En el contexto de cumplirse 51 años del golpe de Estado y el inicio de la dictadura de Augusto Pinochet, siguen existiendo estudios que profundizan sobre aspectos importantes en este periodo de la historia. Uno de ellos es el rol de la prensa durante dictadura y el impacto que tuvo en la militancia en el contexto de la clandestinidad, así como también el significado que tuvo el rol de la prensa en la instauración de la impunidad y la justificación de las violaciones a los derechos humanos.
Por Daniela Tapia Hidalgo
Para profundizar sobre la guerra psicológica durante la dictadura militar, RESUMEN conversó con el historiador Camilo Mora, candidato a Doctor en Historia por la Universidad de Santiago de Chile (USACH) quien se ha especializado en historia reciente de Chile, específicamente en dictadura y transición a la democracia. Sus líneas de investigación están en torno al conflicto social y ha escrito artículos relacionados a Derechos Humanos, violencia política y últimamente sobre la revuelta de octubre del año 2019.
¿Qué significa la guerra psicológica y qué características tiene?
Lo primero es decir que es un concepto que se fue cayendo en el desuso con el tiempo, con el correr de los años, pero muy propio de la Guerra Fría. De manera muy abstracta, este concepto da cuenta de un conjunto de prácticas que a lo que aspiran principalmente es a modelar la conducta y la subjetividad de ciertos grupos humanos a partir de lo que sus teóricos, usualmente militares, denominan como técnicas psicológicas.
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Estas técnicas, a lo que apuestan es al uso de lo que podríamos llamar también resortes de la conducta y la subjetividad, porque son generalmente resortes emocionales y se van a usar para estimular o provocar acciones o pensamientos incluso en grupos específicos a los que están dirigidas estas técnicas de acción psicológica. Y en cuanto a acciones específicas u operaciones psicológicas, como también le llaman algunos manuales, son realmente variadísimas, y ahí se van a usar diferentes soportes de la comunicación, tiendas de radio, prensa periódica, televisión, diferentes medios audiovisuales, producción de películas, incluso el cine, afiches, volantes, fotografías, e incluso llegó a extenderse a la diplomacia.
Pero lo que lo que distingue el uso de la guerra psicológica es su forma y su uso planificado y controlado, y en ese sentido este repertorio de acciones se formulan dentro de planes muy específicos, que dicen qué medios se van a usar, cómo, cuándo y para qué, tratando siempre de precisar cuáles son esos resortes emocionales, que pueden ser las enemistades, los temores, las inseguridades de carácter vital, de carácter político, y para eso se usan estos canales, que pueden ser la propaganda, las diplomacias, incluso cuestiones más masivas como el rumor colectivo.
¿Qué rol jugó esta guerra psicológica en la dictadura militar en Chile y desde cuándo se implementó?
Dentro del para qué se usó, hay una lista que es larguísima cuando uno comienza a observar los documentos y a juntar un poquito este puzzle o armar este mapa que está bien disgregado. Entonces, ahí uno se encuentra que se usó como recursos para el montaje y el encubrimiento de crímenes, como un elemento muy propagandístico en términos de propaganda de guerra, por ejemplo, muy similar, se usó como propaganda para exaltar valores patrióticos y antimarxistas, por supuesto, para llamar a la población a denunciar a los supuestos subversivos. También se utilizó para controlar la imagen del país en el exterior, como inhibidor de la movilización social, como multiplicador del miedo, y claramente como un elemento que pretendía consolidar al régimen en lo cultural y lo político.
Ahora, la guerra psicológica estuvo, por supuesto, vinculada a diferentes momentos en su trayectoria, o sea, estamos hablando de que hay una primera etapa de instalación que refirió más de las relaciones públicas; otra de los encubrimientos, de los crímenes, de la etapa más violenta de la dictadura, y por otro lado, toda una campaña de desprestigio respecto de la Unidad Popular, del recuerdo que los sectores populares tenían con el gobierno y las adhesiones con el marxismo, entonces ahí uno encuentra ese tipo de propagandas orientadas a aquello. Luego, desde finales de los setenta y comienzos de los ochenta, comienza también otra etapa, que es precisamente la idea de convencer a la ciudadanía, primero, del carácter constitucional del régimen y también de la supuesta recuperación económica, es decir, pasada la etapa de la instalación, la etapa más fuerte o violenta, comienza una etapa de consolidación que a ellos les interesa.
¿Qué impacto tuvo esta guerra psicológica en las y los militantes que vivieron la clandestinidad durante los primeros años de la dictadura? y, ¿Qué ejemplos puedes mencionar respecto a titulares o noticias que hayas encontrado?
La situación de la militancia a la interna, en algunas conversaciones por ahí también son un poco contradictorias en los testimonios. Hay quienes dicen que no necesariamente fue una cuestión de gran impacto dadas las convicciones y, para otros, tuvo otros ribetes más personales y profundos. O sea, tenemos casos muy emblemáticos, como la Operación Colombo, el caso de las 119 personas asesinadas por la dictadura y encubiertas nacional e internacionalmente en una operación psicológica, por lo tanto ahí hay consecuencias para la militancia que son importantes en términos de vida humana y también en términos políticos.
Luego tenemos otro caso muy relevante, el de Cristian Mayol, capturado por la DINA y obligado a dar una conferencia de prensa, llamando a la izquierda, en particular al MIR, a deponer las armas. Entonces, sería una evaluación distinta tratar de medir el impacto que generó, por ejemplo, acciones como esa en la izquierda. Ese tipo de acciones claramente están destinadas a mermar la moral de la militancia, que es uno también de los objetivos de la guerra psicológica.
¿Existió guerra psicológica durante el proceso de transición en Chile? ¿Cómo lo puedes ver desde el punto de vista de las investigaciones que has realizado respecto a este tema?
Lo primero sería señalar que la guerra psicológica durante la dictadura, por las características que tuvo, fue, como yo lo denomino, una política de Estado. Al menos así lo indican para mí los documentos.
Es decir, fue planificada y ejecutada no solamente por los organismos represivos de la dictadura en la clandestinidad, sino que también fue una estrategia utilizada por la Junta Militar, por sus ministerios, el conjunto de sus instituciones, y otras instancias con sus respectivos asesores civiles.
Entonces, la amplitud en ese sentido de esto, me hace decir, bueno, esto es una política de Estado que, por lo tanto, alcanza cierta proyección al finalizar la dictadura. Son muchas las investigaciones que han abordado el tema de las continuidades entre la dictadura y la democracia, la formación del Consejo Coordinador de Seguridad Pública, La Oficina que se conoce.
Los documentos, por ejemplo, lo que señalan, entre otras cosas, es que muchos agentes de la CNI fueron recontratados por la oficina. Cerca de mil agentes, hay algunos documentos que señalan eso. Fue en el gobierno de Patricio Aylwin. Por lo tanto, solo desde ese punto de vista, las probabilidades de la continuidad de determinadas lógicas, ya es muy probable.
¿Existe guerra psicológica en la actualidad?
Yo creo que como guerra psicológica, así como tal, como el concepto, no tengo pruebas de que eso fuera así. Precisamente porque creo que una de las características fundamentales de la guerra psicológica es que es muy organizada, planificada y de alguna manera centralizada. Lo que sí creo es que hay mucha similitud con prácticas de la guerra psicológica.
En la actualidad nosotros podemos ver que las fake news, son una cuestión diaria, es un problema político muy recurrente. El uso político de las emociones, ciertas formas discursivas, métodos de propaganda y comunicación actual, se acercan muchísimo a la guerra psicológica. Durante el primer proceso constituyente, por ejemplo, cuestiones como propaganda gris o propaganda negra se dieron muchísimo. Esto hace referencia básicamente a una propaganda de la cual no se puede determinar su autoría, no se puede ver desde dónde nace, quién es el comunicante. Eso uno podría decir que son prácticas muy constitutivas de la guerra psicológica, junto con las fake news y el rumor colectivo, el uso del miedo, este tipo de elementos.
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Fotografía principal: Archivo Fortin Mapocho