África ya tiene 54 estados, y las Naciones Unidas tendrán su miembro 193. El sábado 9 de julio se proclamó la independencia de Sudán del Sur en su capital Yuba, en presencia de delegaciones de 80 países, entre ellas 30 Jefes de Estado. Cuba estuvo representada por el vicepresidente Esteban Lazo.
Tras cinco décadas de conflictos armados entre el gobierno de Jartum, la capital de Sudán, y el movimiento rebelde del sur de ese país, en el 2005 ambas partes llegaron a un acuerdo de paz que estableció entre otros compromisos la existencia de un gobierno autónomo en el sur, la repartición a partes iguales de los ingresos petroleros y la realización de una consulta popular en el sur, en enero del 2011, que determinase si los casi 9 millones de pobladores de esa región, un 25 % del total de los que viven en Sudán, querían o no la separación. El resultado del referendo arrojó que el 98,83% de la población sureña optó por la independencia.
En cumplimiento de tal voluntad, Sudán del Sur, integrado por 10 de los 26 estados de Sudán, se ha convertido en la nación independiente más joven del mundo y en la primera nacida en el Siglo XXI.
¿Por qué esta voluntad de esa población del sur? Una agencia cablegráfica europea lo ha explicado así:
"La historia de los sudaneses del sur en los últimos dos siglos ha estado unida a la de sus vecinos del gran Sudán, el mayor estado de África hasta hoy, y las diferentes invasiones coloniales sufridas en el siglo XIX por turcos, egipcios y británicos. Todos buscaban en las fértiles tierras regadas por el Nilo esclavos entre las tribus de la zona y materias primas como oro, ébano y otras maderas nobles.
"Según los datos difundidos por el gobierno de Sudán del Sur, durante esos años, millones de ciudadanos de esas áreas fueron llevados a países árabes vecinos y tratados como esclavos.
"El moderno Sudán, tal y como era antes de la secesión del sur, emergió durante el protectorado británico-egipcio (1898-1955)... Mientras las potencias ocupantes potenciaron el desarrollo socio-económico en el norte, sus vecinos sureños fueron entregados a la casi exclusiva labor de las misiones cristianas y se les convirtió en lo que se denominó un "distrito cerrado" con una ordenanza especial que limitaba la actividad y movimientos de sus ciudadanos
"Para las autoridades del flamante país, esta política no hizo más que fomentar los desequilibrios territoriales y las desigualdades entre los vecinos y radicar entre los sursudaneses el sentimiento de ser un pueblo colonizado por el norte."
El régimen de autonomía que tuvo el sur en los últimos seis años, mucho más amplio que el dado antes de 1956 por los ocupantes coloniales, permitieron a Sudan del Sur dar algunos pasos en la preparación de su independencia. Tuvieron un parlamento de 170 miembros elegidos por voluntad popular, que aprobó una Constitución interina. Diseñaron y pusieron en acción estructuras de gobierno para atender el desarrollo económico, político y social, y dieron pasos para disponer de bandera, himno, moneda, y otros símbolos históricos y culturales.
Como dijimos, el sur fue siempre la región menos atendida en el plano social de Sudán, no obstante que en ella se generaba el 80 por ciento de la producción de petróleo. Nace como uno de los países más pobres del mundo. Varios medios de comunicación han ofrecido por estos días datos de Naciones Unidas: El 90% de la población sureña vive con menos de un dólar diario. Hay un 85 % de analfabetos. Hay un 33% que sufre hambre crónica. Menos del uno por ciento de los niños concluyen la enseñanza primaria. Uno de cada diez niños muere antes de cumplir un año de vida. El 80 por ciento de los pobladores no disponen de agua potable ni alcantarillado. La guerra acabó con carreteras, puentes y servicios básicos. En Yuba, la nueva capital, hay apenas medio docena de calles pavimentadas.
Los retos que tiene Sudán del Sur son enormes, especialmente en la solución de los problemas de salud, educación, alimentación e infraestructura. La guerra costó la vida de dos y medio millones de personas, y dejó cuatro millones de desplazados, una parte de los cuales empiezan a regresar en cifras elevadas y sueñan con hallar estabilidad y prosperidad en su nuevo país.
Las principales fuentes de extracción de petróleo han quedado en el sur. Se calcula que hay reservas petrolíferas de 6 700 millones de barriles. Pero las refinerías, los oleoductos y los puertos de embarque del oro negro están en el norte. El acuerdo sobre compartir los ingresos del petróleo entre el Norte y el Sur no se ha ratificado, y es uno de los problemas a resolver.
A la ceremonia de proclamación de la independencia asistió el presidente del gobierno de Jartum, Al Bashir, quien no era partidario de la división del país. Al Bashir ofreció dar apoyo, sin embargo, a la nueva nación y expresó que era necesario olvidar guerras y rencores y abrir rutas de confianza y respeto entre los dos países. El presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir, que fue electo en el 2010 con un 93% de los votos, anunció una amnistía para todos los que tomaron las armas contra la población sureña. Para algunos analistas ambas partes necesitarán apoyarse mutuamente en el futuro, sobre todo en la explotación y comercio del petróleo, principal fuente de ingreso para uno y otro.
Otro asunto delicado no resuelto aún, y que está también relacionado con la riqueza petrolífera, es el status en que quedarán varias regiones fronterizas, en las cuales Naciones Unidas ha supervisado el Acuerdo de Paz del 2005. Abjei, que es un rico estado petrolero, deberá celebrar su propio referendo popular y decidirse si desea permanecer en Sudán (el norte) o unirse al sur. La situación más tensa se da en el estado de Kordofan del Sur, que ha quedado como la única región del norte poseedora de pozos de petróleo. Allí, donde hay frecuentes choques armados y desplazamientos de personas, han permanecido siete mil cascos azules de Naciones Unidas, y el Consejo de Seguridad, días antes de la proclamación de la independencia, acordó aumentar ese número. El gobierno de Jartum se opone a tal presencia en su territorio.
Queda, además, por resolver cómo quedarán las líneas de división fronteriza entre ambos países.
La comunidad internacional ha dado apoyo a la independencia de Sudán del Sur. Pero otro gran desafío que tiene el gobierno que se ha instalado en Yuba es el desmedido interés que han manifestado las grandes potencias occidentales -Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, etc., las cuales cuando dan algo no es precisamente por solidaridad y humanitarismo, sino persiguiendo obtener espacios económicos, financieros o políticos para su estrategia de dominio hegemónico. Ya el Banco Mundial ha prometido 75 millones de dólares de créditos a Sudán del Sur. Bien sabemos las condiciones leoninas en que se otorgan esos créditos que, a la larga, endeudan a los países receptores o son obligados a adoptar políticas contrarias a los intereses y aspiraciones de las poblaciones del Tercer Mundo. Las endulzadas palabras y el estado de alegría por la independencia y el futuro de Sudán del Sur que han expresado Obama, Cameron y la Merkel, al cual acaba de sumarse la "loba feroz", Ileana Ros-Lehtinen, presidenta de la comisión de relaciones exteriores de la Cámara de Representantes de EE.UU., son señales preocupantes.
Potencialidades tiene Sudán del Sur para vencer los desafíos internos y externos. Además de petróleo, tiene zinc, cromo, plata y oro. Posee recursos hidroeléctricos, pues el caudaloso río Nilo cruza por el nuevo país. Inmensos bosques tropicales, parques naturales vírgenes y gran variedad de fauna, a nivel similar que países como Tanzania y Kenia, posee Sudán del Sur -a diferencia del norte que es desértico-, y ello podría ser una fuente importante de desarrollo turístico que aporte ingresos, y, además, suministro alimentario.
Si se logra una estabilización de la paz, Sudán del Sur, que tiene como fuerza esencial una población rebelde y combativa, podrá vencer todos esos retos y dejar atrás ese cartelito con el que ha nacido de ser la nación más pobre de África.
Fuente: Cuba Debate