Lauren Williams / Middle East Eye
Traducido del inglés para Rebelión.org por Sinfo Fernández.
En Raqqa, la capital siria del autoproclamado Estado Islámico, está surgiendo una división de clases entre los muhayirin, o inmigrantes, que viven "como reyes", y los residentes locales sirios que han quedado bajo su mandato.
Los habitantes sirios que recientemente huyeron de la ciudad hacia la vecina Turquía han detallado las tensiones y discriminación existentes entre los extranjeros recién llegados, que se han incorporado al "califato", y los residentes locales que viven allí.
Miles de combatientes extranjeros procedentes de países occidentales y árabes se han unido a las filas del Estado Islámico, y muchos de ellos han elegido Raqqa como nuevo hogar en un intento de crear un Estado en expansión.
Aunque los nuevos reclutas relatan una existencia utópica en el califato y comparten fotos que suben a las redes sociales haciendo exhibición de abundancia de comida y lujo, los sirios de la localidad dicen que los extranjeros están ocupando la ciudad y que están tratando a sus anfitriones como ciudadanos de segunda clase.
Desde su nuevo hogar en un albergue para refugiados en la frontera turca, Wisam -que no desea dar su nombre auténtico por miedo a las represalias de lo que denomina como "células durmientes" que operan dentro de Turquía- dijo que los sirios de Raqqa tienen miedo y que un ambiente de desconfianza mutua y sospecha invadía toda la ciudad cuando él se marchó de allí hace un mes.
Contó que los grupos de combatientes extranjeros, que desconfían de los sirios más "moderados", estaban sometiendo a los habitantes de la localidad a acoso e interrogatorios, habían creado brigadas generalizadas y policía religiosa para reforzar las leyes religiosas y estaban produciéndose violaciones y agresiones.
"Se presentan en los cibercafés y exigen ver con quién estás hablando. Te confiscan el teléfono por la calle e inspeccionan tus contactos".
"Desconfían de nosotros".
Además, los residentes sirios dicen que cada vez hay más y mayores diferencias de clase entre los recién llegados y los civiles locales. Como reciben salarios que duplican o triplican los de los vecinos del lugar, según el grupo activista anti-EI "Raqqa está Siendo Silenciosamente Masacrada -RBSS, por sus siglas en inglés-", los inmigrantes viven una vida de lujo comparada con la de los sirios.
El grupo dice que los combatientes del EI tienen todas sus necesidades vitales más que cubiertas, incluyendo electricidad y sanidad gratuitas.
"El único criterio utilizado para que puedan disponer de todo tipo de servicios es que son muhayirin", explicó el activista Sarmad Al-Yilane, del grupo RBBS, que huyó de la ciudad hace cuatro meses.
Dijo también que estaban apareciendo notables diferencias de clase, ya que los bien pagados extranjeros estaban haciendo que se dispararan los precios de los productos básicos y de los alquileres.
"A los extranjeros se les paga en dólares, mientras que los residentes sirios cobran libras sirias", dijo. Por tanto, "el resentimiento no deja de crecer".
Otro de los habitantes de Raqqa que ahora reside en Turquía, Mohammad, se quejaba de que "los extranjeros consiguen de todo". "Compran lo mejor de todo, pero a los sirios les regatean hasta diez céntimos". Añadió que los combatientes del EI disponen de gas a precios subvencionados mientras los habitantes sirios se enfrentan a precios exorbitantes y, además, los del EI no necesitan hacer las colas del pan.
"Tienen una muy buena calidad de vida. En Raqqa solemos contar un chiste: Un combatiente egipcio del EI estaba hablando con su madre, que le suplicaba que volviera a casa y él le dice: 'En Egipto me dedico a limpiar zapatos. En Raqqa soy un príncipe y mi hijo será el hijo de un príncipe'".
Lujo para los combatientes del EI, colas del pan para los habitantes locales
Los sirios han subido a las redes sociales fotos de los combatientes del EI disfrutando de comilonas mientras ellos hacen cola para el pan.
Por su parte, los miembros del EI que han llegado a Raqqa han alardeado de disponer de comida abundante y un alto nivel de vida en su nueva capital.
"Las hamburguesas son mejores en el califato", escribió un combatiente británico.
Otros se referían a los habitantes locales de forma peyorativa como "madain", o civiles, en las redes sociales.
Con miles de sirios huyendo de Raqqa, tanto Wisam como Mohammad relataron que los recién llegados estaban ocupando las casas vacías. Según Wisam, los inquilinos de los apartamentos más deseables en las mejores barriadas estaban siendo expulsados a la fuerza
para dejar espacio a las nuevas familias extranjeras.
En uno de los casos, dijo, ocuparon un edificio tras acusar a su propietario de estar del lado del régimen del presidente sirio Bashar al-Asad.
"Confiscaron las casas", dijo. "Antes estaban viviendo en grupos, ahora se están esparciendo".
No es extraño escuchar por la calle lenguas extranjeras, incluso francés y dialectos norteafricanos, dijo. "Vienen de Chechenia, del Golfo, de Túnez, de Libia. Están por todas partes".
Aymen Yawad al-Tamimi, un compañero del Middle East Forum que documenta la información relativa a los combatientes, dijo que Raqqa se había convertido en un "bastión" de extranjeros cuya prioridad no era en absoluto liberar a los sirios sino establecer el nuevo califato. Y a pesar de algunos intentos por integrarse, dijo, "la enorme afluencia de extranjeros no hará sino incrementar el resentimiento".
Imagen destacada: Refugiados huyendo del avance del EI en el gobernorado de Raqqa en la frontera turca (Facebook/Raqqa is Being Silently Slaughtered)