El día de ayer en medio del conflicto entre vecinos y pobladores de El Bosque que exigían acceso a necesidades básicas, como lo es la alimentación, surgió en Twitter el controversial hashtag #GuatonesConHambre que se posicionó como número uno varias horas en Chile. Misma situación ocurre hoy. Este mismo fue motivo de burlas y denigración por parte de personas en redes sociales que se mofaban de una manera «gordofóbica» contra los mismos protestantes, diciendo que "no tenían como pasar hambre" por como lucían.
Por Valentina Luza
Este hecho, además de ser calificado por otros cibernautas como denigrante, supone una realidad invisibilizada por muchos. La pobreza, la desigualdad y la obesidad van de la mano en un país neoliberal. Los sectores socioeconómicos y el acceso a una alimentación sana van estrechamente relacionados como otra extensión del poco acceso hacia las oportunidades: el derecho a comer sano y saludable sigue siendo un privilegio.
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¿Es casual que sean los pobres los más obesos? Un estudio de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) es tajante en su análisis: al igual que el hambre, el sobrepeso es un problema de desigualdad. Una persona que gana el salario mínimo en Chile gasta, aproximadamente, el 30% o el 40% de su sueldo en alimentación, algo que contrasta con el 12% por ciento que gastan quienes más ganan.
Este mismo estudio considera que una de las falencias que aumentan las tasas de obesidad son, justamente, la brecha que existe en el gasto que hacen las familias en alimentos saludables y el precio de éstos, los que se encuentran fuera del alcance de quienes menos ganan. ¿Entonces? comer mal es lo barato en Chile. Los #GuatonesConHambre son pobres.
Este problema de desigualdad social entremezcla factores sociales que evidencian las falencias estructurales y las medidas "parches" en las que se ha sostenido hace muchos años en el país. No existe una inversión en un desarrollo social que haya visualizado de antemano esta correlación; la pobreza estructural, es un hecho más profundo, basado también en el acceso a oportunidades y el mantenimiento de estas mismas en el tiempo.
Este hecho de denigración ocurrido en redes sociales muestra la peor cara de la pandemia: la indolencia y desconexión de la realidad caracterizada por un país profundamente desigual, donde pocos tienen mucho y muchos tienen poco. Mientras unos desconocen la verdadera cara de la injusticia, otros salen a las calles arriesgando su salud protestando por tener algo que comer en su mesa.
La indolencia humana en medio de una crisis sanitaria que necesita más que nunca la conexión y atención hacia quienes más necesitan; aquellos que no tienen asegurado lo básico. Mientras unos luchan por un mejor vivir, otros twittean desde sus casas en cuarentena #GuatonesConHambre con una profunda hostilidad sobre una realidad que enfrenta gran mayoría del país.
Una cosa si es segura: cuando se le quita todo a quienes nunca tuvieron nada se da inicio a una vuelta sin retorno. Luego del pasado estallido social, los vecinos y pobladores que se seguirán levantando en diferentes territorios del país, entre medio de críticas, crueldad, y represión se seguirá sosteniendo el poder popular por la dignidad de todos.