En el «Zutabe» del que ya ha informado GARA en días anteriores, ETA repasa una trayectoria en la que advierte «avances y logros», pero también «contradicciones y errores». Lo hace porque considera que «los pasos dados en estos meses no se pueden entender sin el reco- rrido de estos más de 50 años. ETA nació para hacer frente a la opresión y quiere hacer su aportación para abrir puertas a la libertad».
Además de confirmar su disposición a construir el proceso democrático y desmentir un intento de atentado contra Patxi López, el último «Zutabe`’ de ETA al que ha tenido acceso GARA tiene un tercer contenido relevante. Se trata de un artículo de ocho páginas en el que la organización repasa sus 50 años de trayectoria, destacando que nació «para hacer frente a la opresión» y que quiere «aportar para abrir puertas a la libertad».
La organización armada asume de entrada que «la lucha por la liberación no ha sido lineal, ha tenido muchas curvas y a menudo ha habido que tomar decisiones estratégicas con mucho contenido. No han sido pocas las contradicciones, ni tampoco los errores, pero también hemos conseguido logros y avances suficientes».
En la misma línea y tono, hace hincapié en que «no vamos a autoalabarnos ni a contar un recorrido idealizado y sin fallos. Sin hipocresías, venimos a mostrar este largo medio siglo, porque después de eso vendrá la hora de que Euskal Herria logre la libertad y la paz».
Otra de las claves introducidas en este repaso histórico es que «la lucha de ETA no ha sido nunca una guerra exclusiva que deben hacer algunos pocos». En este sentido, la organización armada subraya que es Euskal Herria en su conjunto la que ha avanzado desde los años más duros del franquismo hasta la situación actual, que define como «el principio del cambio de era» y en la que advierte «bases firmes».
Las llamas de Gernika
En este recorrido cronológico, ETA recuerda que surgió «en la oscura noche del franquismo» y cuando «la dejación y el retroceso ideológico del PNV, hasta entonces referencia del abertzalismo, no ofrecía otra cosa que impotencia». Apunta gráficamente que la organización nació «de la llama que quedó bajo las cenizas del bombardeo de Gernika. El viento del tiempo se llevó las cenizas de la resignación y la chispa de aquellos rescoldos volvió a crear la resistencia vasca. Desde entonces nues- tra organización ha hecho frente a la opresión, para que la injusticia no echara raíces nunca en Euskal Herria», añade
«Revolucionaria» y «Del pueblo»
ETA continúa afirmando que «la lucha de resistencia se convirtió en revolucionaria» y también «del pueblo», con características como el rechazo a cualquier «actitud racista» o la incidencia en la cuestión social. Cita aportaciones como ésta: «Se logró hacer frente al intento retrógado de construir comunidades enfrentadas en Euskal Herria, y se hizo gracias a personas nacidas aquí y a otras muchas llegadas desde fuera. Esta realidad tiene nombre propio: Jon Paredes Manot Txiki, gudari vasco».
Remarca el proceso de Burgos, que afirma que concluyó con que «Euskal Herria emitió una sentencia favorable a su libertad, que sigue vigente hasta hoy». Alude a las primeras muertes en enfrentamientos, con mención expresa a Txabi Etxebarrieta, a su hermano y a otros que «siguieron la lucha», como Jokin Gorostidi. Y recuerda, por último, que en esa época «entre todos creamos el movimiento abertzale» en Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa.
Carrero, impacto hasta hoy día
Llegados ya a la recta final del franquismo, ETA evoca a los fallecidos Juanjo Etxabe y Eustakio Mendizabal, «al que miles de vascos cantaron como el sucesor del comandante Saseta». Recuerda que precisamente el comando que llevaba su nombre, Txikia, acabó luego con el sucesor de Franco, el almirante Luis Carrero Blanco, «en una acción que políticamente tuvo gran influencia entonces y que la sigue teniendo igualmente en las siguientes décadas».
El análisis continúa con el debate y la escisión de ETA, el rechazo a la Constitución y los estatutos y la organización del espacio abertzale y de izquierdas. En ese momento, ETA recalca que «siendo una organización política, porque ETA nunca ha sido otra cosa, se situó en la acción armada y concluyó que la lucha de masas y la organización popular debían ser responsabilidad de otras organizaciones». Aparecen nuevos nombres de «militantes ejemplares» de la izquierda abertzale: Telesforo Monzon, Santi Brouard, Jon Idigoras… «Estos y muchos otros han dado enseñanzas importantes a ETA», añade el texto.
En esta época se produjeron también las conversaciones de Txiberta, sobre las que confirma que ETA mostró en la mesa su disposición a dejar la lucha armada, pero el PNV la rechazó. Y cita que en 1979 ya le dijeron que «se vende a cambio de un plato de lentejas, que además en realidad sólo son piedras».
La Alternativa KAS y Argel
El relato de ETA prosigue indicando que a partir de entonces a la izquierda abertzale se le planteaban dos retos: impedir que se estabilizara la reforma franquista y socializar una alternativa (KAS) «para destinarla luego a una estrategia negociadora». Y ubica en este contexto su «fuerte acción armada» de finales de los años 70.
Introduce una mención al caso de Lemoiz como ejemplo de la «complementariedad de todas las luchas» y destaca la fuerza del movimiento popular surgido en esos años. Tampoco pasa por alto el inicio de la «segunda fase de la reforma», con la llegada al poder del PSOE y su Plan Zen, los GAL, el rechazo vasco al referéndum de la OTAN y la estructuración final de una estrategia negociadora que derivó en las reuniones de Argel. Tras ellas, destaca que se conformaron los pactos de Madrid, Ajuria Enea e Iruñea para «tratar de levantar un cerco en torno al MLNV», y que comenzó la dispersión carcelaria.
La Alternativa Democrática
Entrados ya en la década de los 90, ETA asume que se produjeron «síntomas de agotamiento» en la estrategia anterior, y cita las detenciones de Bidarte como el punto final: «Había que renovarse. La propia ETA se renovó a sí misma para emprender un nuevo camino que produjera condiciones políticas nuevas», dice. Tras evocar decisiones como la de «sacar la lucha armada de los parámetros Guardia Civil-gudaris de ETA» para «atentar contra los responsables y protagonistas del conflicto», cita el atentado contra José María Aznar o la iniciativa social «Euskal Herria askatu» frente a la del lazo azul. También el secuestro de José Antonio Ortega Lara y la muerte de Miguel Ángel Blanco, sobre las que, tras admitir su gran impacto, dice que «el objetivo de ETA era cerrar definitivamente el frente carcelario».
En ese contexto se hizo pública la Alternativa Democrática, de la que ETA considera que «puso las bases para un proceso democrático» trayendo novedades como la separación de dos ámbitos de negociación: uno entre ETA y el Estado y otro «entre la ciudadanía vasca».
La inflexión de Lizarra-Garazi
«Aunque fueron tiempos duros, o por eso mismo, surgieron dinámicas para airear la situación», menciona ETA. Destaca la creciente constatación, extendida al sindicato ELA, sobre la defunción del Estatuto de Gernika. Y dice que al apreciar que llegaba un posible punto de inflexión, ETA aceleró la dinámica de contactos hasta llegar a los acuerdos con PNV y EA que llevaron al alto el fuego de 1998. Asegura que todo se pudrió después de que en verano de 1999 el PNV no presentara una alternativa para seguir avanzando. A partir de ahí, reconoce la crisis que sobrevino a la izquierda abertzale allá por 2001, pero también su «enorme trabajo» para superarla, con jalones como el resultado electoral logrado en 2003 tras la ilegalización.
Hacia el proceso 2005-2007
La aparición de factores que hacían revivir «la esperanza de un cambio de dirección» hizo que ETA rebajara la utilización de la lucha armada en 2004 y 2005, según indica. Subraya también que en ese momento apareció la propuesta de Anoeta: «Por primera vez no la presentó ETA, y esto merece una lectura política, porque se mostró que el diálogo y la negociación para el acuerdo que resolverá el conflicto debe quedar en manos de los agentes políticos y sociales».
Por lo que respecta a la negociación posterior, subraya que el Estado vulneró continuamente «las garantías consensuadas por ETA y el Gobierno» para su desarrollo, pero admite también algunos otros problemas que merecen reflexión «por parte de la izquierda abertzale y, concretamente, de ETA».
Y ahora, «El inicio de otra era»
El análisis llega así al momento actual, en el que ETA entiende que «el MLNV ha sido capaz de afrontar la situación, reflexionar y mantener la iniciativa política». Tras todo este repaso, indica que «ETA seguirá inten- tándolo también en lo sucesivo, haciendo las reflexiones y dando los pasos que sean necesarios y compartiéndolos con quienes tengan compromiso de avanzar por ese camino», hasta lograr «la libertad y la paz».
En la web de Lakua todavía puede encontrarse la referencia a la rueda de prensa del pasado 8 de marzo en la que se lee textualmente que «la portavoz del Gobierno, Idoia Mendia, ha confirmado, además, las informaciones que aseguran que el comando de ETA, desarticulado la pasada semana, tenía intención de atentar contra el Lehendakari, Patxi López». Y a renglón seguido se añade que, según la portavoz, el lehendakari reaccionó con «tranquilidad y serenidad y con las ideas muy claras de continuar con la misma política antiterrorista y de tolerancia cero que nos ha traído hasta al día de hoy». Y concluía Mendia que «por lo tanto, ni un ápice de cambio en la política de este gobierno y del liderazgo de el lehendakari con respecto a la misma».
Sin embargo ayer, al ser preguntada por el desmentido de ETA, que ha negado que tuviera intención de realizar dicho atentado, Idoia Mendia respondió que «este Gobierno y yo habitualmente en estas ruedas de prensa no tengo por costumbre comentar ni comunicados de ETA ni mucho menos valoraciones internas que realiza la banda terrorista. Por lo tanto, no tengo nada que decir».
Sobre el hecho de que en el auto de prisión que llevó a la cárcel a los integrantes del comando que supuestamente iba a realizar ese atentado no se diga nada del mismo, la portavoz señaló que «no me corresponde a mí valorar ese hecho».
Al apuntarle que sí valoró la noticia del supuesto atentado, afirmó que «me preguntaron a ver si habíamos tenido conocimiento y yo respondí que sí. Eso es una constatación, no una valoración». Y añadió que la amenaza «entraba dentro de la lógica» puesto que ETA había puesto en el punto de mira a todo el Gobierno «en un comunicado».
Sobre si Madrid les había informado de que sabía que ETA había decidido en febrero de 2010 no atentar, Idoia Mendia guardó un breve silencio antes de contestar con un «yo no tengo conocimiento de esa información». I. IRIONDO