Mientras el Athletic Club de Bilbao, símbolo deportivo del pueblo vasco, disputaba su segunda final europea en sus mas de 100 años de historia deportiva, el tribunal supremo de la justicia española condenaba a 6 años de cárcel a los líderes políticos del independentismo vasco artífice del actual proceso de paz, que puso fin a la acción armada de ETA.
El Estado español determinó además la prohibición para ocupar cargos de elección popular por 7 años, en momentos en que la izquierda independentista vasca aumenta su votación en cada elección y las encuestas la sitúan como la principal fuerza política de cara a las próximas elecciones.
España trata de frenar el proceso soberanistas democrático iniciado por el pueblo vasco que tiene en Arnaldo Otegui, uno de los hoy encarcelados, su principal cara.
Foto: Otegui junto Gerry Adams líder republicano irlandes, impulsor del proceso de paz en Irlanda del Norte
ARNALDO OTEGI: El timonel de un viaje que acaba de comenzar
Ramón Sola/ Gara.net
Con las primeras luces del amanecer del 30 de agosto de 2008, Arnaldo Otegi Mondragon era recibido entre abrazos ante los muros de la prisión de Martutene. Dejaba atrás su cuarta estancia en prisión. Y en unas escuetas declaraciones reivindicaba el diálogo y la negociación como única vía para la resolución del conflicto y prometía mantener su compromiso político hasta que los presos, a quienes mandaba un abrazo «personalísimo», estén en sus casas.
Luego desaparecía de la agitada escena política durante unos pocos meses, pero de ningún modo se quedaba parado. Conversador y pensador infatigable, como pudieron constatar quienes estuvieron con él en aquellas semanas, Arnaldo Otegi se dedicó a contrastar todo tipo de opiniones sobre un escenario marcado por el abrupto final del proceso de negociación 2005-2007. A partir de ahí, Otegi se dedicó a construir una nueva opción, definitiva, sobre parámetros absolutamente renovados.
Habló con los suyos y con los demás, con amigos y con quienes no lo eran, con dirigentes y con militantes de base, y también con veteranos y con jóvenes, porque -según explicó en la Audiencia Nacional- era consciente de que con los años hay «menos testosterona y más oxitocina» y quería confirmar si su tesis era mayoritariamente compartida.
Comenzaba un cambio de estrategia histórico y que ha devuelto la iniciativa política a la izquierda abertzale, como paradójicamente viene a confirmar esta condena, únicamente entendible como una venganza personal y como un intento de freno político. «Empezamos este cambio cuatro o cinco y ya somos 313.000», afirmó Otegi en el juicio por el que ha sido condenado. La vista sirvió para trasladar a la opinión pública española lo que en Euskal Herria todo el mundo sabía, porque las posiciones y labores de Otegi y sus compañeros tuvieron puntual reflejo en la prensa, y sobre todo en GARA, desde aquella excarcelación.
Tres meses después de salir de Martutene, el líder independentista ofreció su primera entrevista en estas páginas. El titular sonó a revolucionario por la carga autocrítica que conllevaba: «La izquierda abertzale debe construir una estrategia eficaz para alcanzar un escenario democrático». Ahí apuntaba Otegi que había dedicado el tiempo «a hablar y escuchar» y que había llegado a una conclusión: «Hay una sensación muy grande de bloqueo, con una situación terrible en términos represivos. También he percibido indicadores de frustración y escepticis- mo». Fuera de micrófono, lo remarcaba con otra frase: «Me sorprende mucho una cosa: parece que se ha perdido la pasión por ganar». Y al recordarla es inevitable evocar otra coletilla que desde entonces Otegi ha repetido como un mantra en todas sus entrevistas y declaraciones: «Ante todo sonreíd, porque vamos a ganar».
Releyendo aquella primera entrevista se observa un esbozo de hoja de ruta que luego se ha ido cumpliendo milimétricamente. Aunque cuando Otegi lo decía, el 30 de noviembre de 2008, en un contexto de enfrentamiento armado brutal y con un colapso político evidente, todo esto sonara a quimera: «Creo que la izquierda independentista tiene que jugar fundamentalmente en tres escenarios. El primero es vertebrar una alternativa política a la izquierda del PNV que lidere el cambio político desde posiciones independentistas. El segundo es el terreno de la confrontación con los estados, que debe combinar una estrategia de negociación y acuerdo para resolver en términos democráticos el conflicto político con el impulso de una acumulación de fuerzas independentistas y progresistas. Y el tercer escenario es el europeo».
Entre los nuevos conceptos que introducía Otegi estaba la incidencia en la necesidad de «ver cómo alteramos la correlación de fuerzas» y de «retomar la iniciativa política». Y en un escenario de ilegalización absolutamente claustrofóbico, también parecía ir a contracorriente la reivindicación de la lucha institucional junto a la lucha de masas: «La izquierda abertzale tiene que hacer un esfuerzo por estar en las elecciones y en las instituciones. Nacimos para eso -recordaba-, complementando la lucha popular y trasladando las reivindicaciones de los trabajadores».
El acto del Kursaal
Aquella entrevista tuvo notable impacto interno en la izquierda abertzale y anticipaba el debate que vendría un año después. De momento, dos meses más tarde el Kursaal de Donostia se llenaba para asistir a un acto poco habitual en las tan controladas agendas de los dirigentes políticos: Arnaldo Otegi se sometía a una entrevista de dos horas, que luego pasaron volando, ante 700 personas y sobre todo tipo de cuestiones. En el acto, organizado por GARA en el marco de su X aniversario, el dirigente independentista se sometió a las preguntas del corresponsal político de este diario Iñaki Iriondo; la directora de «La Jornada» de México, Carmen Lira; y la reputada periodista italiana Giuliana Sgrena. El formato permitía, más bien obligaba, a que Otegi explicitara aún más sus tesis.
Y lo hizo. La sesión dejó muchos titulares. El principal, la clarísima apuesta por situar la confrontación con el Estado en el terreno exclusivamente político. Lo argumentaba así Otegi: «Hemos sido capaces de desgastar los instrumentos que ellos han creado, pero no alcanzamos a construir un marco nuevo, no se desbloquea la situación. Ahora es el Estado el que está en la estrategia de `resistir es vencer’, el que tiene interés en mantener la situación bloqueada. La izquierda abertzale tiene que ser capaz de leer la situación y diseñar una estrategia que le permita recuperar la iniciativa política y hacer imposible el bloqueo. Hay que mantener la confrontación con el Estado en el terreno en que nosotros somos más fuertes y el Estado es mas débil: en el terreno de los argumentos políticos. Lo hemos comprobado en el proceso de negociación, ante los observadores internacionales -añadía en referencia a lo ocurrido entre 2005 y 2007-. El Estado tenía ahí escasos argumentos, y los nuestros eran entendidos como razonables».
Obviamente este punto de vista venía a alterar el paradigma clásico de la izquierda abertzale y tenía una implicación directísima sobre la lucha armada. De momento, Otegi pedía al independentismo que fuera consciente de que «no nació para resistir y desgastar, sino para llevar a este país a un Estado desde la izquierda». Y le instaba a decidir en consecuencia: «Hay que sumar fuerzas para pasar de las luces cortas a las largas».
La campaña de II-SP
La campaña para las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2009 se convirtió en un trampolín extraordinario para que Arnaldo Otegi y Rafa Díez pudieran ir difundiendo sus ideas cara a cara en actos organizados a lo largo y ancho de Euskal Herria, y también en otros puntos del Estado, especialmente en Catalunya. Iniciativa Internacionalista-Solidaridad de los Pueblos posibilitó a la izquierda abertzale contar con una papeleta legal con la que medir sus fuerzas, y a los líderes independentistas les proporcionó un altavoz que durante años se les venía negando.
El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba trató de frenar el impulso solidario y, como es habitual, contó también entonces con la colaboración del Tribunal Supremo, aunque comenzaron a aparecer las primeras discrepancias. El Constitucional acabó legalizando la candidatura.
En el primer acto de campaña, Arnaldo Otegi adelantó que un buen resultado electoral sería «poner el primer ladrillo, poner en marcha muchas cosas». Durante el transcurso de este juicio y con la lectura de la documentación presentada, quedó claro el carácter que tuvo la apuesta del independentismo por Iniciativa Internacionalista.
En el marco de aquella campaña, Arnaldo Otegi intervino como «invitado» el 30 de mayo en un mitin de Iniciativa Internacionalista en el pabellón Anaitasuna de Iruñea. Su discurso está todavía pleno de actualidad y circula de forma periódica por internet. Puede encontrarse en la dirección http://www.youtube.com/watch?v=iKjsIMIFVHk
Desde el reconocimiento de que el Estado había tenido la capacidad de bloquear a la izquierda abertzale, Otegi quiso trasladar un mensaje positivo al recordar que «está claro que hay condiciones para el cambio en este país». «Existe una mayoría popular que quiere que se respete el derecho a decidir de Euskal Herria, así como todos los derechos políticos y sociales». Y recalcó el mensaje de que «la izquierda abertzale no nació para resistir y y ni siquiera para responder, sino para ganar. ¡Nacimos para ganar y vamos a ganar!».
Los resultados de Iniciativa Internacionalista-Solidaridad de los Pueblos fueron -a pesar de las irregularidades detectadas y en medio de una enorme abstención- el anuncio hacia el exterior de la potencialidad electoral que conservaba la izquierda abertzale, y la consolidación interior de las posiciones que preconizaban el cambio de estrategia del independentismo.
La entrevista de 2011
Las detenciones del 13 de octubre de 2009 llegaron cuando el debate interno acababa de decantarse en buena medida. Tras su reingreso en prisión, Arnaldo Otegi ha concedido muy pocas entrevistas, alguna de ellas a medios españoles en un intento de hacer pedagogía ante su opinión pública sobre la posición de la izquierda abertzale y las coordenadas actuales del conflicto. Mensajes más específicos para la sociedad vasca y el seno de su movimiento político se podían leer de nuevo en estas páginas, en una entrevista publicada el 19 de junio de 2011, en vísperas del juicio del «caso Bateragune» y muy pocas semanas después de las elecciones forales y municipales que confirmaron el avance rotundo de la suma de fuerzas que había alentado desde 2008, bajo la marca de Bildu.
Para el político preso en Logroño, la ciaboga emprendida dos años antes había mostrado toda su potencialidad hasta el punto de que «la relación de fuerzas con el Estado ha mejorado notablemente». Aquí introducía un matiz: «No ha sido el pueblo vasco quien ha conectado con la izquierda abertzale, hemos sido nosotros quienes hemos acabado por conectar con un deseo ampliamente mayoritario en el independentismo de sustituir la estrategia anterior por una apuesta de confrontación en términos democráticos».
La entrevista se realizó antes de acontecimientos tan claves como la Conferencia de Aiete y el cese definitivo de la lucha armada por parte de ETA. Arnaldo Otegi lo vaticinaba también en cierta medida al sostener que «hay que seguir desarrollando iniciativas de suma y de movilización en torno a Gernika, es decir, a un escenario de no-violencia con garantías y a la normalización política. Y también ir implicando progresivamente a la comunidad interna- cional en la solución al conflicto».
Entre tanto se ha producido también el relevo en La Moncloa. ¿Qué decía Otegi sobre esto? Que «es posible que tanto el PSOE como el PP pretendan mantener una situación de bloqueo (…) Pero a mayor obstinación estatal en la represión y el bloqueo, más sociedad vasca en busca de un marco democrático y también más masa soberanista e independentista». De nuevo, Otegi marcando el camino. La singladura sigue.