Por Joaquín Pérez
"Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor." Pablo Neruda
En una polémica decisión, la Universidad de Alicante en España (Comunidad Valenciana) accedió a eliminar el nombre de Antonio Luis Baena Tocón, alférez del ejército franquista, que obró como secretario judicial de uno de los consejos militares que condenaron a muerte al poeta, dramaturgo y combatiente republicano Miguel Hernández. La acción fue solicitada por el hijo de Baena Tocó, funcionario de la misma Universidad.
Según informa el diario "El País" de España, la acción se ampara "en la ley de protección de datos personales y del reglamento europeo, el solicitante anuncia una reclamación a la Agencia Española de Protección de Datos y el inicio de un procedimiento judicial en caso contrario».
El hijo de Baena justificó la medida al mismo diario señalando: «He constatado falsedades respecto a cómo era su forma de ser y actuar, de cómo fue su vida… Lo presentan como verdugo y fue una víctima más».
El poeta del pueblo, Miguel Hernández, aquel que su padre retiró de la escuela a los 14 años para que se dedicara al pastoreo, el que se autoformó en los cerros leyendo lo que conseguía en la biblioteca pública de su pueblo Orihuela, que cuando a fue a Madrid por primer vez a presentar su poemas debió dormir bajo los puentes, aquel que cuando se inició la Guerra Civil no se quedó en la retaguardia, sino que se inscribió en V Regimiento, la primera línea del frente de batalla; tiene una relación con la poesía chilena, que no sólo lo vincula a Neruda, el embajador chileno ante la Repíblica Española, sino también al poeta Juvencio Valle, corresponsal de guerra de la revista Ercilla, quien intentó las últimas gestiones con el poeta Rafael Alberti, para que Miguel Hernández fuera incorporado en la lista de intelectuales y artistas a evacuar en los últimos días de la República, gestión que resultó infructuosa.
Derrotada la República ante el fascismo franquista, Miguel intentó salir de España a través de Portugal, pero fue capturado por la policía de la dictadura de Salazar y entregado a las nuevas autoridades españolas que lo detuvieron en Huelva, luego Sevilla y finalemente Madrid. Neruda logra hacer gestiones con un Cardenal español para que le liberen en septiembre de 1939. Mientras estaba en presión, su pareja Josefina Manresa le envió una carta en la que mencionaba que sólo tenían pan y cebolla para comer; el poeta compuso en respuesta las Nanas de la cebolla. Puesto en libertad, Miguel Hernández retornó a su pueblo Orihuela a ver a su compañera y su hijo, pero fue nuevamente detenido, enviado a prisión y condenado a muerte en marzo de 1940. En junio de ese año, tras gestiones de algunos sacerdotes católicos, la pena es conmutada por 30 años de cárcel, pena que no logrará a cumplir ya que muere en los calabozos de franquismo de tuberculosis el 28 de marzo de 1942, cuando recién tenía 31 años de edad.