Este viernes, 350 organizaciones de 63 países que representan a cientos de miles de agricultores, pescadores, trabajadores agrícolas y otras comunidades, así como instituciones de derechos humanos, religiosas, de justicia ambiental y económica, entregaron una carta al Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) Qu Dongyu instándole a detener los planes anunciados recientemente para profundizar la colaboración con CropLife International.
Red de Acción en Plaguicidas de Chile, RAP-Chile
CropLife es una asociación comercial internacional que representa los intereses de las empresas productoras y promotoras de los plaguicidas, incluyendo aquellos que son altamente peligrosos (PAP o HHPs por su nombre en inglés). Según la carta, los PAP "son responsables por un amplio rango de devastadores daños a la salud de agricultores, trabajadores rurales y familias campesinas de todo el mundo" y estas sustancias químicas han "diezmado las poblaciones de polinizadores y también están causando estragos a la diversidad y los frágiles ecosistemas".
"Esta alianza propuesta es profundamente inapropiada y sabotea directamente los objetivos de FAO de apoyar sistemas alimentarios que sean saludables, resilientes y productivos al tiempo que se salvaguarda la sostenibilidad del medio ambiente", dice Sarojeni Rengam, directora de Pesticide Action Network (PAN) Asia Pacífico. "El propósito de CropLife, por otro lado, es abogar por el uso continuo de los plaguicidas que venden sus miembros. Estas soluciones químicas peligrosas y anticuadas plantean obstáculos mortales para la transición que se necesita con urgencia hacia enfoques innovadores e intensivos en conocimientos ecológicos para la agricultura ".La Sra. Rengam entregó la carta hoy en nombre de PAN International, otras diez organizaciones y redes copatrocinadoras y cientos de signatarios.
La carta destaca un análisis reciente de los archivos de la industria el cual establece que sus compañías miembros: CropLife, Basf, Bayer Crop Science, Corteva Agriscience, FMC y Syngenta, generan más de un tercio de sus ingresos vía las ventas de plaguicidas altamente peligrosos (PAP), que son los plaguicidas más dañinos para la salud de los seres humanos y el ambiente. La proporción de ventas de PAP es aún más alta en los países en desarrollo, según denuncia la carta, lo que no ocurre en aquellos países cuyas regulaciones de seguridad son a menudo menos robustas y los daños a la salud de seres humanos y el ambiente son mayores.
"Muchos de nuestros niños yaquis han muerto y sufrido discapacidades de por vida por la exposición a plaguicidas tóxicos que fueron prohibidos por los países que los exportaron para ser utilizados en nuestros territorios", dijo Mariano Ochoa Millán, ex miembro de la Junta del Consejo Internacional de Tratados Indios de Rio Yaqui Sonora, México. Millán, quien falleció por COVID-19 el 31 de agosto, hizo esta declaración en respuesta a la declaración del 9 de julio de 2020 del Relator Especial de la ONU sobre Tóxicos en la que pedía a las naciones ricas que detuvieran la práctica de exportar pesticidas prohibidos. Muchas de las empresas miembros de CropLife son firmes defensores de esta práctica.
La carta tuvo el patrocinio conjunto de una importante cantidad de organizaciones internacionales y redes globales de amplia base: La Alianza Africana por la Soberanía Alimentaria, (Alliance for Food Sovereignty in Africa (AFSA), el Centro por una Legislación Ambiental Internacional (Center for International Environmental Law,CIEL); FIAN Internacional, Amigos de la Tierra Internacional, Friends of the Earth International), el Instituto para Políticas de Agricultura y Comercio (Institute for Agriculture and Trade Policy, IATP), el Consejo Internacional de Tratados Indios (International Indian Treaty Council, IITC), la Red Internacional por la Eliminación de Contaminantes International (Pollutants Elimination Network IPEN), Asociaciones Internacionales de Sindicatos de Alimentación, trabajadores rurales, de la hotelería, restoranes, catering, tabaco y sindicatos unidos (International Union of Food, Agricultural, Hotel, Restaurant, Catering, Tobacco and Allied Workers' Associations IUF), la Red de Acción en Plaguicidas Internacional, (Pesticide Action Network PAN), Ojo Público Internacional (International, Public Eye) y Red del Tercer Mundo (Third World Network).
Marcia Ishii, científica senior de PAN Norteamérica, explicó las serias implicaciones de la colaboración propuesta: "La decisión de la FAO de iniciar una asociación formal con CropLife es una mala noticia para los millones de agricultores cuya salud y sustento han sido devastados por los plaguicidas altamente peligrosos fabricados por empresas miembro de CropLife."
Desafortunadamente, desde la llegada del Sr. Qu a la FAO, la institución parece estar abriéndose a una colaboración más profunda con las empresas de plaguicidas, que probablemente explotarán esa relación para hacer un lavado de imagen, influir en el desarrollo de políticas y mejorar el acceso a los mercados mundiales. No es de extrañar que la Directora General Adjunta recientemente nombrada por la FAO, Beth Bechdol, llegue a la FAO con un historial de estrechos vínculos financieros con Corteva (anteriormente Dow / DuPont), un miembro de Croplife con sede en el estado natal de Bechdol, Indiana, EE. UU.
Un grupo internacional de 286 científicos e investigadores también están expresando su preocupación por la alianza anunciada, entregando una carta al Director General Q hoy, e instándole a no profundizar la colaboración con CropLife.
Shiney Varghese, analista senior de políticas del Instituto de Política Agrícola y Comercial, señala que, si bien la FAO dice que quiere minimizar los daños de los plaguicidas en todo el mundo, los miembros de CropLife obtuvieron más de un tercio de sus ingresos de la venta de plaguicidas altamente peligrosos en 2018. "En el contexto de esta asociación propuesta entre la FAO y CropLife, lo que es aún más importante es que muchas de esas ventas se realizaron a agricultores de países de ingresos bajos y medios como Brasil, India y Tailandia, mientras que solo el 27 por ciento se realizaron en países de ingresos altos. No es sorprendente que CropLife International quiera tener una asociación, pero ¿por qué la FAO querría poner en riesgo a estos países de ingresos bajos y medianos? "
"Necesitamos una FAO fuerte, independiente de la industria de plaguicidas y libre de los intereses de mercado de las corporaciones globales, comprometida con alimentos seguros y saludables y sistemas agrícolas sostenibles para el beneficio de todas las personas", dice Susan Haffmans de PAN Alemania. Con este compromiso con la agroecología, la FAO se ha embarcado en este camino sustentable. La FAO no debe poner en peligro sus éxitos en agroecología ni su integridad cooperando precisamente con esa rama de la industria que es responsable de la producción de plaguicidas altamente peligrosos y cuyos productos contribuyen a envenenar a las personas y su entorno en todo el mundo ".
"En América Latina, necesitamos políticas que apoyen la eliminación gradual de los plaguicidas altamente peligrosos (PAP) y la ampliación de la agroecología. La asociación propuesta entre la FAO y CropLife socavaría este objetivo ", dijo Fernando Bejarano, coordinador de la Oficina de IPEN para América Latina y el Caribe, quien ha supervisado varios informes sobre la situación de los plaguicidas altamente peligrosos en países de la región.