La actual ministra del interior, Carolina Tohá, va de mal en peor. Tras las esquirlas que la afectaron por el caso Monsalve, aún en desarrollo, ha visto el nulo apoyo que despierta su precandidatura presidencial, devaluada por el progresismo de la coalición gobernante y vista con tibieza por los sectores centristas.
Al parecer la irrupción del bacheletismo, con especial ímpetu en los últimos días, hace que cartas como Tohá se vean minimizadas, sobre todo porque no despega en las sacrosantas encuestas que tanto definen el futuro de las coaliciones políticas. Independientemente de si la expresidenta decide presentarse o no a la contienda electoral, el daño al proyecto de Tohá ya es irreversible.
Para mayor abundamiento, el fin de la candidatura de la ministra se está sellando este verano, ya sea con sus cuestionables declaraciones ante la temporada de incendios, culpando a "terroristas" sin más datos que sus impresiones y prejuicios, como por sus últimas palabras durante el día del brigadista forestal, según señala el medio Cooperativa, respaldando el nefasto modelo forestal: «Tenemos que pensarnos como país forestal, porque somos un país forestal. Incluso podríamos ser una potencia forestal. Pero para eso Chile tiene que encontrar una convivencia con su industria forestal".
Debemos considerar que una montaña de evidencia científica ha comprobado los daños ambientales, sociales, económicas y culturales provocadas por una industria alimentada de forma infame por la dictadura y la transición. Solo recordemos el rol de CMPC en los asesinatos de Laja y San Rosendo, además del daño a la propiedad indígena y los campesinos reformados entre 1967 y 1973, por mencionar solo algunos datos del legado de muerte de esta actividad y de la impunidad que la caracteriza.
Tohá intenta destacar el rol de los políticos progresistas por el olvido y la genuflexión ante el verdadero poder en Chile: los empresarios neoliberales. Un intento de reavivar su opción electoral, al parecer desesperado y cruel.
En definitiva, la ministra va de mal en peor, como si no quisiera intentar verdaderamente ser candidata. Tal vez ya debiéramos darle más certeza a la opción Bachelet, una vuelta al pacto concertacionista-progresista que dejará al empresariado más que tranquilo, además de darle vida al sempiterno argumento del cordón sanitario contra la ultraderecha.