El ocaso de Huachipato y el cierre neoliberal de una era de desarrollo regional

El reciente anuncio del directorio general de la Compañía de Aceros del Pacífico en la tarde del 20 de marzo del presente año ha dejado perplejos a los miles de trabajadores y familias que dependían laboralmente de la compañía, también a la comunidad regional y nacional que estaba atenta al devenir de la industria. Como ya venía siendo frecuente en diversas temporadas, los posibles anuncios de cierre de la industria, finalmente se hicieron realidad, se procedió a cerrar indefinidamente la principal empresa productora de acero a nivel nacional. En este plano, si bien es cierto que la compañía experimentó -en los últimos años- diversos ciclos de crisis, los signos de agotamiento que la compañía estaba presentando en un contexto de recesión, contracciones económicas y de hegemonía de políticas neoliberales provocaron su eventual cierre.

Por Jorge Ayala Córdova (*)

Huachipato nace como parte de un proyecto de modernización industrial impulsado por el gobierno Radical de Pedro Aguirre Cerda en cooperación con Estados Unidos, con el fin de impulsar un complejo industrial en diversas localidades del país, incluyendo Talcahuano. En 1947, el gobierno de Juan Antonio Ríos inició la construcción de la primera planta de la siderúrgica de Huachipato, comenzando sus funciones en 1950, constituyéndose en una empresa de capitales mixtos (privados y públicos) y que tuvo la función económica de producir bienes derivados del acero y abastecer al mercado nacional.

Esta etapa inicial se destacó por erigirse en un referente principal en materia de desarrollo industrial y de modernización socioeconómica, formando una nueva clase obrera con grandes beneficios sociales (la famosa élite obrera huachipatina), fomentar las capacidades de consumo, diseñar nuevos planes urbanos en la construcción de barrios obreros (como Las Higueras) y en la implementación de un modelo de trabajo propio del fordismo periférico.

Fidel Castro

Fidel Castro en Huachipato, Foto Armindo Cardoso (BN)

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Así, en las décadas venideras y de hegemonía del modelo de desarrollo de Industrialización por Sustitución de Importaciones, esta compañía se posicionó regionalmente como un punto de referencia en materia de desarrollo empresarial y de modernización desarrollista. Después de experimentar diversos cambios en su estructura económica y procesos operativos y organizacionales, es en la década de los ochenta 1980 cuando la empresa sufrió el primer impacto de las políticas de corte neoliberal. En ese momento, la gerencia de CORFO, en conjunto con los ministros de economía de la dictadura militar, decidió privatizar gradualmente la industria mediante la venta de acciones a sus propios trabajadores, mecanismo socialmente denominado «capitalismo popular».

En base a esto, la compañía en los años ochenta experimentó los primeros signos de modificación de los regímenes de trabajo y el debilitamiento de ciertos beneficios sociales, procediendo a flexibilizar los sistemas de contratación, los procesos de gestión de la mano de obra y a externalizar parte del personal. Sin embargo, a pesar de estos primeros golpes del neoliberalismo, Huachipato continuó siendo una empresa líder en materia de desarrollo industrial y productivo, ofreciendo altos niveles de estabilidad económica para sus trabajadores y proyección laboral para el conjunto de la comunidad en esta década.

Sin embargo, los primeros signos de crisis y de ruptura, en cuanto a la tradición del modelo desarrollista que esta empresa había heredado, se dieron a comienzos del nuevo milenio. En primera instancia, el problema de competitividad de la industria y posibles cierres se manifestaron en el año 2001, cuando los obreros de la industria protestaron en las inmediaciones de la misma por la importación de acero coreano. En ese momento, los trabajadores bloquearon los caminos y botaron el acero importado de los camiones que circulaban, exigiendo protecciones especiales frente a la apertura comercial que el país estaba desarrollando en materia comercial. En efecto, los gobiernos de la Concertación apostaron por impulsar un proceso de modernización económica y de crecimiento estimulando los Tratados de Libre Comercio con diferentes países, lo que dejó a la siderúrgica de Huachipato enfrentando un problema en cuanto a la cobertura del mercado nacional del acero y el ingreso de bienes producidos a un valor más barato. Además, la compañía experimentaba problemas de competitividad agravados por la falta de inversión en capital tecnológico e innovaciones industriales, lo que propició que la empresa quedara paulatinamente obsoleta para la nueva era de apertura de la economía de mercado.

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En el transcurso de estos últimos dos años, diversas fueron las iniciativas impulsadas por la compañía para impulsar una modificación en materia de comercialización, buscando así beneficiar a las industrias en materia de desarrollo. Por un lado, las exigencias que impulsó la compañía al gobierno para exigir un trato preferencial al acero chileno, y a la vez instó utilitariamente a los sindicatos 1 y 2 de los operarios de planta a impulsar la acción defensiva gremial para articular un frente social y sindical amplio en "Defensa del acero chileno". Sin embargo, la tardía respuesta de los actores sindicales, las decisiones gerenciales en materia de inversión y la nula iniciativa del gobierno, no lograron impedir el cierre indefinido de la industria.

 

Imagen aérea de la planta siderúrgica CAP Huachipato en 2014

 

En base a esto, nos quedan diversas preguntas por hacer. ¿Qué le queda por hacer a la comunidad laboral de Huachipato y a las organizaciones sindicales frente al cierre de la compañía por parte de los accionistas privados? ¿Qué le depara al Gran Concepción en materia de desarrollo industrial y del mercado de trabajo local que dependía del núcleo industrial que giraba en torno a Huachipato? ¿El gobierno de turno tendrá la capacidad de generar un viraje económico estructural frente al cierre de la compañía y modificar las cláusulas económicas en materia comercial que perjudicaron a la industria nacional, en su momento eje estratégico para el desarrollo nacional? ¿Qué rol va a jugar el Estado frente a la crisis estructural que enfrenta el modelo hegemónico neoliberal y el estancamiento industrial en cuanto a la trampa del ingreso medio? ¿El Estado debe jugar un rol meramente regulador y/o subsidiario en materia de fomento productivo o debe ser un ente activo como agente económico ante la crisis estructural que enfrenta la industria regional?

Estas interrogantes nos llevan a cuestionar el rol de la industria nacional en un contexto global de crisis del modelo de mercado y el propósito de las políticas de fomento. Además, nos incitan a reflexionar sobre el horizonte de estas políticas y a repensar la vigencia de los debates sobre las políticas de desarrollo y la articulación de un modelo que posibilite revitalizar las economías en múltiples escalas, pero con un horizonte redistributivo de la riqueza. Desde nuestra visión, estas políticas deben ser articuladas con una visión de proyecto país, considerando la perspectiva histórica que impulsó en su momento a la industria de Huachipato y la voz de los actores laborales no como meros actores pasivos, sino como entes articuladores de una demanda por una nueva política industrial de desarrollo.

(*) Sociólogo y doctor en Geografía de la PUC (c). Autor del libro "Historia del movimiento sindical de Huachipato. Procesos de acción y articulación política. 1970-2013"

Foto principal: Resumen

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