[resumen.cl] El 11 de mayo de 1983 una convocatoria de la Confederación de Trabajadores del Cobre inició la serie de Jornadas de Protesta Nacional desarrolladas por la resistencia a la dictadura cívico-militar. Lugares de trabajo, centro de las ciudades y poblaciones fueron parte del escenario donde el pueblo se levantó contra el régimen.
A pocos meses de que se cumplieran 10 años de la instalación de la dictadura cívico-militar en Chile la población se desplegó ante el llamado de la primera Jornada de Protesta Nacional convocada para el 11 de mayo de 1983.
La convocatoria fue realizada inicialmente por la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC) en el marco de una huelga nacional contra las medidas instaladas por la dictadura.
Sin embargo, los instructivos difundidos apuntaban a la participación activa no solo del mundo del trabajo, sino de la población en su conjunto. La sistematización realizada por la historiadora Viviana Bravo en su trabajo «Piedras, barricadas y cacerolas» da cuenta de aquello: «No enviar a nuestros hijos al colegio; No comprar absolutamente nada; A las 8 de la noche golpear las cacerolas en las casas; Los vehículos transitando en las ciudades deben hacerlo en forma lenta» fueron parte de los lineamientos de protesta a realizar.
Y es que la protesta convocada para poco después del Día de la y el trabajador fue la primera con una participación general en términos de expresión de resistencia. No fue solo un sector o grupo específico de personas, sino más bien contribuyó a expresiones posteriores, de carácter amplio, que significaron una secuencia de más de 10 Jornadas de Protesta en los años venideros contra la dictadura.
Así, a poco andar del Plan Laboral instalado por José Piñera, seguido de la irrupción del sistema de Administradoras de Fondos de Pensiones y en un contexto no solo de vulneración a los derechos humanos sino que también de una profunda crisis económica, el pueblo optó por levantarse mediante una serie de expresiones de protesta.
Barricadas, cacerolas, intervenciones en las ciudades, enfrentamientos con los aparatos estatales fueron parte del abanico impulsado por el pueblo, lo cual incluso, señalan algunas investigaciones, no solo sorprendió a la dictadura, sino también «a los propios organizadores, dada la magnitud que llegaron a tomar los hechos».
Sin embargo, la represión no se hizo esperar. Cifras del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos señalan decenas de viviendas y centros vecinales allanados, 700 personas detenidas y 2 asesinatos de jóvenes en La Victoria y Lo Plaza.
El puntapié de la primera Jornada de Protesta Nacional contra la dictadura proyectó para junio de 1983 la segunda, y así sucesivamente. El conocido «¡Y va a caer!» contra el tirano ya se había instalado.
Fotografía principal: Paulo Slachevsky