Esta medianoche finalmente quedaron inscritas legalmente todas las candidaturas que serán parte del proceso eleccionario del próximo 16 de noviembre. En cuanto a las presidenciales, el bloque de (ultra)derecha quedó conformado por dos figuras principales, el hijo de un nazi (que mintió negándolo durante años) y la hija de un general de la junta de Pinochet, José Antonio Kast y Evelyn Matthei, ambos partícipes de la Franja del Sí para que continuara la dictadura y enérgicos activistas por la liberación de Pinochet cuando fue detenido en Londres y que forman parte de la política sólo por sus familias.
En Chile la llamada «derecha tradicional» tiene ese nombre solamente porque sus partidos son un poco más antiguos, pero de moderada no tiene nada. Toda la derecha en Chile es pinochetista y muy extrema si se compara con el marco internacional en cuanto a lo que se podría entender con derecha. Lo más parecido a una «centro-derecha» serían algunos sectores de lo que fue la antigua Concertación.
En el escenario actual el bloque se presenta a las presidenciales principalmente con dos candidaturas: José Antonio Kast y Evelyn Matthei, ambas de ultraderecha, ambas en su tercer intento de llegar a La Moneda. Más allá de algunos matices, tanto Kast como Matthei representan visiones bastante similares de país y que en muchos lugares del mundo, serían consideradas posiciones extremistas.
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Asimismo, ambos comparten vínculos más que importantes con la dictadura militar-empresarial que lideró Pinochet, desde haber sido parte de la «Franja del Sí» que en 1988 llamaba a votar por continuar con la dictadura, haber formado parte de las juventudes de los partidos surgidos de ésta (UDI y RN), rostros de las campañas que pedían la liberación del dictador tras su detención en Londres y hasta contar con lazos familiares con las más altas figuras del régimen.
De hecho, si es por vínculos familiares, lo más llamativo ocurre con el hijo de inmigrantes alemanes, José Antonio Kast. Si bien el candidato pinochetista negó durante años que su padre haya sido un nazi arrancando a Chile, señalando siempre que sólo fue parte del ejército durante la Segunda Guerra Mundial, lo cierto es que documentos oficiales alemanes demuestran que Michael Kast fue militante del partido de extrema derecha.
Michael Kast, el nazi
Un documento oficial de Alemania publicado por el destacado periodista de investigación Mauricio Weibel, desmiente por completo la versión que durante años entregó José Antonio Kast, confirmando que Michael Kast efectivamente fue militante del partido nazi.
Se trata de una captura de pantalla del NSPAD Gaukartei, tarjeta que identificaba a los militantes del partido, por lo que Michael Kast pasó de la extrema derecha nazi en Alemania a la ultraderecha neoliberal pinochetista en Chile.
Con este documento, queda claro que Kast siempre mintió respecto a su padre cuando afirmaba que Michael Kast sólo era integrante de las Wehrmacht, nombre que el régimen nazi daba a sus fuerzas armadas, donde alcanzó el rango de teniente, sino que también postuló y pasó todas las pruebas para ser aceptado en el partido nazi.
En las Wehrmacht fue parte de la «Operación Barbarroja» de invasión a la Unión Soviética dado a su anticomunismo, el que se vio acrecentado en ese momento (según comentó su esposa). En 1944 fue trasladado a Italia, lugar donde fue capturado y hecho prisionero. Días después escapó a su pueblo natal en Baviera, donde se casó y tuvo a sus dos primeros hijos, entre ellos el que sería futuro ministro de Pinochet.
Tras escapar a Argentina, finalmente se asentó en la localidad rural de Paine en Chile, a unos pocos kilómetros al sur de Santiago, en 1950. En Chile nacieron sus restantes ocho hijos, entre ellos, José Antonio.
Su hijo mayor del mismo nombre, conocido mejor como Miguel Kast, fue ministro de Pinochet en las carteras de Odeplan y luego del Trabajo, para después ser presidente del Banco Central del régimen, hasta su muerte producto de un cáncer.
No obstante, los vínculos de la familia Kast con la dictadura son mucho más graves. En su libro A la sombra de los Cuervos sobre el rol de los civiles en los crímenes de lesa humanidad de dictadura, el periodista Javier Rebolledo señala que Christian Kast, hijo de Michael y hermano José Antonio, participó en interrogatorios en Paine después del golpe militar de 1973. Por su parte Miguel, aparte de sus cargos de secretario de Estado y en el Banco Central, trabajó como asesor de la DINA, el aparato de terrorismo de Estado a cargo de Manuel Contreras.
Además, diversos testimonios apuntan a que los dirigentes campesinos apresados eran trasladados en camiones de «Baviera», empresa fundada por los Kast en Paine, hacia los centros de exterminio.
Fernando Matthei, general de la junta de Pinochet
Por su parte, la otra candidatura de ultraderecha también tiene vínculos a los círculos más altos del pinochetismo, pues es hija de Fernando Matthei, ministro de Salud e integrante de la «junta de gobierno» de la dictadura como comandante en jefe de la Fuerza Aérea, por lo que fue de los cargos más altos del régimen y responsable de los crímenes de lesa humanidad, tanto en su rama de las fuerzas armadas como en la dictadura en general.
Si bien ingresó a la junta en 1978, desde donde estuvo hasta el año hasta 1991, ya ocupaba cargos de alta oficialidad incluso antes del golpe de Estado. De hecho, en 1973 estuvo a cargo de la Academia de Guerra de la Fuerza Aérea (AGA) que funcionó como un centro de detención, tortura y violencia sexual de la aviación, recinto donde fue asesinado -entre otros- el general Alberto Bachelet, padre de la expresidenta Michelle Bachelet, por lo que organizaciones de derechos humanos pidieron que se le abriera una investigación por su responsabilidad en éste y otros crímenes de lesa humanidad, la que no pudo llevarse a cabo producto de su fallecimiento.
En 2014, se presentó una querella interpuesta por la abogada de la Corporación Humanas, Camila Maturana a nombre de la ex prisionera política Carmen Gloria Díaz, quien estuvo dos semanas en la AGA, durante diciembre de 1974. Relata que fue sometida a torturas en un lugar llamado "la capilla" donde se le aplicaba electricidad a los detenidos. Fue colgada, violada y pasó largas horas parada con las manos arriba. No se les permitía dormir y el ruido de música y luz de día y de noche era permanente para que perdieran la noción del tiempo y el espacio. Pocos días antes de ser puesta en libertad es llevada a un subterráneo, donde había muchos prisioneros, en ese lugar -asegura- se encontró con Fernando Matthei.