Por Edmundo Arlt
Escribo estas líneas pocos días después de que Naciones Unidas publicara el siguiente comunicado: „La hambruna ha sido confirmada en la gobernación de Gaza por la máxima autoridad mundial en materia de seguridad alimentaria y se extenderá aún más dentro de la Franja a menos que cesen los combates y se permita la entrada de mucha más ayuda, según informaron el viernes los trabajadores humanitarios de la ONU." (UNTV CH 2025) En palabras simples, la ONU confirmaba lo que ya es obvio: las políticas de bloqueo israelíes, documentadas por esa misma institución (2025) y la Corte Penal Internacional (ICC 2025), además de otras numerosas organizaciones (Bennet 2025, B’Tselem 2025a, Hasson 2025, HRW 2025a), han creado condiciones que constituyen hambruna como método de guerra, lo cual está expresamente prohibido en el Art. 54 del Protocolo Adicional I de Ginebra: „queda prohibido, como método de guerra, hacer padecer hambre a las personas civiles" (ICRC 1977).
Diversos factores confluyen en la actual catástrofe alimentaria. Entre ellos, incidentes puntuales en el cruce de Rafah bajo supervisión egipcia (Naciones Unidas 2025), saqueos por bandas armadas en un contexto de colapso del orden interno (UNRWA 2025), las cuales han sido apoyadas por acción u omisión por el Estado de Israel (Parker et. al., Filiu 2025). También se cuentan complicaciones logísticas, más aún después de la transición de la distribución de bienes esenciales desde la ONU hacia la instransparente Gaza Humanitarian Foundation (OHCRH 2025). Una organización estadounidense-israelí creada ad hoc para la situación. Sin embargo, la evidencia disponible muestra que estos elementos tienen un peso secundario y marginal. Es posible señalar, en base a informes de la Organización para la Alimentación y la Agricultura, el Centro Satelital y la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, todas organizaciones ONU, que la enorme responsabilidad de la hambruna es atribuible al bloqueo israelí (World Food Programme 2025, OCHA 2025). Dichas publicaciones han sido confirmadas por organizaciones de derechos humanos como Amnesty International (2024) y la israelí B’Tselem (2025a). La destrucción de infraestructura agrícola derivada de los bombardeos israelíes, documentada extensivamente por el Equipo de Forensic Architecture (2024), es también un factor relevante, aunque menor. Los otros factores (Egipto, saqueos, limitaciones logísticas) representan también una dimensión menor del problema. No existe evidencia consistente que sustente la posición del Estado de Israel en relación a que Hamas se haga con los alimentos para surtir a sus tropas (Landay 2025, UNRWA 2025, Parker et. al. 2025). En este sentido, aun reconociendo la existencia de variables adicionales, la responsabilidad principal recae de forma abrumadora en el Estado de Israel.
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El programa que me encontraba escuchando en YouTube fue interrumpido hace un par de días por un comercial sobre la hambruna en Gaza. "No habría tal hambruna en Gaza" era el mensaje del video. Como se puede leer en la captura de pantalla de mi autoría, se señala: "Imágenes reales de la situación alimentaria en la ciudad de Gaza. Julio de 2025". El video no solo contiene apetitosos platos de la cocina palestina, sino una fila de gazatíes esperando para disfrutarlos. También muestra el interior de tres o cuatro restaurantes con personas merendando normalmente, como si no hubiese guerra alguna. De hecho, en una de las imágenes puede verse a dos corpulentos palestinos, de ninguna manera famélicos al borde de la muerte, vestidos con camisetas con grandes logos de BOSS.
El video termina asegurando que sí hay comida en Gaza y que cualquier otra reivindicación es una mentira. Es decir, que todos los informes técnicos de diferentes organizaciones internacionales reconocidas en la materia, evidencia en forma de imágenes, videos y testimonios de personal profesional en terreno son… una mentira.
Mi reacción fue seguir la propaganda y hacer clic en el video. Para mi enorme sorpresa, el video me dirigía a una página oficial del gobierno israelí. Si se mira con detención nuevamente la foto, algo que no hice al comienzo, se señala claramente que quien pagó por el derecho a emitir dicha propaganda fue el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel. El comunicado oficial del Estado israelí señala: "La política disfrazada de ciencia: la crisis de credibilidad de los análisis sobre la 'hambruna' del IPC en Gaza". Después de una discusión técnica sobre el reporte de la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (IPC), el informe termina con una sección que se titula "Cuando los datos no respaldan la narrativa, ignóralos" (Israeli Ministry of Foreign Affairs 2025a). El comunicado oficial no brinda evidencia alguna de que las y los palestinos puedan comer esos apetitosos alimentos que se muestran en la foto. Menos aún de que, de todas las personas que se muestran, absolutamente ninguna tenga evidencias de encontrarse en una guerra con esas características desde hace ya años. La instrucción no es, por tanto, "cuando los datos no respaldan la narrativa, ignóralos", pues no presentaron dato alguno que concluya que, al menos, un porcentaje relevante de la población en Gaza se esté alimentando de esa manera y tenga esa condición. Por otra parte, cuando se leen con atención las críticas al reporte de la IPC (2025), el punto contencioso se refiere a que el estándar para declarar 'hambruna' requiere que la tasa de desnutrición aguda alcance el 15% de la población gazatí. El Estado de Israel argumenta que la IPC no consideró la totalidad de los datos de julio, que habrían brindado un resultado de alrededor del 13% con las metodologías habitualmente aceptadas. Sin embargo, la IPC argumenta que el contexto no permite aplicar las metodologías habituales. En otras palabras, el problema reside en que, para decidir si el fenómeno es una realidad o una posibilidad, se necesitan especialistas que Israel no deja entrar en Gaza. El Estado de Israel, de esta manera, brinda una crítica metodológica rigurosa sin brindar probada y conscientemente los medios para elevar la rigurosidad del reporte. Pero a la hora de descartar que hay hambruna en Gaza, les hace falta solo mostrar un video sin fuente original, sin metadatos, sin geolocalización. La instrucción es: "Cuando los datos no respaldan la narrativa, ignóralos", pero solo si la 'narrativa' está contra los intereses del Estado de Israel.
Después de navegar un rato en internet, no solo logré encontrar la fuente del video (Israeli Ministry of Foreign Affairs 2025b), sino también otro video mostrando mercados gazatíes con diversos alimentos, llenos de público en un estado físico equivalente al del video anterior. Todas las imágenes serían del período julio-agosto de 2025 (Israeli Ministry of Foreign Affairs 2025c). "Sí hay comida en Gaza y cualquier otra reivindicación es una mentira" rezaba el video. Esta instrucción también la sigue el Primer Ministro Benjamin Netanhayu, el cual, al ser preguntado por la hambruna, negó tajantemente su existencia. Además, señaló que este tipo de mentiras contra el pueblo judío eran equivalente a las que se emitían contra dicho pueblo en la Edad Media (Bronner 2025). No sólo tendenciosos videos y textos técnicos son empleados para negar la hambruna, sino la instrumentalización del antisemitismo. Instrumentalización que convierte al Antisemitismo, que es real y debe ser rechazado siempre, en 'antisemitismo'.
Este comportamiento criminal no es un hecho aislado. Existe evidencia suficiente para sustentar la tesis de que Israel este comportamiento se ha manifestado desde el comienzo de la guerra en Gaza, no solo en esta última etapa de genocidio. Piénsese en hechos como: utilizar inteligencia artificial para identificar tropas de Hamas, sin consideración alguna del daño civil colateral, ya sea a infraestructura o a vidas humanas (Abraham 2024); la utilización por parte del ejército israelí de palestinos como cámaras en el rol de "perros" para revisar los túneles de Hamas (Levy 2024); bombardear repetidamente campos de refugiados (Al-Mughrabi et. al. 2023, The Times of Israel 2023, Leatherby et. al 2024, Le Monde 2024, Burke 2025); desplazamiento forzado de la población (Hassan 2025, International Commission of Jurists 2025); destrucción del 90% de las escuelas y del 84% de las instalaciones sanitarias (HRC 2025, B’Tselem 2025b); torturas y maltratos a detenidos gazatíes (Kelly et. al. 2025, UNRWA 2025); prohibición de prensa extranjera en la Franja de Gaza, decisión que ha sido desafiada en las cortes israelíes por CNN, negándose la Corte Suprema de Israel a fallar el caso mediante consecutivos aplazamientos (Diamond 2025). Sumado a todo lo anterior, pensemos en las órdenes de detención internacional que pesan sobre el primer ministro de Israel, Netanyahu, y el ex ministro de defensa de Israel, Yoav Gallant. En dicha orden de detención, emitida en noviembre de 2024, ya se mencionaba un bloqueo intencionado de las cadenas de distribución de bienes esenciales para la supervivencia. (ICC 2025). Las declaraciones relativas a limpieza étnica o genocidio han sido variadas, repetitivas y sistemáticas en el tiempo (South Africa v. Israel 2023, Rahman 2025, Al-Haq 2025).
Desde la reorganización de la distribución de alimentos, ahora a cargo de la gris Gaza Humanitarian Foundation (GHF) y no de Naciones Unidas, más de mil palestinas y palestinos han perdido la vida en busca de comida (Lazarini 2025). La única información disponible de cómo se ha realizado este decisivo cambio de jurisdicción en Gaza en terreno proviene del ex boina verde estadounidense Anthony Aguilar. En distintos medios de comunicaciones, Aguilar ha realizado recientemente fuertes acusaciones contra la GHF. Estas señalan que los trabajadores de la GHF cuentan con el estatus legal de turistas con visa israelí, no existiendo relación laboral alguna con el Estado de Israel; que se les hizo entrega tanto de armamento de guerra como de municiones antiblindaje para el control de población civil, sin ningún tipo de preparación en el manejo competente de dicho armamento ni de protocolo alguno para su uso; que los lugares de distribución de alimento cuentan con alambre de espino en forma de túneles para conducir a la población, lo cual esta estrictamente prohibido por el derecho internacional militar; que se han entregado alimentos que requieren agua para su consumo... pero sin brindarla; que personal de la GHF ha disparado a población civil indefensa, sin que se activen procesos disciplinarios (Aguilar 2025, Carlson 2025, BBC 2025).
Ante el escándalo, la GHF hizo visitar a su vocero, Chapin Fay, diferentes medios de comunicación con el fin de desmentir las acusaciones de Aguilar. En ninguna de las entrevistas Fay presentó evidencia contundente contra las acusaciones, menos aún sobre sus afirmaciones; por ejemplo, de que Aguilar había sido despedido por un pobre desempeño. Por el contrario, la argumentación se reducía a meros ad hominem contra Aguilar, tachándolo de mentiroso y distribuidor de la propaganda de Hamas. Personalmente, me extrañó bastante la ausencia de argumentos técnicos por parte de Fay, en contraste con las presentaciones de quien estuviese a cargo de la distribución de los bienes de supervivencia por parte de Naciones Unidas (Morgan 2025). Me refiero a Tom Fletcher. Al investigar las credenciales de Fay, encontré, para mi sorpresa, que no es más que el CEO de la empresa de comunicación estratégica Lighthouse Public Affairs.
Una de las preguntas que emerge después de la reflexión anterior es si es necesaria más evidencia para llegar a la conclusión de la necesidad de detener el sufrimiento humano que está causando la guerra en Gaza. Al transformar el punto contencioso en una mera guerra mediática y psicológica de "narrativas en conflicto", se pierde de vista el sufrimiento de millones de personas que no tienen un techo sobre sus cabezas, una escuela a la que enviar a sus hijos, una iglesia a la que ir a descargarse con Dios, un hospital sin miedo a ser bombardeados, menos incluso una merienda básica que atenúe el hambre. La pregunta leninista del "¿Qué hacer?" toma así el protagonismo. Es posible aquí aplicar la misma metodología de análisis del revolucionario ruso.
En Europa se considera como un gran avance que el Reino Unido reconozca al Estado palestino si Israel no cumple ciertas condiciones, como el compromiso de un cese al fuego y una solución al conflicto mediante dos Estados (Adams 2025). Por su parte, el gobierno francés ha tomado una postura más decidida en la materia, la cual seguramente terminará en un reconocimiento del Estado palestino y un giro en la política exterior francesa (Ministère de l’Europe et des Affaires étrangères 2025). El canciller alemán Friedrich Merz decidió recientemente, en contra de su coalición democratacristiana (CDU y CSU), detener el envío no de todo el armamento alemán exportado a Israel, sino solo el que se utiliza en la guerra de Gaza (Deutschlandfunk 2025). Fuera de los tres grandes de Europa, existen desde voces mucho más críticas pero con menos peso político, como es el caso de España (El País 2025), hasta decididos aliados del Estado israelí que incluso están dispuestos a violar abiertamente la orden de captura internacional contra Netanyahu, como es el caso de Hungría (Tasch y Holligan 2025).
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¿Es un "gran avance" reconocer una entelequia como el "Estado palestino"? Digo conscientemente una 'entelequia', pues el "Estado palestino" es una organización que no cuenta con ninguna de las condiciones mínimas para ser tratado como tal. No solo no posee un monopolio legítimo sobre la violencia en territorios efectivamente controlados, sino que tampoco puede asegurar los derechos fundamentales de su población mediante las acciones de un sistema judicial competente. No deja de ser bastante irónico que una medida mucho menos rimbombante como la de Merz le cause muchos más problemas prácticos al Estado de Israel. Como se señaló más arriba, más información técnica y mediática sobre lo que está sucediendo alterará más las conciencias de quienes no viven en Gaza, mas no los estómagos gazatíes. Lenin llamaría a estas soluciones un mero oportunismo.
Otro problema reside en que las sanciones económicas posibles de aplicar que podrían dañar seriamente la economía israelí pertenecen a países donde no hay interés real para resolver el conflicto (China), se apoya al Estado de Israel, silenciando con terrorismo de baja intensidad todas las voces disidentes (EE. UU.) o se encuentran firmando papeles para reconocer una entelequia (Francia y Reino Unido). No olvidemos el clásico Sonderweg alemán que opta por no enviar sus armas a participar de los crímenes. De un bloque como la Unión Europea, que necesita unanimidad de sus estados miembros para realizar acciones concretas, tampoco se pueden esperar pasos concretos. Aunque sí es cierto que algunos miembros de la EU han comenzado discutir la necesidad de reformar el tratado económico entre la Unión e Israel (Momtaz 2025). Pero esto, diría Lenin, no es más que intentar llegar a lo político mediante lo económico. El mismo error que se ha cometido en la Guerra en Ruso-Ucraniana.
Pero la pregunta no se responde: ¿Qué hacer? ¿Qué hacer para detener un genocidio?
Una posibilidad la brindaban los mismos estados mencionados hace solo un par de décadas: intervención militar humanitaria. Una intervención de este tipo debe ser autorizada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde el veto norteamericano a favor de Israel está asegurado. Sin embargo, todos los otros criterios se aplican a esta situación (Wood 2013). Una intervención militar sería una causa justa, en tanto prevendría la continuación de un genocidio (Amnesty International 2024, Asamblea General de la ONU, Albanese 2025, B’Tselem 2025b, HRW 2025b, Médicos Sin Fronteras 2025); tendría la intención de proteger civiles y ejecutar las resoluciones de Naciones Unidas, las cuales, de haber estado sujetas a veto, podrían ser rediscutidas por la Asamblea General y eventualmente aprobadas y ejecutadas por ella; sería una acción de último recurso, pues Israel no solo ha quebrado acuerdos de alto al fuego que tenían posibilidades de estabilizar el conflicto (NBC 2025), sino que ha entorpecido, atacado y posteriormente expulsado a las organizaciones internacionales de prestigio, por sobre todo a la organización representativa de la soberanía de la humanidad sobre la tierra que es Naciones Unidas; estaría estrictamente atada al principio de proporcionalidad, restringiendo el objetivo a la protección de la población civil de Gaza y la ejecución progresiva de las resoluciones de Naciones Unidas; sería una intervención militar humanitaria con enormes potenciales de éxito. A diferencia de Kosovo, la Asamblea General de Naciones Unidas debería ser la autoridad competente que legitime una intervención militar de estas características, mediante una decisión mayoritaria de 4/7 de sus miembros, con un plan concreto basado en las recomendaciones de las diferentes organizaciones técnicas de Naciones Unidas y las resoluciones previas de la Asamblea. ¿Existe una crítica concreta contra este esquema, más que su impracticabilidad? Volviendo nuevamente a Lenin, ante la supuesta impracticabilidad de algo, se deben tomar pasos concretos para volver ese algo posible. En este caso, lograr avanzar lo más posible en la primera intervención militar internacional de carácter humanitario aprobada por los Estados miembros del único órgano político representativo de la soberanía de la Humanidad.
Chile es un país íntimamente relacionado con Palestina. Posee alrededor de medio millón de descendientes palestinos, lo cual lo convierte en el país con la comunidad palestina más grande fuera de Medio Oriente (Espín 2020). Este hecho no ha significado la toma de un liderazgo por parte del Estado chileno en la consecución de una Palestina libre, democrática y exitosa. La comunidad palestina ha destacado en sectores como el económico (textil y banca), político (Fuad Chahín, Francisco Chahuán, Daniel Jadue, entre otros), pero, sin lugar a dudas, su mayor éxito ha sido el deportivo. Me refiero obviamente al Club Deportivo Palestino, fundado en 1920. Uno como chilena o chileno habitualmente no dimensiona el significado del "Tino" para Palestina y el Medio Oriente. He tenido la posibilidad de conocer palestinos que, al saber que soy chileno, me identifican automáticamente con el Club. La sensación de familiaridad aumentaba cuando contaba viví muchos años cerca del Estadio Municipal de La Cisterna, el cual visité sólo una vez de niño. He visto en Berlín a varias personas de origen musulmán o palestino marchar con la camiseta del Club en las demostraciones. No solo el Club ha recibido recientemente en Chile a la selección nacional de Palestina, sino que jugadores chileno-palestinos han defendido sus colores, como Roberto Bishara y Roberto Kettlun. Como señala un viejo dicho: “En cada pueblo hay tres cosas: un cura, un policía y un palestino” (Espín 2020).
Si bien el gobierno del presidente Gabriel Boric ha tomado decididas acciones diplomáticas con Israel, como criticar fuertemente el accionar del Estado de Israel en la guerra, apoyar la orden de detención internacional de la Corte Penal Internacional y retirar agregados militares de Israel, esto se encuadra en las medidas mencionadas y sus severas limitaciones. Volviendo a Lenin, estaríamos aquí ante un mero oportunismo; una mera adaptación pasiva a la espontaneidad y al servilismo de las circunstancias inmediatas, no a una respuesta concreta del ¿Qué hacer?. Boric debe buscar una coordinación con sus pares latinoamericanos para presentar una moción en la Asamblea General de Naciones Unidas en la dirección descrita, solicitando una intervención militar humanitaria dirigida por cascos azules. No solo lo obliga un compromiso como presidente ante la comunidad palestina en Chile, la cual tiene familiares y amistades sufriendo el genocidio, sino que también lo obliga su declarado compromiso irrestricto y absoluto con el respeto a los derechos humanos (Boric 2024). Compromiso que se ha visto, por ejemplo, con la oposición a la guerra en Ucrania, la constante crítica a los regímenes dictatoriales venezolano y nicaragüense, llegando incluso a impulsar personalmente la entrega de la ciudadanía chilena a la activista nicaragüense Gioconda Belli. Para detener el Genocidio en Gaza no ha habido nuevos avances. ¿Es que acaso no hay nada más que hacer?