Javier Milei es el presidente electo de Argentina. El estrafalario candidato de la ultraderecha radical se impuso ampliamente contra un Sergio Massa, representante del área económica de un gobierno que ha fracasado en controlar la inflación y con la tragedia de tener un 40% de pobreza en un país con tantos recursos. Una derrota, que es también un rechazo a la tibieza y moderación ante tiempos difíciles, así como de la estrategia de alejarse de la izquierda.
Por Alejandro Baeza
Con el 95,8% de las mesas escrutadas, Javier Milei obtuvo el 55,8% y se convierte en el presidente electo de Argentina, superando al representante del ala más de economía liberal en el bloque peronista, Sergio Massa, que se quedó con el 44,2% de los votos. Se trata de más de 10 puntos de diferencia.
La jornada se caracterizó por una participación cercana al 76% del total de las personas habilitadas para sufragar en un país donde el voto es obligatorio.
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Milei, con toda su parafernalia, extravagancias, populismo y evidentes problemas psiquiátricos no tratados, superó ampliamente al candidato de un gobierno fracasado, con altísimos niveles de inflación y pobreza.
Si bien fue durante la administración de Macri en que el país contrajo la deuda más grande la historia del Fondo Monetario Internacional, fueron las malas decisiones de la administración de Alberto Fernández y la ortodoxia económica, las que no sólo no permitieron salir del hoyo, sino que sólo lo fueron haciendo más tortuosa la salida.
Como lecturas muy preliminares, se pueden obtener como lecciones desde Argentina sobre las consecuencias de llevar candidaturas que no representan las banderas del sector, asumir posturas netamente economicistas y mostrarse tibio y contenido ante momentos políticos y económicos tan complejos como los que está viviendo el país trasandino.
La estrategia de alejarse de los sectores más de izquierda dentro del peronismo y, por el contrario, llevar a su ala más liberal (tanto que se comparaba con el mismo Larreta de «Juntos por el Cambio»), fracasó rotundamente. Porque para votar por la derecha ya estaba la derecha.
Finalmente, queda preguntarse si cumplirá con sus promesas más desequilibradas como eliminar la moneda nacional, aprobar la libre portación de armas, romper relaciones diplomáticas con China, entre otras. También surge la pregunta cuál será la postura de EEUU y el FMI, si reajustarán la deuda para debilitar el BRICS del que Milei pretende salirse o no querrán apoyar a un potencial aliado de Trump. Y la pregunta más importante: cuánto durará su gobierno.