Chile es un país isla. Generalmente hay pocas noticias internacionales en los diarios, controlados además por un duopolio. Pero el lunes fue una excepción. La primera plana de El Mercurio publicaba la derrota de Syriza, la Coalición de Izquierda Radical Griega. Y es que de esa derrota dependía el desarrollo de las políticas neoliberales en Europa, esas políticas que usaron a los chilenos de cuyes para el experimento y que ahora, para expandirse a Europa, están usando a los griegos. El experimento griego, sin embargo, es distinto al chileno. Mientras aquí la cosa comenzó con la derrota del movimiento popular y la implantación de una dictadura allá eso es más difícil. Quieren combinar neoliberalismo y régimen representativo.
Sin embargo podemos decir que la derrota de Syriza no ha sido tal. En primer lugar porque la votación ha sido muy reñida. Poco ha faltado, un 2,77 de los votos, para que ganara las elecciones griegas y culminara triunfalmente el extraordinario ascenso de su resultado electoral que ha pasado del 4,5% a cerca del 27% ¡en menos de 3 años! Con esos resultados podemos decir que el suspiro de alivio de El Mercurio durara poco.
El alivio es, por otra parte, general entre los de arriba que nos gobiernan y nos hambrean. El euro sube, los mercados respiran, la señora Merkel exulta y la Internacional llamada "Socialista" de los Bachelet y García se felicita por la "derrota" de esos obstáculos para girar en redondo que son Tsipras&Co.
Entonces, ¿final de la pesadilla que ha visto a los cuyes griegos rebelarse y ocupar el "laboratorio Grecia"? La respuesta es un No categórico. La pesadilla se instaló para quedarse y todo indica que el nuevo gobierno griego será frágil y débil, minado por sus contradicciones internas, la crisis que no controla y, sobre todo, por la resistencia en aumento del pueblo griego…
Por otra parte, un análisis un poco más en profundidad de los resultados electorales de Syriza presagia un mal futuro para los partidarios de los planes de austeridad. Syriza triunfa en la franja de edad de 18 a 45 años y se asegura un verdadero triunfo en los grandes centros urbanos como la gran Atenas, el Pireo o Patras donde vive y trabaja más de la mitad de la población griega. En suma, Syriza se asegura el apoyo de la población activa y joven mientras que los partidarios de la Troika y de la austeridad (Nueva Democracia y el PASOK) sobreviven gracias al apoyo de la gran mayoría de la gente mayor (de más de 65 años) y del campo griego. Una realidad social política de muy mal augurio para la reacción griega y sus patronos internacionales si se piensa que son exactamente esas franjas de edad y esas poblaciones urbanas las que tradicionalmente hacen la historia de los países del Norte…
Si hay pues una lección que sacar de estas elecciones, es que Syriza domina ya entre los trabajadores y los parados, la juventud y los barrios populares, los bastiones históricos de la izquierda comunista, allí donde el PC griego (KKE), mantenía hasta hace poco una presencia indiscutible. El cambio es de talla, es histórico, dado que este KKE que dominaba a Syriza hasta hace aún 2-3 meses, está ahora reducido a una influencia electoral marginal (4,5%) tras haber sufrido una verdadera hemorragia de militantes y simpatizantes en beneficio de la Coalición de la Izquierda Radical. Por cierto un justo castigo a un Partido que ha mostrado su sectarismo extremo proponiendo que era mejor un gobierno de derecha que el triunfo de Syriza
Sin embargo, sería totalmente falso creer que Syriza tendrá en adelante una vida fácil, que puede gozar de la fidelidad permanente de sus 2 millones de electores. Al menor paso en falso de su dirección, Syriza corre el riesgo de perderlo todo en un tiempo récord pues la aplastante mayoría de sus electores la ha apoyado no por razones "ideológicas" sino para que dé -y aplique soluciones radicales a problemas vitales. Es la razón por otra parte, de que Syriza haya acelerado enormemente su subida en cuanto puso como objetivo de su campaña ganar las elecciones y formar un gobierno de izquierdas que iba a derogar inmediatamente las medidas de austeridad. Y es, al contrario, la razón por la que Syriza ha perdido, durante los últimos tres días de la campaña, su ventaja -y con ella las elecciones- porque su dirección ha intentado engatusar a sus adversarios haciendo su programa y su discurso menos radical.
Dicho todo lo anterior, quedan por sacar dos o tres grandes lecciones de la experiencia de esta Syriza formada, hará ya pronto nueve años, de la alianza, o más bien del "matrimonio", de un partido reformista de izquierdas (Synaspismos) con una docena de organizaciones y de corrientes de izquierda radical. La primera lección es que la unidad es posible. La segunda que esta unidad paga. Y la tercera, ¡que la unidad es posible y productiva a condición de que sea una unidad fundada en la radicalidad! En los tiempos que corren, una experiencia como la de Syriza merece toda nuestra atención y -evidentemente nuestra solidaridad internacionalista activa. Pues en Grecia la victoria de la izquierda radical sigue siendo posible, y puede haber sido solo retrasada…