Desde niños nos dicen que las malas costumbres se pegan, dicho propio de padres y madres que tiene mucho de real y bastante de poco compromiso: como si las "costumbres" no fueran un aprendizaje. En fin, así la sociedad crece, como puede y hasta donde le es posible, estudia, trabaja y trata de tener las costumbres que le han marcado como las positivas, las que nos hacen convivir dentro de la civilización, eso nos dicen.
Pues bueno, todos los días vemos como eso no es una regla para todos, más cuando la política o el dinero intervienen como grandes mediadores entre lo que deseamos y lo que podemos hacer. En estos días hemos visto como los políticos en campaña, sobre todo los de derecha (y esto es digno de estudios serios) no cumplen con sus pensiones de alimentos o relativizan los principios sobre los que se asienta nuestra vida en común.
Un par de ejemplos.
196 candidatos cuestionados por el SERVEL por no haber pagado pensiones, algunos se van a salvar por "ponerse al día" y sus datos serán rectificados apareciendo en la papeleta de octubre. Parece que su deseo de poder o de figurar pudo más que el amor o bien la responsabilidad moral y económica por el hijo o hija que durante meses o años no percibió sus derechos. Queda en manos de los y las votantes si una persona así es apta para gobernarnos. Una mala costumbre que raya en el delito.
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Por otra parte, el candidato republicano postulante a la alcaldía de Concepción, no tuvo ningún problema para decir que la dictadura chilena entre 1973-1990 liderada por Augusto Pinochet, no había sido tal, echando por tierra décadas de argumentos y avances políticos y judiciales que tienen este dato como una verdad social e institucional: ¿Cómo podría un alcalde, de la segunda ciudad más relevante del país, gobernar democráticamente si ni él cree en esos principios? Una mala costumbre que linda con la inmoralidad.
En definitiva, estas malas costumbres, en forma de discriminación y negacionismo, nos convencen de la poca idoneidad de nuestros políticos. Eso sin entrar en problematizar con sus capacidades, pues esa es una cuestión para otro examen que, ojalá, la comunidad de electores sopese con cuidado en octubre.