[resumen.cl] Finalmente se dio inicio al funcionamiento de la Convención Constitucional, en una jornada marcada por las manifestaciones callejeras, por el represivo actuar policial, así como por una sesión llena de simbolismos que marcarán el derrotero del organismo encargado de construir nuestra nueva Constitución.
En medio de la revuelta de octubre, esa turbia noche del 15 de noviembre, se cedía a la presión de la calle y si, efectivamente, se iniciaba un camino para terminar con la constitución pinochetista, más adelante vendrían arreglos al acuerdo que terminó por salvar al gobierno de Piñera: paridad, escaños reservados y listas de independientes dieron un halo de mayor democracia al proceso.
Bien, en medio de una pandemia pésimamente gestionada, llegó el día de la instalación de una convención con mayorías de izquierdas. El día partió con una tensa calma, con diversas ceremonias organizadas por pueblos originarios, los mapuches en el cerro Huelén-Santa Lucía y los Aymaras a las afueras del palacio Pereira. Por otra parte, la lista del pueblo y agrupaciones de derechos humanos se reunieron en Plaza Dignidad, las feministas lo hicieron en la Universidad de Chile, el Frente Amplio se congregó en Plaza Yungay, los comunistas en la Alameda y los socialistas en el monumento a Salvador Allende.
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Todos desde sus respectivos lugares marcharon hacia el ex Congreso Nacional, donde se produjo la ceremonia de instalación, pero ello -que parecía tranquilo y normal- y hasta emocionante por ver al pueblo nuevamente en las calles de la capital cambió cuando, lamentablemente, los y las convencionales entraban al edificio que alojó al poder legislativo chileno hasta 1973, en ese momento se produjeron las primeras cargas policiales contra las y los manifestantes que acompañaban a los cargos electos hasta el anillo que "protegía" la Convención.
El gobierno de Piñera decidió romper con el desafío popular que llamó a rodear, a cercar la Convención. De la manera acostumbrada por esta administración, enviando a Carabineros a embestir contra el pueblo movilizado, guanacos, contingentes de policías armados y carros lanza gases volvían a protagonizar el paisaje urbano de Santiago para amedrentar la decisión de presionar la Convención, para que no pierda el sentido popular que le dio origen. Los lesionados y detenidos de la jornada están por conocerse, pero la manera de interlocutar entre el cuestionado gobierno de derecha y el proceso constituyente fue el peor de todos, el mundo observó un hecho indesmentible: esta convención se instala en medio de una revuelta que está viva y en desarrollo, el conflicto existe, aunque no se quiera ver.
Tal es así que los convencionales populares impidieron el inicio de la ceremonia de instalación, sin descanso y con fuerza gritaron consignas, impidieron la entonación del himno nacional y reclamaron airadamente a la mesa presidida por la secretaria del Servel, Carmen Gloria Valladares. Tras suspenderse la sesión muchos salieron del lugar para ver el nivel de represión e intentar detener el accionar de los mandados por Piñera, la cuestionada policía de Carabineros, algunos constituyentes golpeados y mojados, por cierto, al cabo de una hora volvieron cuando las cosas se calmaron relativamente. La ceremonia se reanudó.
Valladares argumentó que no hubo detenidos ni lesionados y que por eso retomaba la actividad, cuestionable argumento que logró cambiar los ánimos, así se procedió a la investidura colectiva de los constituyentes, mientras tanto, Plaza de Armas y Alameda concentraban a manifestantes y a la policía con su maquinaria represiva, tal como vimos en múltiples imágenes que circularon por redes sociales, porque claro, la televisión se cuadraba con Valladares y decía que ya no había "desmanes" ni "enfrentamientos", cosa que no era cierta o ojos vistos.
Luego vino la votación, en dos vueltas para elegir finalmente a la constituyente mapuche Elisa Loncón, académica de la Usach y candidata de los convencionales de su pueblo-nación, se sumaron a su propuestas personas del Frente Amplio, socialistas, comunistas y de la Vocería de los pueblos; la sorpresa vino del norte, pues la candidata Isabel Godoy, representante Colla y que reunió a los constituyentes nortinos y del Partido Comunista quedó muy bien posicionada en la primera votación. Finalmente, se logró instalar la presidencia, refrendada con un emotivo discurso de Loncón.
Pero la Vicepresidencia tuvo mayores problemas, los mapuches devolvieron la mano y votaron casi cerradamente por el candidato Jaime Bassa, del Frente Amplio, sellando el acuerdo político para dotar de una dirección a la Convención. El cargo hubo de decidirse en tres vueltas, finalmente algunos votos de derecha, grupo marginal en las tratativas, e independientes cedieron a la candidatura de Bassa, cuestión que logró zanjar la sesión del día.
La jornada terminó instalando institucionalmente el proceso, de hecho, se hicieron llegar propuesta de reglamento feminista y de derecha, esto marcará los días venideros, decidir los marcos en que funcionará la constituyente, en eso hay mucho que hacer y ya se plantea si la mesa debe trabajar colectiva y horizontalmente, con hasta siete puestos en la mesa que dirigirá el trabajo de la convención. El último punto del día fue para un minuto de silencio dedicado al homenaje necesario para los muertos de los 500 años de violencia contra los pueblos originarios, las víctimas de la dictadura, los femicidios y los muertos durante el Estallido Social; así como una declaración pública por las y los presos de la revuelta, instando a declarar la amnistía por parte de las instituciones del Estado.
Un punto para señalar y destacar, es que vimos ejercicios políticos parecidos a la lógica parlamentarista, en vivo y con transparencia, negociaciones sin cocina y que son obvias y necesarias, esto debe avanzar en mayor apertura en las semanas y meses que vienen, sin culpas, sin drama pero con honestidad.
Finalmente, un día intenso, con pocas sorpresas en el resultado final, pero que nos retrotrajo al Chile prepandémico, ese movilizado y del gobierno represor. Las postales inolvidables, la derecha totalmente marginada del debate político y unos movimientos sociales y populares haciéndose oír adentro y afuera de la Convención, pero que deben aprender rápidamente a manejarse en la política deliberativa y en la resolución eficiente del debate.