[resumen.cl] El 3 de enero de 2008, el estudiante mapuche, Matías Catrileo, fue asesinado por disparos en la espalda efectuados por Carabineros. Su muerte se transformó en un símbolo de la brutalidad policial contra las comunidades en resistencia, de la impunidad de la que gozan los represores y del respaldo inmediato recibido por parte de las autoridades -en este caso del primer gobierno de Bachelet- hacia los victimarios.
Catrileo fue asesinado mientras participaba en la recuperación del Fundo Las Margaritas junto a la comunidad Yeupeco Vilcún, en la comuna de Vilcún de La Araucanía. El fundo es parte de lo que el Estado chileno y el latifundio les arrebató a las comunidades mapuches de la zona y que figuraba legalmente como propiedad de Jorge Luchsinger.
Su asesinato -como en muchas ocasiones ha ocurrido-, fue tratado hacer parecer un enfrentamiento. Tal como la CNI en dictadura configuraba verdaderos montajes para falsos enfrentamientos y así disfrazar sus ejecuciones en concomitancia con los grandes medios de comunicación y tal como ocurriría 10 años después con el asesinato de Camilo Catrillanca. En este caso, en que Carabineros intentó repetir la fórmula, la figura del enfrentamiento fue descartada en el juicio cuando el peritaje de la PDI no encontró rastros de pólvora en las manos de Catrileo.
Tras quedar sin aire en sus pulmones, Matías cayó en una zanja, para que luego sus compañeros llevaran su cuerpo y llamaron a la prensa, para que todo el país supiera que el peñi había sido asesinado por Carabineros. Esta maniobra permitió evitar así la manipulación del cadáver para eventuales intentos del Estado por ocultar el crimen. La fecha de su asesinato marcó y sigue marcando momentos de intensas movilizaciones en el Wallmapu.
«¿Con qué elementos estarían atacando? – con piedras, con piedras y están quemando unos fardos que tenían atrás, pero por la parte posterior, por la parte posterior…» se escucha en la comunicación que sostuvo la patrulla del GOPE de Carabineros que custodiaba el fundo Las Margaritas con la Central de Comunicaciones de Carabineros. La misma conversación registra un «mándale un balazo» por parte del carabinero Walter Ramírez. Matías Catrileo fue víctima de tres de esos disparos, que ingresaron por su espalda, le perforaron los pulmones y finalmente le quitaron la vida.
El cabo segundo de Carabineros, Walter Ramírez Inostroza, disparó en tres oportunidades una subametralladora UZI contra Catrileo, según demostró la investigación que lo condenó. Pero su condena fue la ratificación de la impunidad, pues fue sentenciado a cumplir una pena de 3 años y un día en «libertad vigilada».
Ramírez siguió trabajando en Carabineros hasta el año 2013, cuando la presión popular hizo que finalmente Bezmalinovic, exgeneral de la Novena Zona, lo sacara de las filas de la institución, aunque luego de haber intentado defenderlo señalando que «el funcionario está capacitado para permanecer en Carabineros porque fue beneficiado con libertad vigilada y tal como lo dice la Contraloría no tendría impedimentos para seguir activo».
El gobierno encabezado por Michelle Bachelet, se cuadró con Carabineros, defendió su accionar y no se hizo parte querellante para investigar los hechos, siendo cómplice de la impunidad. En este sentido, Felipe Harboe, actual convencional constituyente, figuraba para entonces como subsecretario del Interior, y en su rol, justificó inmediatamente el asesinato del joven mapuche ante la prensa, incluso antes que se realizara la investigación: