Hace unos días, Luis Felipe Moncada, Gerente de la Asociación de Industriales Pesqueros (ASIPES), declaró a diario Estrategia que hay "una carencia de materia prima, ya que el recurso jurel desapareció prácticamente hace unos 45 días, es muy escasa su captura, la que sólo se logra demasiado lejos… Nos pasa lo mismo que a un aserradero sin bosques que talar".
Por ello es que pesqueras como Mar Profundo, Camanchaca, Grimar y Food Corp podría realizar despidos que llegarían a los 1.200 en la Región. Moncada argumenta que «nadie puede pedirle a una empresa que esté teniendo tantos meses a una plantilla de trabajadores sin producir».
Dicho y hecho. La denuncia que por años hicieron pescadores artesanales y organizaciones preocupadas por la explotación indiscriminada de la biomasa marina hoy ya no se oculta por los que se hicieron ricos con ella. Hoy reconocen que hasta los 50 buques factoría que pescan, supuestamente, después de las 200 millas marítimas de Chile, han tenido temporadas desastrosas. Los de Asipes dicen que su pesca ha sido de no más del 20% o 30% que «les coresponde».
Después de que el jurel «desapareció», la solución parace completamente razonable; despedir y buscar «otro bosque que talar». Mientras tanto, los pescadores artesanales sobreviven con subsidios que constantemente deben arrancárselos a un Estado que entregó su fuente laboral y una fuente alimenticia de todos a un puñado de empresarios, bajo las leyes de pesca y distribución de cuotas de captura.
Siempre se ocupó a la generación de empleo como el gran argumento para la depredación del recurso marino, sin embargo los Gobiernos siempre estuvieron en conocimiento que la pesca artesanal generaba el 80% de los empleos en el rubro pesquero, mientras que la pesca industrial sólo lo abría el 20%. Hoy, la defensa del empleo es un argumento fuera de todo contexto.
Quedarán para la historía los recuerdos de Jorge Fernandez, antiguo propietario de la pesquera Camanchaca, cuando habla de sus inicios en el negocio: «Almorzando un día con Francisco en Talcahuano veíamos cómo pasaban los barcos llenos de jureles para harina de pescado y pensé que eso era lo que teníamos que hacer».