El bautizado como «Día de la Ira» por los participantes en las protestas que, desafiando el toque de queda, tomaron las calles de El Cairo y otras ciudades egipcias contra el autoritario presidente egipcio, Hosni Mubarak, alcanzó ayer unos niveles que podrían considerarse como preludio de un cambio de régimen, mas o menos revolucionario o con una transición más o menos pactada y pacífica. El «faraón» Mubarak ha dominado durante más de 30 años Egipto con la opresión política y la brutalidad policial, desde una posición de broker entre el mundo árabe e Israel. Mientras, el pueblo egipcio hacía frente a unos precios prohibitivos, a un desempleo crónico y a un iletrismo que casi llega a un cuarto de la población. Y lo ha hecho con la luz verde de su aliado y benefactor EEUU, el silencio europeo y la complicidad de su «socio en la paz», Israel.
Amplios sectores sociales han apoyado unas protestas, donde destaca la masiva presencia de jóvenes que han encontrado en las redes sociales como Facebook y Twiter un arma potente para eludir el Estado policial. Para preocupación de los «viejos amigos» de Mubarak, la organización islamista de los Hermanos Musulmanes también se ha unido a la protesta y, con ello, el rol que juega la religión crecerá. Pero sin duda, el canal por satélite Al-Jazeera ha galvanizado la frustración del pueblo árabe -aprovechando el momento, enfatizando el sufrimiento del pueblo y propulsando emociones insurgentes-, ayudando a crear una narrativa de rabia popular y lucha común a través del mundo árabe contra sus opresivos gobiernos.
A pesar de las similitudes superficiales, ni Egipto es Túnez, ni tampoco es el Irán del Sha Reza Pahlevi de 1979. Sin embargo, sería saludable que las protestas tuvieran éxito. Para desactivar la política de «camisa de fuerza» contra los opositores, tanto seculares como religiosos, y de falta de libertad y desarrollo del pueblo. Y para garantizar que las próximas elecciones presidenciales no supongan una coronación de Mubarak o de su hijo. Por el bien del pueblo egipcio y de un mundo más justo y libre.