿cierto? Entonces, realmente, yo creo que es una situación más que ocurre dentro de esta reconstrucción de identidad, porque es difícil, es difícil plantearse con todas las distracciones que tenemos, que muchas veces ciertas partes no quieren colaborar también, y siempre cuestionado, siempre cuestionado porque usamos celulares cuando estamos en avión o cosas así.
Por un lado, es difícil esto de justificarse siempre, pero también es una oportunidad, es una oportunidad para la reconstrucción de la identidad, y en donde estemos, yo creo que es oportuno todavía de decir que somos Mapuche y tenemos una historia detrás, tenemos una memoria y estamos acá antes que el Estado, Nación, Chileno y Argentino.
De hecho, en los últimos censos hubo un aumento entre las personas que se reconocieron como parte de un pueblo originario. ¿Qué piensas tú de eso?
Claro, volviendo un poco a tu pregunta anterior, creo, claro, ¿qué significa ser Mapuche? Yo creo que por un lado es que las comunidades te dirían esto cuando hay un convencimiento, es un orgullo ser Mapuche, por supuesto que sí, porque tenemos una base cultural, una base histórica que ha resistido miles de años y hay una historia que se transmite a través de la tradición oral.
Yo creo que por un lado es eso, pero también Mapuche es convivir con esta diversidad, es convivir con lo controversial también de ser mestizo, que es otro tema también. Y creo que en Chile, en este Chile, Chile es un país mestizo, tienen 50% sangre indígena, puede ser Mapuche, Aymara o cualquier otro pueblo indígena. Entonces, ser Mapuche es una diversidad de cosas a la vez.
– Dentro de los comentarios que hubo en relación a este hecho en particular que te comentaba, una chica Mapuche que hace videos por internet, decía que para ella, lo fundamental era para considerarse Mapuche conocer la lengua. ¿Qué piensas tú de eso?
Por un lado, hay razón en eso, por supuesto que sí, pero también tenemos que pensar que hay gente que está en una etapa también de búsqueda de una identidad, entonces no podemos cerrarnos del todo.
En tu investigación hallaste que de manera recurrente las personas mapuche que entregaron sus testimonios a Robert Lehmann-Nitsche eran llamadas "indíjenas intelijentes", sería muy importante que pudieras describir este trabajo: cómo se hacía, en qué condiciones llegaban a ofrecer sus relatos, quiénes eran este y otros etnógrafos que realizaron tareas similares.
Ya, tanto por el lado chileno, por el lado argentino, a finales de 1800 llegan algunos intelectuales europeos principalmente, entre comillas intelectuales, más bien eran investigadores. Para el caso chileno tenemos a Rodolfo Lenz, que era el interlocutor de Robert Lehmann-Nitsche, quien llegó por el lado argentino. Entre ellos había comunicación a través de las cartas, cartas que están, por supuesto, en este legado de Lehmann-Nitsche, y en la comunicación ellos justamente hablaban de aquellos, "indios inteligentes" y se referían a estas personas cuando sabían leer, escribir su propia historia y además escribirlo en Mapuzungún, y ser capaces de ser informantes de estos investigadores.
Rodolfo Lenz, lingüista, que llegó aquí llamado por el Estado chileno a finales de 1800, y en el caso de Lehmann-Nitsche, un etnólogo médico, que llegó al Museo de La Plata, en Argentina, al ver que habían mapuches que sobrevivieron a las deportaciones y al campo de concentración, entonces aprovecharon la oportunidad de registrar, recopilar, guardar el testimonio de estas personas y de ciertos pueblos que, se proyectaba, que desaparecerían.
– Ustedes, además de crear este documental tú realizaste durante el viaje donde conversaste con las comunidades que podemos ver en Memoria Implacable ¿Cómo fue ese proceso?
Con Gabriel [Pozo], desde que estudiamos en la carrera de pedagogía intercultural, siempre hemos tenido respeto con las personas y nos hemos dado el tiempo de conversar con ellas, de conocerlas, de que generen confianza con nosotros.
Para nosotros, por lo menos, no era nuevo aquello, pero siempre uno, cuando va a las comunidades, se encuentra con algo nuevo o con desconfianza, que es muy natural, debido también al extractivismo de los saberes.
Entonces, es esperable que las personas sientan desconfianza. En ese sentido, el hacer contacto con las personas de allá, por supuesto que no nos deja de sorprender, de emocionarnos, de sentir el dolor que ellos también llevan, y que es mucho más evidente al momento de abordar este tema del genocidio.
Los documentos de la época, tanto de Julio Argentino Roca, quien fue uno de los que fundó la Nación Argentina, y por acá Cornelio Saavedra, que invadía por el sur, hablan de un genocidio, de aniquilar a estas personas que estaban impidiendo el progreso y la civilización.
Encontrarse con las personas que son el testimonio vivo de ese episodio tan oscuro, duele, emociona mucho. Entonces, el nutram (transmisión oral cultural) creo que permite sacar esos dolores y sanar a las personas, de poder desahogar, de poder hablar, de poder abrir estas heridas para poder sanar, porque de lo contrario va a estar ahí, va a ser una enfermedad, que va a atacar silenciosamente y que no va a permitir continuar.
– Como que se van abriendo pequeñas cositas.
Se van abriendo, por supuesto. Se permite la posibilidad de hablarnos, de hablar y darle voz a aquellas personas que no la tienen.
– Y quizás eso hace que la esencia del documental o que el punto de vista del documental contenga la cosmovisión mapuche, porque quizás algo más occidental habría optado por entrevistar académicos, historiadores.
Exactamente. Y ahí, claro, por lo menos creo que una de las que más conmueven su conversación es Hermelinda Tripailaf y también la profesora Laura, y por supuesto la familia de Nehuenco, que ellos también están en una reconstrucción de su historia y su territorio.
Ellos también fueron despojados de sus apellidos, fueron despojados del territorio. Arrinconados en ese espacio que hoy resguardan. Y por sobre todo también la voz de Margarita Cona o Margarita Torres Cona, que es el nombre de Torres por parte del esposo, que en Argentina se mantiene como el nombre del esposo.
– ¿Hubo alguna resistencia en algún lugar cuando tuviste que hacer la investigación?
Más allá de todas las burocracias de años para acceder a los documentos, no tuvimos afortunadamente ninguna dificultad mayor. Claro, por supuesto que el tema de la logística, a veces como por ignorancia también, que yo no conocía del todo el lugar. A mí me hicieron la ruta anteriormente, la producción hizo la ruta y fueron viendo los lugares para la locación.
– Y para ti en términos personales, ¿qué significó poder encarnar este viaje de tus ancestros?
Para mí, o sea, agradecida porque fui yo la privilegiada, pudo haber sido cualquiera, pero fui yo. Muy emocionante. Yo como que ahora estoy aterrizando de lo que hicimos. De 15 años de trabajo.
Si bien yo soy académica y lo demás, nunca he dejado mi lugar, nunca he dejado mi territorio. Entonces, tener esta posibilidad yo creo que es un regalo enorme. Dolorosamente, puede ser, pero es un regalo.