El Paro Nacional Portuario del 4 de abril, al que se sumaron la Unión Portuaria de Chile y el Frente de Trabajadores Portuarios del Centro, se inscribe en una rápida sucesión de eventos que solo pueden describirse como una ofensiva hacia la precarización de la vida portuaria. Los trabajadores portuarios, debido a la naturaleza de sus tareas, adoptan horarios flexibles y realizan labores no específicas, sin olvidar que los puertos operan 24/7, independientemente de las condiciones climáticas o festividades.
Por Vicente Torres
A pesar de la flexibilidad laboral, gracias a la tenacidad y constancia de la lucha de los trabajadores portuarios, se ha conseguido mantener a raya la precarización, asegurando estabilidad laboral, salarios dignos y respeto por las tareas asignadas. Sin embargo, todo esto se pone en duda con la llegada de multinacionales al sector portuario, tales como DP World o Hapag-Lloyd, que de manera astuta y evitando en la mayoría de los casos confrontaciones directas con los trabajadores, han socavado las autonomías de los sindicatos, transformándolos en clientes o "colaboradores". Esta situación ocurre con la complacencia o concomitancia del Estado, que permite estos monopolios transnacionales mientras se sabotea a sí mismo al evitar regular relaciones laborales justas que permitan a los sindicatos preservar su autonomía.
Esta falta de regulación en un asunto tan estratégico relegará a Chile a una posición secundaria respecto a Perú, especialmente después de la apertura del mega puerto de Chancay (departamento de Lima).
Este ambiente está generando crisis simultáneas por distintos motivos. Por mencionar algunos: en Tocopilla, más de 100 portuarios quedaron sin empleo por el cierre de las termoeléctricas, en el marco del plan de descarbonización, pero en el contexto de promesas incumplidas para asegurar una reconversión laboral o planes de mitigación, los que hasta hoy en día no se llevan a cabo; en Puerto Montt, trabajadores portuarios llevan más de 40 días sin recibir un buque, lo que se traduce en 40 días sin ingresos; y en el puerto de Coronel, la gerencia intenta negociar fuera del período estipulado, y busca eliminar «la nombrada», una conquista histórica del movimiento sindical que permitió a los portuarios superar las «listas negras» de las empresas.
Este sistema permite que sea el sindicato quien asigna al personal a los puestos de trabajo solicitados por la empresa. Además, gerencia les pide aumentar la polifuncionalidad dentro de sus turnos, entre otras demandas, aprovechando el revuelo causado por los tests de drogas sorpresivos en Coronel, que revelaron un alto índice de positividad para sustancias estimulantes usadas para combatir el cansancio. Finalmente, está el problema de Huachipato, que afecta directamente a un muelle con dos sitios de atraque, generando empleo para unas 400 personas solo en el puerto, las cuales también se ven amenazadas por el posible cierre de esta empresa.
Las vocerías portuarias han anunciado que estas son las primeras acciones de un ciclo de lucha mayor. Ante este complejo panorama, es esperable que esta movilización, vista el pasado jueves 4 de abril, no sea ni la más extensa ni la más intensa que veremos.
Al parecer la luna de miel de la cual disfrutaban los empresarios gracias al gobierno de Boric-Marcel ha comenzado a terminar.