Hernán Rivera Letelier (72), luego de cuatro nominaciones consecutivas consiguió finalmente obtener el Premio Nacional de Literatura. Al estar junto con Pía Barros en la selección final -la que no fue unánime- se estableció que la escritura de Letelier trae el lenguaje directo, transversal e interminable que posee la pampa chilena junto a todas las imágenes que proyecta en su escritura.
Ilennia M. Cid
Aunque es oriundo de Talca, vivió gran parte de su vida en la zona norte en los años 70 y actualmente reside en Antofagasta. Letelier comenzó a escribir poesía como cualquier aficionado – que recalca que no sabe de literatura-. Con los años, señaló que descubrió la verdadera poesía cuando a los veinticuatro años entró a una librería de Pedro de Valdivia y encontró una antología de poesía chilena contemporánea de Alfonso Calderón: "Lo compré y descubrí lo que era la poesía (…). Tomé toda mi producción de poesía de esos años y la quemé". Este acto liberador lo fundamenta entre la distinción aprendida entre la poesía y el poema: "El poema es el envase de la poesía. Yo he leído poemas sin una gota de poesía y he leído cuentos y novelas llenas de poesía. La poesía es el motor del arte".
La manera con la que rompe el esquema de la creación narrativa demuestra la personalidad del autor , visivilizando las raíces de su lenguaje y la metodología con la que escribe. El arte que culmina nace de la puerta del desierto, lo que incentiva a que su territorio sentimental lo conduzca hacia la espiritualidad que continúa fascinando a miles de personas con sus relatos hasta el día de hoy.
No me imagino palabras que él no pudiera usar. La visión del mundo de Letelier la expresa cuando dice que solo el 1% es el talento del escritor y el 99% es la perseverancia con la que detalla sus obras: "Por ejemplo, La Reina Isabel cantaba rancheras la trabajé durante cuatro años. La pulí y la recontra pulí. Y se ganó el premio. Entonces si no hubiera hecho ese trabajo yo, no hubiera ganado el premio y no hubiera pasado nada".
Las palabras de Hernán permite cuestionarnos el significado de una obra. El contexto de producción, los trazos que une para ficcionar sobre la realidad y la otra realidad en que nos sumerge. La afición del maestro de la pampa llega al punto en que publica "Hombres que llegan a un pueblo" justo algunos días antes del Premio Nacional al que ya se le atribuye. Consiste en tres novelas breves que señalan – como es propio de él- otra mirada caleidoscópica de lo que ya conoce y que vuelve a desafiar con el nacimiento de nuevos caminos que ilustran su voz y gloria en el desierto.
La narrativa del escritor tiene lugar en tanto la sociedad olvida y no recuerda en plenitud lo que fue alguna vez. Si el arte es el motor de la poesía, nada impide que el arte sea el aire que se necesita inhalar para revivir lo pasado. Hernán Rivera Letelier persiste en contar la misma pampa, su gente, el desarraigo y revivirlos las veces que él cree perentorio, pues pertenece ahí; ese es su lugar.