En la foto de arriba estamos en Roma. Peligrosos activistas armados con escudos de corcho con los títulos de clásicos de la literatura universal van camino del Senado para «asediarlo», según los medios de comunicación más importantes. Que la manifestación de 3.000 estudiantes de las universidades romanas se dirigiera al Senado, contra el que lanzaron huevos, ha sido calificado por el Presidente del Senado como una «vil agresión» o como un «acto de violencia». Según se ve, tres minutos -tres- de asedio causan mucho miedo en las altas esferas.
Los estudiantes han comprendido que para que alguien les escuche, o dan espectáculo, o dan espectáculo. De no hacerlo, la trágica situación que vive la Universidad italiana no es noticia. Gennaro Carotenuto, que enseña en la Universidad pública, explica que la oferta formativa de las universidades italianas se ha sostenido en todos estos años en gran parte (más de un tercio) gracias al trabajo de una masa de investigadores integrados (24.000) o no integrados (se habla de al menos 40.000 personas de entre 30 y 40 años). Sobre sus espaldas se ha apoyado la actividad didáctica. Gratis o con pagas simbólicas. 10.000 investigadores se negaron este año a seguir desempeñando tareas didácticas para acabar con la hipocresía que mantiene un sistema que pretende acabar con las esperanzas no ya de una sino de dos generaciones.
En Roma, Pisa, Palermo, Turín, Perugia los estudiantes que pelean contra el decreto ley de la ministra de Educación, Mariastella Gelmini, demostraron haber aprendido la lección de los trabajadores y los inmigrantes: se subieron a los tejados y ocuparon edificios y fueron noticia. Se pretenden recortar los fondos para la Universidad pública para aumentar los destinados a la Universidad privada. Ayer el Parlamento no aprobó el decreto ley: una prueba más de la fractura de la aplastante mayoría parlamentaria de la que gozaba Berlusconi. Uno de los eslóganes de los manifestantes de ayer retrataba bien la realidad: «Nosotros seremos precarios: el gobierno lo es más». La propaganda de Palacio le dice a una generación con un oscuro futuro que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades arrebatándoles medios de los que las generaciones anteriores disfrutaron. El 17 de noviembre protestó el mundo de los institutos y las escuelas. Salieron 200.000 personas a la calle. Irrumpieron en el territorio del poder intocable: el Senado, Palazzo Grazioli (residencia de Berlusconi) o Piazza Montecitorio (plaza del Parlamento). Y el líder del Partido Democrático tuvo que subir a sacarse esta foto de la izquierda en un tejado ocupado por investigadores de la Universidad de Roma «La Sapienza».
Mientras tanto, en Londres miles de estudiantes universitarios y de bachillerato volvían a las calles para protestar contra los recortes. Las tasas universitarias han aumentado hasta 9.000 libras esterlinas (10.658€). Los esperaba la Policía, que no debía permitir otro asalto espectacular a otro centro de poder, como ocurrió cuando su protesta tocó físicamente la sede del Partido Conservador. La Policía acorraló una manifestación pacífica. Grupos especiales de Inteligencia de las fuerzas de seguridad detuvieron a «extremistas domésticos». Desde el gobierno criminalizan la protesta, aconsejan a los medios que no la alimenten con «el oxígeno de la publicidad». Sin embargo, los activistas reaccionan en consecuencia: levantó escándalo que en el sitio Fitwatch se dieran consejos sobre cómo actuar durante la protesta: ponte una máscara, no saques fotos que luego puedan ser empleadas contra ti; no lleves documentación ni agendas que puedan identificarte… En Sheffield, Bristol, Liverpool o Manchester chicos de 13 o 14 años salieron a la calle para apropiarse del presente y arrancar el futuro de la manos del Estado. Un Estado depredador que en Letonia como en Irlanda, Francia, Islandia, Rumania, Portugal o España da a entender a sus ciudadanos que se acabó el Estado social. Poco pueden hacer los ciudadanos contra una decisión que les cae de arriba e hipoteca su futuro si demuestran su disconformidad por separado. Pero los estudiantes europeos están demostrando tener clarísimo que el futuro está aquí, que es suyo y se decide ahora: por eso hoy, en Roma como en Londres, liberan a la Política secuestrada, la sacan fuera de los Palacios y siguen luchando.
Foto de archivo: protestas en el barrio universitario de Concepción