Los agricultores/as y campesinos/as saben que el cambio climático provoca otras crisis, cambios en las economías, pérdidas de soberanías agrícolas y problemas con los cultivos como plagas, sequía, erosión y pérdida de nutrientes cómo el fósforo o el nitrógeno, entre otros. Los últimos meses y años, han tenido lugar protestas en todo el planeta, presionando para conseguir mejores condiciones laborales y para la protección de la soberanía alimentaria, la agricultura y sus circuitos comerciales.
Por Dirk Kock-Rohwer y Daniel Santander*
La agricultura es una de las actividades más expuestas al cambio climático. Las políticas de transición y adaptación no están siendo efectivas porque los esfuerzos no están dirigidos a aumentar las cantidades de plantas cultivadas mediante técnicas eco-amigables, incluso a pesar de que está demostrado que pueden capturar más carbono de la atmósfera y al mismo tiempo garantizar funciones ecosistémicas.
Por el contrario, las políticas de transición están enfocadas en las políticas de los mercados de carbono, que buscan la captura artificial de este sin comprender a los suelos como un organismo vivo, lo que reduce sus funciones ecosistémicas y los vuelve a largo plazo menos productivos. Este proceso al mismo tiempo extractiviza las semillas, las aguas y los abonos, obligando a los agricultores a comprar y someterse a las reglas de las transnacionales y las grandes industrias de la agricultura, desplazando las economías locales y acabando la tradiciones ancestrales campesinas de cultivo.
En tanto, los tratamientos ecológicos de los cultivos, suelos y aguas y los métodos de alta sostenibilidad, no son sólo una alternativa barata y rentable para la agricultura sino que también transforman los cultivos en verdaderos bosques de alimentos, una potente y útil herramienta para luchar contra las consecuencias del cambio climático.
La agricultura ecológica o agroecología se trata de un conjunto de técnicas caracterizadas por incrementar la biodiversidad del terreno, cuidando sus suelos y aguas sobre las que se espera producir biomasa. Técnicas como agroforestería, sucesiones ecológicas, permacultura, bosques comestibles, bosques miyawaki, bosques urbanos, entre otros métodos y alternativas referidos a los principios de producción que promueven los procesos propios de la naturaleza, sin pesticidas, agrotóxicos, sustancias cancerígenas y todas las consecuencias dañinas de la agricultura industrial sobre el medioambiente.
Desde una perspectiva de mercado, los productos obtenidos a partir de la agroecología son más rentables; debido a que las personas consumidoras están dispuestas a pagar más por productos orgánicos o que sean amigables con el medio ambiente y la biodiversidad
Por todo ello, la Agricultura Orgánica debe ser tomada como una de las soluciones más importantes para combatir el cambio climático.
El apoyo se traduce en capital para la transición de los cultivos, adaptar las instituciones y traer las tecnologías para acomodar a los sectores agrícolas a esta tarea, por ejemplo produciendo biodiesel para hacer funcionar los tractores y en la producción de energía para los trabajos de campo.
El futuro de los campos y de la agricultura está en riesgo. Se necesitan inversiones urgentes tanto de los Estados como de los privados en la agricultura orgánica, que vayan de la mano con un trabajo integrado junto a las organizaciones campesinas y de agricultores.
Renovemos la industria agrícola y fomentemos los mercados de productos orgánicos. Transformemos nuestros cultivos en medicina para los suelos y las aguas: Invertir en la agricultura orgánica es invertir en el futuro de las próximas generaciones y en la protección de la biodiversidad. ¡A globalizar la esperanza!
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*Dirk Kock-Rohwer es agricultor orgánico y miembro del Parlamento en Schleswig-Holstein , Norte de Alemania. Daniel Santander es geofísico chileno, est. Maestría en Ciencias, Gestión Ambiental, CAU Kiel, Alemania.