La Plaza de Armas se llena de gente, miles de personas que se aglomeran bajo un mismo propósito, y no hablo de las marchas estudiantiles ni de la educación gratuita, hablo de la marcha por el asesinato de nuestro compañero Juan Pablo Jiménez y de la demanda por justicia. Mientras el rostro de miles lleva el peso de su nombre, nosotros marchamos junto a sus colegas que más de alguna vez nos acompañaron en alguna toma o protesta. La CUT brilla por su ausencia y varios de los partidos que levantan con cierta autosatisfacción sus banderas, desaparecen apenas fuerzas especiales decide dispersar violentamente la marcha.
Somos los rostros familiares los que quedamos a la intemperie tratando de continuar avanzando hacia el acto, veo algunos compañeros de KONECTA con los que ocupamos su empresa a finales del 2012. También nos acompaña un chiquillo de la Villa O'Higgins que conocimos en la toma de la Escuela República Dominicana, que algo asombrado y orgulloso abre paso junto a los estudiantes de la ACES.
Hace unos meses atrás podría haber hablado del 2013 con un dejo de preocupación, con la seguridad de que se avecinaba un año lento y de escasa movilización. Pero celebramos el año nuevo en una toma y febrero termina con trabajadores en las calles, es ahora cuando con una tremenda seguridad puedo afirmar que será un año que promete sorprender. Y es que no es casualidad todo lo que ha ido sucediendo en estos cortos dos meses de vacaciones, como dicen por allí la lucha no continúa si no que es continua.
El 2012 finalizó con los resultados de las elecciones municipales, y no me refiero al triunfo de tal o cuales candidatos, si no que a los molestos porcentajes de abstención que terminaron por claudicar la apuesta de que los últimos años de movilizaciones podrían haber sido capitalizadas por esta vía. Los argumentos desabridos del mal menor o la del "le están haciendo el juego a la derecha", sentadas sobre la lógica de una democracia asistencialista, terminaron por agonizar cuando un discurso nuevo y mal visto, (como casi todo lo realmente nuevo), se instaló.
Hablamos de la política como la capacidad de nuestra propia sociedad de discutir, zanjar y aplicar los cambios que considera necesarios para su desarrollo propio, no de una profesión a terno y corbata con un sueldo grotesco. Volvimos a bautizar conceptos que las garras de la dictadura y la llegada de la alegría nos arrebató; democracia, política y participación.
Democracia como el empoderamiento de la población sobre su propia vida y una participación que incluyese todas las herramientas posibles, no solamente un voto en las urnas cada 4 años. Nuestro discurso nace de una realidad concreta, en la cual los embutes de una educación mercantilizada que segrega y forma sujetos dóciles, no ha sufrido ningún cambio independiente de los 17 años de movilización estudiantil que se encargaron de denunciarlo y proponer salidas.
Una estructura que heredamos de la dictadura que inteligentemente generó la mayor cantidad posible de anticuerpos ante la amenaza del cambio, se sustenta en una institucionalidad que vela por su subsistencia y que ante sus parámetros no puede constituir una herramienta que la desestabilice. Es por eso que no nos extraña la incapacidad del Congreso, del ministerio o incluso de las municipalidades que tienen cierto grado de autonomía de servir como cauce para las transformaciones que exigimos. Lo que sí nos extraña es la persistencia de algunos sectores por abrirse camino en este terreno teniendo un movimiento social y diverso que dictamina lo contrario.
Chile comenzó a respirar otro aire desde que un fenómeno particular que merece examinarse con detención comenzó a producirse. Hablamos de localidades como las de Freirina o Aysén y otras tantas que comenzaron a levantarse demandando la mejoría de condiciones básicas en sus vidas, tan básicas que como diría Víctor Jara, sería el derecho de vivir en paz. El ejemplo del movimiento estudiantil ha servido para muchos como un punto de inicio, no solamente por su repertorio en cuanto a formas de movilizarse, tampoco debido a su discurso que ataca las raíces de un modelo, sino que también por sus innovadoras formas de organización. La horizontalidad, la democracia directa y el "obedecer mandando", son uno de los tantos principios que instalamos y que hoy se repiten en las nuevas experiencias de lucha que levantan estas localidades.
Un claro ejemplo, y por lo demás que atañe directamente a la ACES, es la Florida. Apoderadas del Colegio República Dominicana deciden tomarse el establecimiento luego de ser informadas de que el cierre del mismo colegio que habían construido los pobladores de la Villa O'Higgins hace 49 años atrás, era inminente. El proceso de lucha que han vivido las apoderadas del República nos recuerda bastante al proceso de madurez que hemos vivido nosotros desde el movimiento estudiantil. Reconocimos algo de nuestro discurso en sus voces, sobre todo cuando decepcionadas del silencio de las autoridades y de las falsas promesas de la oposición, dijeron; sólo nos tenemos a nosotros mismos.
Y es que en este negocio están todos implicados. Basta con echarle una ojeada al informe de contraloría sobre la pérdida de fondos destinados a los alumnos más vulnerables, a través de la SEP. La misma corporación de la Florida, de la cual dependía el colegio República Dominicana antes de ser oficialmente cerrado, es una de las más cuestionadas. $938 millones son los fondos desviados en gastos improcedentes, pero no hablemos solamente del designado alcalde UDI Rodrigo Carter, mencionemos de pasada al ex alcalde DC y candidato presidencial Claudio Orrego, que carga sobre sus hombros $326 millones de fondos desviados. Ni siquiera el PC se salva. Rodrigo Sánchez alcalde de la Ligua ostenta una modesta suma de 174.625.624 pesos chilenos faltantes entre las sumas entregadas por la SEP durante enero del 2010 a junio del 2011. Es una larga lista, pero la conclusión en resumidas cuentas es que por más buenas intenciones que existan, (y de esas sobran), quien decida sumarse en este juguetón bailoteo de los partidos políticos y la institucionalidad, está destinado a administrar un modelo que ni siquiera asamblea constituyente nos permite tener.
El panorama electoral del 2013, con las presidenciales y parlamentarias pilla una izquierda desarticulada y dispersa. Son tres o cuatro candidatos que se autoproclaman como candidatos de los movimientos sociales y varios ex dirigentes estudiantiles que también son bienvenidos en este tragicómico circo electoral. Un voto que la izquierda tendrá que dividir y repartir por el mejor postor, un voto que no articula ni propone alternativas reales para el campo popular. Si me preguntan a mí, este año con derecho a voto y todo, no dudaría en abstenerme.
Es verdad que la derrota es táctica y que seguirán cerrando colegios, contaminando nuestro medioambiente, asesinando en democracia o lucrando con nuestros derechos más básicos, pero la victoria y la lenta derrota de este modelo va de la mano con un movimiento emergente que desde los vestigios de las grandes movilizaciones en plena dictadura y de los procesos de lucha que fueron brutalmente congelados con la llegada de Pinochet, pretende volver a enarbolar banderas de cambio. El control comunitario como idea levantada el 2012 desde la ACES o las comunidades educativas que propone el FUR (Fuerza Universitaria Rebelde), son opciones de construcción que tienen su raíz en los procesos de lucha que evidencian los diversos sectores movilizados. Y para el 2013, más de alguna experiencia seremos capaces de levantar, incluso en la Florida las apoderadas ya han discutido esta opción. Se viene también una pequeña sorpresa para el inicio de clases, porque el control comunitario ya dejó de ser una propuesta que descanse en la oficina de partes del Ministerio de Educación y empezó a ser un horizonte en común.
No nos sentimos derrotados por no haber conseguido educación gratuita, todo lo contrario. Nos sentimos victoriosos porque hemos logrado abrir un nuevo ciclo de movilizaciones en nuestro país.La canción del NO, con la alegría ya viene, dejó hace bastante tiempo de escucharse. Las falsas promesas y la sonrisa conciliadora de la Concertación nos parece una buena anécdota que contar.
Ballesteros, Vallejo, Jackson son apellidos que poco a poco se acercan más a los Escalonas, Tohá y otros ex dirigentes estudiantiles que quisieron marcar la diferencia, y que terminaron marcando la diferencia con el mismo movimiento social. Como diría un gran periodista, de los tanto que pude conocer, ellos ya son parte de la conocida pejitocracia. En el caso nuestro, prometemos con la misma malicia de siempre, que tanto molesta a los grandes republicanos de nuestro país, que este 2013 se viene con muchas sorpresas.
Por Eloísa González