Entrevista en La Habana a las FARC, a una semana de comenzar las negociaciones de paz

A muy pocos días de las conversaciones de paz entre el gobierno colombiano y las FARC, el integrante de la dirección  de esa organización guerrillera, Comandante Ricardo Téllez (Rodrigo Granda), señaló que "el convencimiento del gobierno de Juan Manuel Santos de que no podían ganar la guerra en forma rápida los llevó a dialogar". Téllez, al que también se lo conoce como el "Canciller de las FARC", lleva en la insurgencia desde 1980, y mucho antes ya había pasado a la clandestinidad por su militancia en el partido Comunista de su país. Confesó que un momento muy difícil de las conversaciones exploratorias que comenzaron en 2010, se dio cuando primero fue asesinado el  comandante Jorge Briceño (Mono Jojoy), y luego lo mismo ocurrió cuando cayó en combate el máximo referente de las FARC, Alfonso Cano. "Allí nos vimos obligados a evaluar si tomábamos la decisión de seguir o pateábamos el tablero. Sin embargo, nos dimos cuenta que el objetivo era la paz, como siempre lo había definido nuestro Comandante Manuel Marulanda Vélez, y decidimos seguir intentándolo".  Téllez, no tiene la menor duda, y así lo expresó en La Habana, que  si se dan avances en el diálogo, esta vez podrían abrirse definitivamente las puertas de la pacificación.

-Fue muy difícil llegar  a este momento actual? ¿Cómo fueron las primeras conversaciones exploratorias?

-Este camino no ha sido sencillo, porque venimos de una guerra bastante dura, de ocho años del señor Uribe y dos años de Juan Manuel Santos. Una vez que el presidente Santos asumió el mandato, envió una carta al Secretariado de las FARC, diciendo que lo que nosotros proponíamos en la agenda de la Nueva Colombia bolivariana,  podía ser discutido, pero que lo que le hacía mal al país eran las formas de lucha que nosotros utilizábamos. De todas maneras, él reconocía que en Colombia había un conflicto, que era algo que no aceptaba Uribe.
A partir de allí comenzó un intercambio epistolar, que concluyó en una reunión que se hizo en Colombia, al que le siguieron algunos encuentros en otros territorios no colombianos,  para después terminar en Cuba, en reuniones que denominamos "discretas y secretas" durante seis meses, hasta llegar al actual momento.

-Ustedes durante un largo tiempo, insistieron, a diferencia del ELN, que las conversaciones tenían que ser en Colombia. ¿Qué los hizo cambiar de opinión?

-Fíjese que desde tiempo atrás, en el gobierno de Gaviria, dialogamos en Caracas, y luego en México. Para nosotros el sitio nunca fue una cuestión de principios, sino que lo importante es tener la fundamentación y la confianza para encarar los diálogos.

-¿Cuánto tiempo deliberarán en Oslo?

-Lo de Oslo es solamente la instalación de la mesa, allá deliberaremos dos o tres días a lo sumo, y luego lo importante se discutirá en La Habana. También acordamos que también se podrán realizar reuniones en otros países (N.de R.: No se descarta que una de esas sedes pueda ser Argentina o Brasil) de acuerdo a cómo se vayan dando las discusiones.

-¿Cuáles son las razones que los lleva a pensar que el establishment colombiano tiene necesidad de encarar la paz precisamente en este momento?

-Ellos llevaron adelante con todas sus fuerzas, el Plan Colombia. La idea era exterminarnos en cuatro años, en forma física. Es decir, demostrarle al mundo que la guerrilla podía ser derrotada por esa vía militar. Esos primeros cuatro años del señor Uribe no fructificaron en lo que él pretendía. Logró otros cuatro años con su reelección, y en ese período se invirtieron más de 12.000 millones de dólares en la guerra en Colombia. Está la presencia norteamericana, hay personal israelí y del Reino Unido y de otras potencias, metidas en la guerra contra el pueblo colombiano. Ellos habían hablado del post conflicto y resulta que eso que pretendían, no se ve por ningún lado.  Tenemos una guerrilla fuerte, bien equipada, que obviamente ha sufrido algunos golpes duros pero que supo adaptarse, con mucha facilidad, a las nuevas formas que asume la guerra en Colombia.
Ese aspecto, de no poder ganar la guerra en forma rápida, llevó al convencimiento del señor Santos y a sus patrocinadores, los EEUU, de que era mejor dialogar. Nosotros somos abanderados de la paz y del diálogo. Y nos alzamos en armas precisamente porque se nos habían cerrado esos caminos. Ahora bien, el establecimiento colombiano piensa incrementar al máximo todas las políticas neoliberales, ya que tienen 52 tratados de libre comercio firmados con diferentes países del mundo, una buena cantidad de proyectos agro-industriales y mineros, más proyectos energéticos multimillonarios. No nos olvidemos que Colombia es uno de los países más ricos del continente: nosotros tenemos oro, plata, esmeraldas, a lo que hay que sumarle costas en los dos mares, y la selva amazónica. Todos estos proyectos que las trasnacionales impulsan se chocan contra una resistencia armada. A partir de allí, nuestros enemigos deducen que es mejor solucionar este conflicto por la vía dialogada. Además, en función de la crisis que vive el mundo, y especialmente Europa, temen que sus consecuencias podrían generar un caldo de cultivo, para que a partir de la experiencia que tienen las FARC, surjan otras guerrillas en el continente.

-Sin embargo, Juan Manuel Santos insiste en que las FARC están contra las cuerdas, que los últimos golpes los han debilitado, y que precisamente por eso ustedes se sientan a dialogar.

-De ninguna manera. Uno de los principios de la guerra, es que con los derrotados nunca se dialoga. Si yo gano la guerra y someto al enemigo, para qué me voy a poner a dialogar. Eso no tiene ningún sentido.  Esas suposiciones existen en la mente de ellos mismos, pero la realidad les demuestra día a día que están equivocados. La confrontación armada hoy, y esto lo saben los altos mandos militares y lo han dicho en reuniones de Palacio, puede durar otros 20 o 30 años más. De allí es que han tenido que reflexionar sobre la necesidad de buscar otros caminos para terminar con la guerra. En función de ello, nosotros nos hemos atrevido a insinuarle al gobierno, que lo importante sería parar la mortandad que acarrea la contienda,  nuestro interés es construir la paz, pero una paz con dignidad, con justicia social, que se encaren los problemas del pueblo colombiano.

-¿Qué está pidiendo con urgencia la guerrilla?

La guerrilla no está pidiendo nada para ella, no necesitamos nada del establecimiento. A nosotros nos han movido cuestiones altruistas y que el país y el continente puedan vivir en paz.
Si estos 48 años de lucha armada permanente logran que se canalice una apertura democrática , que en Colombia se cambien las formas de hacer política y se respeten los derechos humanos y la integridad de las personas, y que nuestro país se inserte en la nueva realidad latinoamericana, y que aporte a la paz nacional y del mundo, creo que ha cumplido una misión muy importante. Hay que recordar que nosotros en un momento dado quisimos cambiar esta forma de lucha. Ahora bien, si ahora se abren las compuertas que nos cerraron en 1964 y se nos permite en pleno plan de igualdad con otras fuerzas ir a la plaza pública, estaríamos dispuestos a hacer eso, pero deben convencerse nuestros enemigos que no se va a dialogar con una guerrilla vencida. Ese fue el error de los sucesivos gobiernos colombianos, creer que cada vez que se abría la posibilidad de un diálogo, era porque la insurgencia estaba derrotada. Esa es una estupidez, y saben que en el momento actual es insostenible para ellos.

-No creen que pudiera haber otra manera de ver esto. Le explico: el presidente Santos enfrenta la posibilidad de una re-elección muy pronto, y él sabe que si estas conversaciones fructifican, se puede convertir en un abanderado de la paz y de esta manera revalida su idea de seguir gobernando.

-La paz tiene muchos amigos y es indudable que en Colombia se ha despertado un fervor extraordinario hacia ella. Se respira el fervor de un verdadero plebiscito internacional que llevará adelante estos diálogos. Tengamos en cuenta que este es el conflicto más largo del hemisferio occidental. Es indudable que quien tenga las banderas de la paz en este momento, puede aspirar no solamente a una reelección, sino a pasar a la historia como un hombre que hizo todo lo que tenía en sus manos para que su pueblo viviera mejor. Ese es un desafío que tiene el Presidente. Si él quiere hacer historia, tiene la gran oportunidad, pero el establecimiento en su conjunto tiene que estar preparado a hacer algunas de las concesiones que siempre las FARC han buscado, porque se trata de dos partes en la cual ninguna ha derrotado todavía a la otra.

-¿Qué diferencia hay entre estas conversaciones que van a empezar y las anteriores que se dieron en otros momentos de la confrontación?

-El Presidente tiene en este momento un respaldo muy grande a nivel nacional,  y un entorno latinoamericano diferente al que había en los diálogos del Caguán. A la vez, se ve que hay una apoyo mucho más grande por parte de los Estados Unidos para evitar que continúe la guerra en Colombia. No olvidemos que ellos han sido los promotores de esta guerra, y si ellos paran de echar leña al fuego, seguramente se podrá avanzar también. Otra de las situaciones que se puede ver, es que ya el señor Presidente involucra al alto mando militar, incluyendo en las conversaciones a algunos oficiales de alta categoría. Ahí hay también representantes de los gremios económicos, que saben que con un esfuerzo que se haga, y reconociendo  toda la cantidad de factores que han originado el conflicto y solucionando esas causas, se puede avanzar hacia un proceso de paz. De allí que nosotros consideramos que hay algunas variaciones que nos permiten que hagamos una experiencia mucho mayor que otras ocasiones.
En ninguno de los procesos anteriores había una real voluntad de paz por parte del gobierno colombiano. Si el señor Santos va a utilizar esa bandera para la politiquería, él deberá pagar ese costo histórico frente al país. Hoy se da una oportunidad, nosotros como FARC tenemos la voluntad política de avanzar, siempre y cuando se encare esto con seriedad,  y que se pueda ir demostrando que hay ganas de solucionar el conflicto.
En estas conversaciones de ahora, nosotros le hemos dicho al gobierno que venimos a la mesa sin arrogancia, dispuestos  a poner músculo, nervio, pensamiento, ideas, pero también somos conscientes que, tratándose de arreglar un problema tan grave, quien más tiene, más tiene que aportar.
El gobierno, el Estado, tienen mucho para darle al pueblo de Colombia. Las FARC, por nuestro lado, tenemos ideas para arrimar a la construcción de una Colombia digna, soberana y en paz, pero aquí quien tiene la plata es el gobierno...

-¿Cuánta influencia puede tener en este contexto el discurso que viene lanzando Alvaro Uribe, oponiéndose a estas conversaciones?

-Este sector es minoritario, en el momento actual, tiene alrededor de un 18 % de representación. Es un discurso exageradamente retardatario, lleno de odio, venganza y retaliación. Son fanáticos de la guerra, pero eso a nosotros no nos preocupa demasiado, porque cada día que pasa , el pueblo colombiano va tomando conciencia de quiénes han sido los promotores de esta violencia. Con Uribe están reubicándose esos sectores que son peligrosísimos.  Los Estados Unidos, al apoyar los diálogos -por lo menos eso es lo que ha dicho el Departamento de Estado-, significa que se separan un poco del señor Uribe Vélez, y quien mejor que los gringos para dar esa señal. Ellos tienen todos los expedientes de cuál ha sido el prontuario de Uribe desde que se inició en la  política colombiana. Él figura en el puesto número 82 de una lista que tiene en su poder la DEA.

-Volviendo al tema del cese del fuego: Si esto no se produjera, y se incrementan las acciones militares por parte del gobierno Santos, ¿no creen ustedes que  se ponen en serio peligro estas conversaciones?

-Siempre es peligroso dialogar bajo fuego.  Intentar hablar bajo las balas y los bombardeos, es un riesgo muy grande. Nosotros no estamos pidiendo en estos momentos un cese del fuego, sólo hemos sugerido que deberíamos evitarle más muertos al país. El gobierno respondió que no, que ellos van a seguir con los bombardeos y las operaciones militares. Entonces, es obligación de la guerrilla, defenderse.  Nosotros insistimos en que quisiéramos evitar más dolor, pero parece que el gobierno considera que así vamos a tener una ventaja militar. Si no fuera por la tragedia que representa para el pueblo colombiano, esto llamaría a  risa. Pero es indudable que al establecimiento parecen no importarle mucho la vida de sus propios soldados, y de la gente del pueblo, que toda guerra causa.  Ellos consideran que el alto el fuego debe producirse al final, y nosotros pensamos que la movilización permanente del pueblo y la misma presión internacional  pudiera ayudar a que las partes cesáramos el enfrentamiento armado, sin ventajismos de carácter estratégico para ninguna de las dos partes.

-Otro tema difícil es el de los tiempos. El Presidente Santos habla de que a más tardar, en junio o julio del 2013 el conflicto debería tener ya soluciones, mientras que Timochenko ha planteado que esto va a ser un proceso largo.

-Timochenko lo dijo, y no habría que ponerle a esto términos fatales. Solamente para llegar ahora a conformar una agenda nos demoramos dos años. Esta guerra lleva 60 años, por eso nos parece que es muy precipitado lo dicho por el Presidente, que considera que el conflicto se puede arreglar de la noche a la mañana. La vida es mucho más rica que cualquier cuestión que se proponga en la agenda. Los mejores planes, fallan. Entonces, vamos a ir mirando cada uno de los puntos de la agenda, vamos a ir construyéndola, sin pausas pero sin prisas, como dijo un ex presidente de la República. Aquí lo importante no son las carreras de cien metros, sino que se vayan llegando a acuerdos y que el país y el mundo vean, que vale la pena seguir dialogando. Nosotros no estamos dispuestos a trabajar contra reloj, no somos parte de las Olimpiadas que acaban de terminar.

-¿Qué significado le dan a la frase "dejación de armas", que figura en el Acuerdo marco para empezar los diálogo?

-La frase tiene muchas interpretaciones. Nosotros hemos dicho que si se abren las puertas a la paz, si se hacen un montón de cambios, si se respiran nuevos aires, las armas, al fin y al cabo, son simples hierros, que en un momento dado se pueden silenciar. Lo que no se pueden ocultar son las ideas que cada combatiente tiene en la cabeza. Las armas, mientras no haya hombres dispuestos a dispararlas, por sí sola, no cumplen ningún papel. Ellas sirven para defender al pueblo, de la tiranía, para evitar la esclavitud. Esas armas han posibilitado que ahora el país vislumbre, por fin, la anhelada paz.

-Ustedes se alzaron en armas, para denunciar un orden injusto (así lo expresaban sus comunicados fundacionales). ¿Qué les hace pensar ahora que en esta mesa de negociaciones podrán obtener lo que se les negó en tantos años de insurgencia armada?

-Nosotros hemos dicho que no vamos al diálogo para que nos hagan la Revolución por contrato. No se trata de hacer la Revolución en una mesa de negociaciones. Sostenemos que aquí hay dos partes enfrentadas, con criterios de carácter antagónico. También decimos: ustedes nos obligaron a tomar las armas, buscaron por todos los medios eliminarnos y no lo han logrado. La esencia de la guerra es someter la voluntad de lucha del contrincante, y eso tampoco lo ha podido hacer ni lo va a lograr el Estado colombiano. Entonces le decimos al presidente Santos: si usted abre las compuertas y da pie a un nuevo país, las armas pueden ser silenciadas y buscar por otras vías que se cumplan nuestras reivindicaciones. En 1964 lo dijeron nuestros fundadores, nosotros queríamos la vía pacífica para la toma del poder, pero nos respondieron violentamente. Como somos revolucionarios, que de una u otra manera tenemos que cumplir nuestro papel, nos alzamos en armas hasta que haya cambios en el país.
Si los cambios comienzan a producirse, entonces nos insertamos en la política, porque las armas no van a cumplir allí ningún papel. Es tan estrecho este sistema colombiano, que da vergüenza, comparado con otros países del continente y del mundo. En otras partes no se asesina a una persona porque esté en contra de tal o cual posición del gobierno, o sencillamente por reclamar respeto a la dignidad humana, o defender la soberanía del país. En otros países no se asesina a la gente que hace una manifestación o una toma de tierras. En Colombia, pensar diferente al establecimiento ha causado en la primera etapa de la violencia, 300 mil muertos, y en esta parte que llevamos,  ya se pasa de 250 mil muertos. ¿Dónde se llevó una guerra más cruel y más bárbara contra un pueblo desarmado? ¿Qué no se ha empleado contra las FARC en este último tiempo? La más alta tecnología de punta, los drones, aviones super Tucano, los globos, toda la inteligencia militar del enemigo, los micro chips, bombas inteligentes, para quebrar la voluntad de gente que pelea para que en el país haya justicia social, libertad y una verdadera democracia.

-Uno de los puntos nodales del acuerdo marco que será discutido en las conversaciones es el tema de la tierra. ¿Cuáles son los planteos de las FARC para solucionar la situación de los campesinos colombianos?

-Nosotros hicimos un pacto de caballeros, hay unos puntos que se van a discutir en la mesa. Con el tema de la tierra y el desarrollo agrario vamos a comenzar la discusión. Por eso, por el momento no vamos a dar por micrófono lo que debe ser discutido en la mesa de diálogo. Tenemos una visión muy concreta y propuestas que hacer, además de recoger el sentir de las organizaciones agrarias, campesinas, indígenas, afro-descendientes. Igualmente tendrán que participar en las discusiones y darnos orientación, las organizaciones vinculadas a los problemas del campo, pero no solamente eso, sino que también hay que ver la cuestión de la salud, de la educación, de la vivienda, de la ecología y toda la cuestión de la tierra.

-Exigirán la reforma agraria?
-Colombia es el único país de América Latina donde no se ha producido jamás una Reforma agraria. El 87% de las mejores tierras del país están en manos del 4% de los poseedores. Las grandes haciendas de más de 500 hectáreas se han aumentado a costa de los pequeños campesinos. El problema del latifundio en Colombia dio origen a las primeras guerrillas. Ahora soportamos la embestida de las trasnacionales que quieren apoderarse de las tierras, con grandes proyectos mineros y agrario-industriales. Tengamos en cuenta que la tierra, en estos momentos y a nivel mundial, ha adquirido precios desorbitantes.

-¿Cómo puede participar la sociedad colombiana actual en las conversaciones de paz?

-En la mesa se acordaron algunos mecanismos. La gente que está en el país puede citar foros, asambleas, encuentros, mingas, donde puedan estar discutiendo, por ejemplo, el problema de la tierra. Igualmente se pueden hacer encuentros nacionales para que allí se aporten y se recojan todas las ideas. El problema de la tierra en Colombia ,no ha aparecido de ayer para hoy, es un problema histórico, y las organizaciones campesinas, indígenas y afro-descendientes, han venido teniendo una trayectoria de combate, lo mismo ocurre con las FARC. El 20 de julio de 1974 las FARC expidieron el programa agrario de los guerrilleros. Ahora actualizamos todo eso, y lo llevamos a la mesa  para discutirlo.

-Pero el gobierno Santos afirma que ya está encarando el problema de la tierra.

El gobierno está interesado en hacer algunos cambios a nivel de la tierra, porque tienen el interés de meter toda la cuestión del capitalismo en el campo. El problema es que necesitan integrar esas dos terceras partes de Colombia que representan al país olvidado. Allí, en ese territorio se encuentra la guerrilla  y no se registra presencia del Estado. Por lo cual todo ello tendremos que discutirlo cuando toquemos el punto del desarrollo agrario.

-Además, está el tema de las áreas con plantaciones de coca, y lo que significa a nivel de monocultivo.

-Las plantaciones de coca no sólo están en áreas de la guerrilla sino en casi todo el país. Dentro del acuerdo marco, hay un punto para discutir el tema de los monocultivos.  Fíjese que ahora, en la Cumbre de Cartagena y en la Iberoamericana que se va a hacer en España, uno de los problemas que se discute es la lucha contra el narcotráfico. En marzo de 1999, nuestro comandante Manuel Marulanda Vélez hizo un estudio sobre el Municipio de Cartagena del Chairá. Ese estudio lo presentó a la primera reunión que se hizo sobre cultivos ilícitos y defensa del medio ambiente en el Caguán. Este es un plan totalizador y tiene plena vigencia, para toda Latinoamérica,  para que se discuta en la OEA y también en la ONU. Es hora que el Departamento de Estado norteamericano vea que hay una forma diferente de atacar el tema de la producción y comercialización de narcóticos en el mundo. Para eso no se necesita solamente la cuestión represiva, ya que este es un fenómeno económico, político,  militar y social. Millonarias fortunas se mueven allí. En este momento lo que circula en el mundo por narcóticos son 670 mil millones de dólares. Todo ese torrente de billetes está irrigando la cuestión financiera de los EEUU. Para América Latina revierten 20 mil millones, y Colombia, que se dice que exporta el 80 % de la cocaína, recibe 4.500 millones de dólares. ¿Quién está haciendo el gran negocio?  Pero además de ello, la coca está ligada al tema de los precursores químicos, producidos por el primer mundo. Está ligado al tema de los armamentos. ¿Quién los fabrica? Ellos también, Occidente, el primer mundo.
Como se ve, son temas demasiado serios, y el Estado se ha dado cuenta que esa guerra, ya la perdió. Por eso, los otros países están viendo  como atacan este fenómeno, y en ese punto también las FARC tienen propuestas para encarar soluciones. Es contradictorio, pero en ese aspecto podemos ser aliados de los Estados Unidos. Y con Europa también, ya que ellos están perjudicados en su juventud, y nosotros pagando los costos de una guerra que no es la nuestra.

-Imaginemos que las conversaciones de paz funcionan, a base de cambios y algunas concesiones. ¿Qué se hace con las bases norteamericanas?

-Ese es un problema de soberanía nacional y nosotros nos hemos opuesto por principio a que haya bases militares, con tropas extranjeras en Colombia. Allí se metieron con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico, haciendo luego la guerra contrainsurgente más devastadora. Nosotros hemos recibido las bombas. Ningún narcotraficante ha muerto por culpa de ellas, cuando supuestamente eran el objetivo de estas bases. Todo lo que hay en Colombia en función de las bases es para controlar el continente sudamericano, sino que también apuntar hacia el África. Nosotros estamos firmemente convencidos que esas bases, asesores y tropas norteamericanas , le harían un gran favor a la paz, abandonando el territorio colombiano.

-¿Cuánto puede influir en estas negociaciones el resultado de las elecciones norteamericanas?

-Con eso se especula mucho, a pesar que la política exterior norteamericana es compaginada por los dos partidos. Sugieren que el candidato republicano es mucho más duro que Obama, o que éste va a cambiar de posición, pero la realidad es que en política exterior marchan como un solo hombre. Uno quisiera, pero son deseos, que el señor Obama tuviera una diferente forma de observar América Latina. Que viera que ese bloqueo sobre Cuba es obsoleto y que él como un demócrata debería ayudar a levantar esto. O esa cárcel de Guantánamo que aún mantienen, y que debería desaparecer. Lo real es que en política exterior, los EEUU han venido apretando cada vez más el cuello a América Latina, por eso se están quedando solos en el continente.

-Valoran los cambios que se vienen produciendo en el continente a nivel de integración de los países?

-Claro, ha surgido una nueva forma de hacer diplomacia, de los países latinoamericanos. El hecho de que la OEA esté tan desprestigiada, y que organismos como la CELAC y Unasur, hayan tomado impulso y no estén allí representados ni gringos ni canadienses, significa que su política exterior hacia Latinoamérica ha fracasado. Para los pueblos ellos son un peligro, un monstruo sediento de nuestros recursos naturales.

-¿Se imaginan participando de alguna forma en las próximas elecciones colombianas?

-Ese es muy pronto para hablarlo. No hemos instalado aún la mesa de conversaciones.  Nosotros estamos las 24 horas pensando en cómo vamos a asumir el reto de tratar de llegar a un acuerdo final y comenzar la construcción de una paz para Colombia. No somos politiqueros de oficio, hay mucha gente a la que le gusta eso, nosotros tenemos otra manera de ver y entender la política. No nos seduce el sistema electorero vulgar, y menos con esa forma que se hace en Colombia, que para llegar al Parlamento, si usted no tiene mil o dos mil millones de pesos no puede llegar. Por eso, fíjese que quienes están allá, la mayoría están investigados ( o incluso presos) porque la corruptela de ese Parlamento colombiano es asombrosa. Lo mismo pasa con las gobernaciones y las alcaldías. Es que las clases gobernantes de nuestro país son todas corruptas, y han abusado de un pueblo que es bueno, sencillo y trabajador.

-Ustedes creen que hubiera sido mejor contar en estas mesas que se están por abrir, con la presencia del ELN?

-Nosotros ya hicimos una experiencia con ellos en la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar. En Tlaxcala, estuvo el ELN, el EPL y también nosotros. Desafortunadamente, eso no prosperó. Con el ELN veníamos teniendo algunas fricciones hace un tiempo atrás, esto por lo menos ya se paró, y estamos en un proceso de unidad bastante avanzada. Nosotros comenzamos este proceso con el gobierno de forma separada, pero de todas formas siempre dijimos que las puertas están abiertas para sumarse, pero el ELN es una organización soberana, y ellos pueden hacer su propia experiencia. Si en un futuro podemos coincidir, sería muy interesante compartir una mesa con ellos.

-¿Qué ha pasado con la idea que ustedes manifestaron, de que se incorpore a la mesa, Simón Trinidad?

-Ese es un punto que nosotros llevamos a la mesa de diálogo. Ya hay experiencias, Mandela estaba en la cárcel 7 años, y desde allí logró incidir mucho para derrotar el Apartheid. Simón está condenado por cosas de las que lo acusan, pero todo el mundo sabe que se trata de un montaje y una venganza por el solo hecho de pertenecer a las FARC. Nosotros consideramos que él debe estar en la mesa y vamos a pelear por ello. Sugerimos que los EEUU, para remediar en parte tanto mal causado, deben facilitar las cosas, y esta sería una forma de hacerlo, permitiendo su presencia en las negociaciones.

-Cuando se encaran este tipo de negociaciones, siempre aparecen  palabras claves como "reconciliación", "reparación", "comisión de la verdad".  ¿Qué opinan de ello de cara al proceso que van a comenzar?

-Nosotros creemos que en Colombia puede haber un gobierno de reconstrucción y reconciliación nacional. Eso puede llegar en un momento dado, sin embargo no nos dejamos llevar por la palabrería vana ni tampoco necesitamos salir a copiar de otras partes. Aquí ha habido una guerra, si el gobierno tiene la disposición política de arreglarla, y nosotros la tenemos, incluso podemos crear nuevos conceptos en muchas cosas. Cada conflicto tiene sus particularidades, y el de Colombia ha sido extremadamente específico. Todos estos temas que usted plantea se irán tratando en la mesa de diálogo en su debido momento.

-En los últimos años, varios de sus compañeros del Secretariado han resultado muertos en combate,  producto de la ofensiva del Ejército. ¿Cómo han repercutido estas muertes en vuestra lucha?

-Los compañeros caídos en combate están presentes en cada actividad de los hombres y mujeres de las FARC. En cada uno de nuestros campamentos se tienen sus retratos, sino que todas las noches se les evoca en las obras culturales. Fueron nuestros guías, nuestros maestros, son hombres únicos que ofrendaron todo por la paz en Colombia. Hombres indoblegables que han trascendido más allá de lo que ahora vemos, y que con el tiempo su imagen crecerá inmensamente. Son verdaderos héroes de la Patria. En algún momento habrá que darles el reconocimiento que se merecen. En muchos países del mundo ha pasado así, a la gente se le persigue, se le encarcela, se le denigra, y después, cuando las situaciones cambian, resulta que eran los hombres que portaban la verdad histórica, que ofrecieron todo su esfuerzo para cambiar la realidad de humillaciones que vivía nuestro país.

-¿Cómo cree que recibirán las mujeres de Colombia estas conversaciones de paz, esas mujeres que son madres, que son hijas de guerrilleros como ustedes, o esas otras mujeres de la sociedad colombiana que han sufrido la violencia en todos estos años?

-Las mujeres y todo el pueblo, han recibido esta noticia con mucho alborozo. La primera encuesta muestra que el 80% del pueblo colombiano está por la paz. Cuando en febrero nos reunimos por primera vez con el gobierno, estos prácticamente decían que el país quería una guerra , que nos detestaban, y nosotros les decíamos, no señores, la paz es la que predomina en Colombia y ustedes tienen una distorsión total de las cosas. Ahora nos han tenido que dar la razón, y si las cosas funcionan esto va a ir creciendo, y nuevos actores vendrán a integrarse, no solamente en la sociedad colombiana sino también del exterior.  Usted ve que el Papa ha apoyado los diálogos de paz, igual que Naciones Unidas o la Unión Europea, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, y la de Brasil.  Ojalá que quienes tenemos la responsabilidad de sacar este proceso adelante, podamos cumplir la misión que se nos ha dado.

-¿Siguen teniendo el socialismo como meta?

-Claro, ese es el único sistema que puede salvar al planeta Tierra. Nosotros hemos peleado por el socialismo con las armas en la mano porque no nos han dejado otra opción. Vamos, indefectiblemente, por la toma del poder para el pueblo. Eso no lo hemos escondido jamás. O se nos permitía hacer política para exponer nuestros ideales y alcanzar nuestros objetivos por la vía legal, o nos cerraban el camino violentamente como hicieron todo este tiempo. No negamos nuestras condición de socialistas. Las revoluciones las hacen los pueblos y nosotros somos parte de ese pueblo. Podemos tratar de organizar militarmente a nuestro pueblo, pero también lo podemos organizar políticamente. En el momento en que se respete la vida de esas personas que organizamos políticamente. Lo que no podemos repetir es la historia de la Unión Patriótica, el genocidio más grande de América Latina, con 5 mil muertos, cuando tratábamos de abrir un espacio político. Fue un costo extremadamente alto para un país como Colombia.

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