A inicios del 2022, los gobiernos occidentales y sus grandes cadenas informativas cacareaban a coro que se aproximaba la gran ofensiva de primavera (del hemisferio norte, otoño del hemisferio sur), para ello los países de la OTAN (Estados Unidos, Europa Occidental y Reino Unido), más algunos gobiernos vasallos, no trepidaron en invertir miles de millones de dólares, entregar sus más modernos y poderosos armamentos al régimen neonazi de Vladimir Zelenski.
Por Joaquín Pérez
La Ofensiva tardó por diversos problemas y no se inició hasta el verano del hemisferio norte, Rusia abandonó por decisión propia posiciones y se replegó en una larga línea defensiva a la espera del ejército ucraniano, grupos neonazis y mercenarios, todos preparados por oficiales de la OTAN.
La Ofensiva de primavera, que en realidad partió el 4 de junio, duró solo hasta entrado el otoño. Ya a inicios de octubre del 2022, oficiales ucranianos y algunos asesores extranjeros reconocían el estancamiento en el frente de combate. Los ucranianos no solo se mostraban incapaces de sortear la línea de defensa rusa, sino que, según sus propias estadísticas, las bajas de esta ofensiva eran altísimas, mientras el gobierno de Zelensky declaró el número de bajas como secreto de Estado, estableciendo la censura sobre esta cruel realidad. Sin embargo, medios occidentales pro ucranianos cifran el número de muertos en más de 150 mil, mientras fuentes pro rusas las elevan hasta las 384 mil.
El propio comandante en jefe ucraniano Valery Zaluzhny, en un artículo del 1 de noviembre en ‘The Economist‘, reconoció que la situación en el frente estaba "congelada"
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Lo cierto es que a esa altura los rusos estaban retomando la iniciativa a lo largo de todo el frente a través de una lenta guerra de posiciones, la cual no se ha detenido y progresa lenta pero sostenidamente.
Pero si la situación militar para los ucranianos y la OTAN es mala, la situación política no es mucho mejor. En el plano interno, las propias declaraciones del general Zaluzhny son vistas como una crítica al gobierno de Zelensky, también han cobrado protagonismo contra Zelensky los movimientos políticos de su ex asesor y autoexiliado Alexey Arestovich, todo ello sumado a la muerte de una serie de opositores al gobierno, incluida la del mayor Gennady Chestyakov, colaborador de Zaluzhny, y que se interpreta como "un mensaje de aviso" a éste.
En el plano internacional los apoyos al régimen de Kiev se debilitan. El congreso de Estados Unidos, atrasó la aprobación de partidas a Ucrania en diciembre pasado, el tema de Ucrania le juega en contra a Biden y la posible elección de Trump dejaría aún más en el aire al régimen de Zelensky. La propia situación en Gaza, obliga a Estados Unidos a distraer apoyos al estado sionista.
En Europa, Polonia se desapega de Ucrania, especialmente por el tema agrario, Alemania hoy vive grandes protestas del sector campesino por el mismo motivo, mientras ve a su industria temblar ante el alza del valor internacional de los combustibles y la falta de suministros. Las sanciones económicas contra Rusia se han vuelto como un boomerang contra Europa. El presidente checo, Petr Pavel, ha apuntado al inicio de un proceso negociador para cerrar el conflicto, Austria también se ha manifestado en la misma línea. Emmanuel Macron ha afirmado que "tal vez llegue el momento de mantener negociaciones constructivas, volver a la mesa y encontrar una solución con Rusia".
En el fondo, Europa reconoce su derrota, espera negociar ahora en condiciones no tan desfavorables los términos del cierre del conflicto, por que reconocen que cada día que pasa, la única parte que mejora posiciones y gana terreno es Rusia, cuya economía no se ve tan afectada en comparación con la europea.
Zelensky mientras tanto sigue enviando jóvenes al matadero, espera aumentar los reclutamientos, obligando a la conscripción a mujeres, personas con alguna discapacidad específica y hombres ucranianos huidos al exterior. Los rusos mantienen la estrategia de seguir desangrando a las fuerzas ucranianas, esperando se desate la crisis política interna en Ucrania, esperando un cambio de régimen para establecer las conversaciones, mientras tanto lentamente consolida posiciones y ocupa territorio.
La salida negociada a la guerra de Ucrania es inminente, ya está sobre la mesa, lo que discuten hoy las potencias de la OTAN es cuál será la salida. Para algunos lo más inminente es un congelamiento del conflicto, para una posterior estabilización, como ocurrió en la Guerra de Corea (1950-53), donde en teoría nunca se firmó acuerdo de paz y la guerra sigue técnicamente abierta. Aquí el territorio se dividiría en base a las posiciones que se tengan sobre el terreno al momento de establecer ese congelamiento.
Una segunda alternativa es negociar un alto al fuego, lo que implicaría una negociación entre los rusos y la OTAN, que abarque todo el ámbito de seguridad europeo y sobre esta podría surgir la tercera alternativa: una mesa de conversaciones para la resolución del conflicto.
En esta última línea hay quienes han sostenido una solución en Ucrania muy similar a la de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, un ex alto cargo de la OTAN señaló "el modelo alemán", donde la OTAN daría garantías de seguridad al territorio controlado por Kiev, como a Alemania Occidental tras la segunda Guerra Mundial, al mismo tiempo iniciar un plan de reconstrucción para fomentar el desarrollo económico.
Otros plantean el llamado "plan Kissinger" o también el "modelo finlandés", por recordar cuando ese país perdió 10% de su territorio, pero no significó el fin de su Estado ni mucho menos. Aunque actualmente el territorio ucraniano bajo control ruso ya supera el 20% y cada día crece en kilómetros cuadrados.
Foto princial: Prensa Latina