Habitarnos en la virtualidad: Internet y los límites difusos

Estamos en medio de un futuro que algunos han calificado como "distópico", cruzado entre la ciencia ficción y lo real. Los desafíos son grandes frente al universo de internet: teletrabajo en Zoom, ocio en WhatsApp y Tik Tok, información en Twitter y Comisaría Virtual para salir por insumos básicos, o una vuelta,  todo lo anterior a un clic de distancia. Las nuevas formas de habitar(nos) en la virtualidad es una conversación con horizontes prometedores, en la que todos tenemos algo para decir.

Por Valentina Luza Carrión

Eran inicios de abril de 2020 cuando las cuarentenas en el país acaparaban de forma paulatina gran parte de las regiones. Fue también durante esos primeros meses, cuándo se vivieron los primeros acercamientos a plataformas nuevas que nos brindarían la posibilidad de seguir  con la vida cotidiana, pero ahora entre cuatro paredes.

Hoy a más de un año las cifras en Chile dejan cuenta que ya el  97,1% de la población  ha utilizado Zoom, el 85,8% Google Meet, el 70% Microsoft Teams y un 65,1% las conferencias grupales de WhatsApp, según in informe de "Beneficios y Consecuencias del Primer Año de Teletrabajo en Chile" de la UC.

Lee| Exceso de pantallas podría generar problema de aprendizaje en niñas y niños

Zoom, específicamente, recopiló gran parte de adherentes en sus inicios  y estuvo envuelto en polémicas por tener fuga de datos y un encriptado débil sin preparación para la gran masividad que de pronto adquirió. Tras ello, el ambiente entre las y los cibernautas empezó a empoderarse frente a términos que parecían desconocidos para muchos: ciberseguridad, seguridad digital, privacidad  de datos, encriptación, entre otros.

Muchos acostumbrados a la certidumbre fuera de la red, se encontraron con un mar de conocimientos hasta ese entonces desconocidos. Surgió la pregunta: ¿Cuáles son los horizontes de nuestros derechos en el internet?

Algunas nociones fundamentales

Vladimir Garay, director de incidencia en fundación Derechos Digitales, hace hincapié en que los derechos digitales son una extensión de nuestros derechos fundamentales escritos en la Convención de Derechos Humanos. Al respecto, se hace imperativo desdibujar esas diferencias y visualizarlos como un mismo camino de extensión a nuestras necesidades. Teniendo eso en claro, dejamos de crear diferencias entre ambas dimensiones.

Según Garay, hay derechos fundamentales que todavía no logran alcanzarse. Por un lado, la seguridad de nuestros datos se encuentra a la deriva en los términos de cada plataforma, al respecto, el especialista comenta que se hace urgente la conversación sobre un ente Estatal que logre regular cuantos datos se recopilarán de los usuarios, para qué, y por cuanto tiempo.

También, otra extensión de nuestros derechos, es la alfabetización digital. Es decir, saber y conocer sobre el universo de internet como un derecho básico para el desarrollo de la vida actual.

En nuestro país se estima que un poco menos del 90% de hogares posee conexión a internet. Sin embargo, gran cantidad de los hogares, según las mediciones están conectados únicamente a través de dispositivos móviles, aproximadamente un 44% y un 46%. Entonces: ¿tenemos todas las mismas facultades y oportunidades de acceso?

La respuesta es no. Para Vladimir, la brecha digital en Chile tiene múltiples variables que vale la pena visualizar y estudiar, es una conversación política, económica, educativa y legislativa, todo en el mismo lugar. En estos tiempos, se hace imperativo emparejar la cancha.

Te puede interesar| Igualmente sabias: Las jóvenes científicas chilenas que revolucionan el panorama

Pensar los mecanismos: ¿sanitarios o perfilamiento?

Hoy, todo lo que realizamos en internet posee consecuencias mucho más deliberantes fuera de la red: la vida online y offline son, tal como lo menciona Garay, parte de un mismo juego. El derecho a internet debe ser parte de lo que se considera la misma soberanía en internet, el poder elegir las plataformas, el conocer que hacen con tus datos y desde ese punto el Estado tiene una responsabilidad de fiscalización en la cual trabajar.

Es decir, estamos sumergidos en un camino que recién se está cimentando en Chile. También generar la conversación sobre el tratamiento de nuestros datos y los servidores en los que se termina por almacenar y por cuanto tiempo, es matera de legislación regulatoria a la cual, se puede apuntar en vista de los nuevos procesos políticos.

Vladimir enfatiza que el estar conscientes de las políticas de privacidad, hasta ahora de una forma autónoma mientras la legislación al respecto. En Chile la legislación dice que contamos con la facultad de exigir donde y que se hará con nuestros datos, sin embargo, aún existen vacíos de interpretación al respecto.

Es lo que ha sucedido con paginas como Comisaria Virtual, al no existir especificidad sobre sus condiciones de procesamiento, han calificado la herramienta como un posible mecanismo de perfilamiento y vigilancia. Todas esas interrogantes son esenciales a la hora de conocer la relación de derechos fundamentales y tecnologías.

¿Qué resguardos y con qué principios se protegerán nuestros datos en el nuevo orden institucional? ¿Qué caminos son necesarios trazar para evidenciar mayor infraestructura de comunicaciones que favorezca el acceso a internet a todos? ¿Qué entidad será la encargada de fiscalizar nuestra privacidad?

Cuando las consecuencias traspasan la pantalla: nuevas formas y defensas

Sabemos que el impacto es bastante. Ejemplo de ello son las cifras de violencia de género en internet en Chile, donde un 88% de las mujeres declara haber sido víctima de ataque en algún momento por plataformas virtuales

Para Cecilia Ananías, periodista de Proyecto Aurora, que aborda seguridad y autodefensa digital para mujeres, comenta que los desafíos son grandes y que sus consecuencias suelen afectar más a mujeres y comunidades LGBTIQ+.

¿Qué considerar para una convivencia sana en internet? La respuesta para Cecilia Ananías, contempla tres conceptos: autocuidado, seguridad y privacidad. Reconocerse como seres virtuales fuera de la corporalidad y como una extensión supone también alfabetizarse sobre diferentes conceptos. Esto es más bien un deber urgente de las políticas públicas.

Valentina Camilla, periodista de Fundación Datos Protegidos, menciona que las buenas prácticas de convivencia generan una empatía compartida. Es decir, el intercambio de información y materiales, en clases o actividades varias, se supone también una extensión de nuestra cotidianidad: "tu seguridad en línea, protege tú cotidiano". Asimismo nuestra forma de relacionarnos debe ser en ambos planos, informada y consensuada.

Referencias:

pub_videollamadas.pdf (derechosdigitales.org)

Brecha digital en tiempos de pandemia | Derechos Digitales

Fotografía principal: pexel

Estas leyendo

Habitarnos en la virtualidad: Internet y los límites difusos