EDITORIAL| Sale Yáñez, entra Araya: nada nuevo bajo el sol en Carabineros

Finalmente se decidió el gobierno y, en medio del vendaval bíblico que padece la derecha por casos de corrupción, no hubo mayor resistencia para sacar a Yáñez y que responda ante tribunales por las graves acusaciones en su contra por los delitos cometidos durante la revuelta de octubre. Pero ese es otro capítulo, y ya veremos como acaba.

Yáñez aguantó todo lo que pudo, sostenido por el apoyo de la institución y por la mezquindad política de sectores derechistas que buscaron mantener esa manzana podrida dentro de la caja, avalada por el griterío mediático en torno a los problemas por el narcotráfico que se vive en el país, sobre todo en los grandes núcleos urbanos; en ello fue importante el inmovilismo que caracteriza a la administración Boric-Tohá sobre este asunto en particular.

Entonces llega Marcelo Araya, el nuevo general director de Carabineros, un general marcado por su formación en inteligencia. Desde 1996 tuvo implicaciones con este mundo, siendo su actuación más conocida el ser jefe de zona para el control de orden público en la zona sur tras el asesinato del comunero mapuche Camilo Catrillanca. Sin duda, su formación en inteligencia fue clave para enfrentar esa crisis policial, haciendo control de daños tras la salida del general Soto producto del caso.

Araya, se sostiene desde la prensa de derecha y personeros de gobierno, calza con el perfil que busca la ministra Tohá para encarar el trabajo policial. El problema puede pasar por la cercanía que Araya tiene con Yáñez, de quien fue su mano derecha. Habrá que estar muy encima de las decisiones que tome el nuevo general director, considerando la débil línea que existe entre inteligencia y criminalización de movimientos sociales y populares. Ahí está el caso de Villa Francia hace algunos meses.

Ponemos entonces la prevención sobre este último punto como el principal problema que puede generar este tipo de policía. Además, insistimos en la necesidad de construir un debate serio sobre la policía que necesita el país actual. De eso no se habla, y parece ser que no hay ni ideas ni ganas en la clase política para hacerlo.

 

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