Extrema derecha sufre revés en elecciones suecas y avanza menos de lo esperado

[resumen.cl] Este domingo 9 de septiembre se celebraron elecciones al parlamento sueco. Las encuestas aseguraban un retroceso en de los llamados partidos tradicionales y un avance de la extrema derecha como está siendo la preocupante tendencia en una Europa asustada por la inmigración, refugiados y la integración continental.

El domingo se vivieron las esperadas elecciones generales en Suecia que buscaban elegir los 349 diputados del Riksdag (Parlamento sueco) que a la vez formarán gobierno para designar a un primer ministro y un gabinete para las carteras ministeriales. La atención esta vez estaba puesta en los escaños que pudiese conseguir el «Demócratas de Suecia», agrupación de extrema derecha caracterizada por su carácter ultranacionalista, homófobo, xenófobo, racista y antiinmigración.

Las más diversas encuestas auguraban entre un 20%y 25% del total de votos, sin embargo, sólo lograron alcanzar un 17,6%, menos de lo que le auguraba la proyección más pesimista a sus intenciones, resultado que además lo deja bastante lejos de formar cualquier tipo de alianza para entrar al gobierno. De todas formas, representa un progreso de 4 puntos respecto a los resultados alcanzados en las elecciones de 2014.

El interés en esta elección se presentaba principalmente porque «Demócratas de Suecia» es uno de los partidos de extrema derecha más grandes de Europa, y la elección se produce precisamente en el contexto de mayor auge de este tipo de movimientos en el continente en décadas. Las fichas del fascismo y los movimientos de «tercera posición europeos» apostaban fuertemente por un resultado mayor en Suecia que les permitiera dar el impulso para un salto electoral en distintos países. Dirigentes de distintos partidos afines en Europa saludaron y llamaban a la población a votar por ellos, incluso prensa local no descarta apoyo más directo de grupos fascistas extranjeros en logística, propaganda e incluso financiamiento.

A diferencia de la mayoría de los análisis que destacan el crecimiento de 4% que obtuvo «Demócratas de Suecia», lo cierto es que obtener 8% menos de lo proyectado -si bien no es una derrota- es un traspié que nadie esperaba, pues pocas veces se había vivido un contexto tan favorable a estas ideas extremistas. Las posibilidades para 4 años están más cercanas a que se desinflen más que a que puedan crecer, claro, si es que se logra frenar realmente al fascismo que es algo que nadie puede asegurar.

Suecia tiene un 18,9% de su población nacida en el extranjero, además presenta 160 mil solicitudes de asilo, (400 mil desde 2012). Estos datos son utilizados por el nacionalismo de extrema derecha para sostener la idea de una supuesta «amenaza cultural». Recordemos que Suecia fue un gran receptor de exiliados chilenos durante los oscuros años de la dictadura militar empresarial que encabezó Pinochet. "Somos los grandes ganadores de esta elección (...) Vamos a ejercer una real influencia sobre la política sueca" dijo el líder del partido filo fascista Jimmie Akesson, quién hizo campaña tomando la llegada de solicitantes de asilo como una amenaza "cultural".

En cuanto a los resultados en general, los gobernantes socialdemócratas del primer ministro Stefan Löfven obtuvieron 28,3% (un retroceso del 3% en cuanto a 2014 y uno de los peores resultados de su historia) mientras la derecha del Ulf Kristersson ubtuvo 19,8% de sufragios, con una caída en las mismas proporciones similar. La izquierda obtuvo 5,7%, mientras la Democracia Cristiana alcanzó el 4,6%. La alianza entre socialdemócratas con partidos de centroizquierda le permite consolidar el 40,6% del total que les facultaría formar gobierno con tranquilidad en el país nórdico.

 

Los «Demócratas de Suecia» y sus constantes polémicas

Los «Demócratas de Suecia» es un partido de extrema derecha creado en 1988 mediante la unión de antiguos miembros de diferentes partidos y organizaciones fascistas y neonazis como Framstegspartiet (Partido del Progreso), Nysvenska Rörelsen (Movimiento Neosueco), Sverigepartiet (Partido de Suecia) y Bevara Sverige Svensk (Conserven a Suecia Sueca). Entre sus fundadores destaca Gustaf Ekström que fue voluntario de las Waffen-SS durante la Segunda Guerra Mundial. Si bien durante gran parte de su historia el partido fue visto derechamente como neonazi, de un tiempo a esta parte la cabeza del partido intenta pulir su imagen hábilmente, tratando de ocultar sus raíces fascistas apelando a populismos nacionalistas y adherir a posturas de «tercera posición» europeas.

Desde el 2010 cuentan con presencia en el parlamento sueco, y desde entonces se han transformado en el partido con más bajas en la cámara hasta el momento.

Además de su constante discurso racista, machista, xenóbo y racista (que muchas veces cae en absurdos anticientíficos) Los «Demócratas de Suecia» han estado inmersos en una serie de situaciones polémicas. En 2017, una emblemática representante del partido, Hanna Wigh, anunció públicamente su denuncia Suecia denunciando a otro miembro (Linus Bylund) por acosos sexuales contra ella, afirmando además que estas prácticas sexuales contra integrantes femeninas forman de la cultura interna y de la forma de proceder de los Demócratas de Suecia. Hace un año se hizo público un documental respecto a esta materia donde se entrevistó a líderes del partido que se han negado a negado a hacer comentarios y al final del documental se ve claramente como expulsan al reportero.

Sin embargo su escándalo más grave es el que la prensa sueca llamó el «Escándalo de las barras de acero», en donde se hicieron públicos en internet, unos días antes de las elecciones 2010, algunos videos en que se podía ver a tres de sus máximos representantes Kent Ekeroth, Erik Almqvist y Christian Westling atacar primero verbalmente a Soran Ismail, un cómico sueco de ascendencia kurda, y a otras personas de su entorno con comentarios racistas y machistas. Posteriormente los tres políticos golpean a un hombre en estado de ebriedad y empujan una mujer contra un auto. Finalmente se les puede ver armados con «fierros» en las manos dispuestos a continuar con las agresiones.

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