Metin habla a una velocidad imposible de seguir cuando habla en kurdo, parece todo pegado en una sola palabra. Sabe un poco de español, porque tiene interés en América Latina, pero la verdad es que es un español tan particular que todavía cuesta más seguirlo. Por suerte, tiene un buen inglés. Rápido también.
Metin explica qué Kurdistán harán en adelante, suponiendo que el incipiente proceso de paz continúe. Habla de burguesía y de proletariado, como era habitual entre nosotros hace décadas, y despierta en los interlocutores un interés más que notable. Estoy en un encuentro en las afueras de Van, en un hotel que hay en la carretera que lleva a Irak. Participan todo tipo de políticos y organizaciones kurdas. Los alcaldes y diputados se hacen notar, porque van bien vestidos, ocupan la primera fila y no sonríen tanto como el resto de la gente, mientras Metin hace propuestas como repartir la tierra entre las mujeres kurdas inmediatamente. Al final de la sala un grupo de jóvenes, la mayoría de ellas ataviadas con el khilal, aplaude con entusiasmo. Uno de los peces gordos de la primera fila pide el micrófono para rebatir. Con un argumento directamente legalista: ‘Lo haríamos, pero las leyes no lo permiten’, que dice. ‘Las leyes no nos dejan hacer nada, en Turquía’, brama Metin en respuesta, medio segundo antes de recibir un aplauso ensordecedor.
La autonomía democrática
Autonomía democrática ‘, dicen. Una parte del movimiento kurdo dice que la autonomía del Kurdistán debe ir acompañada de la autonomía de las personas y que no basta con crear una entidad autónoma si al mismo tiempo no se mejora sustancialmente la vida de la gente, de los kurdos. No quieren crear un estado sino una nueva sociedad, inspirada en los principios indigenistas estadounidenses.
La discusión se refiere a Turquía, pero planea en el aire la situación de Siria, donde, en medio de la indiferencia de la opinión pública internacional, los kurdos están creando un estado de hecho en las ciudades que controlan el norte, un territorio donde ahora mismo ya aplican esta política que a Merit le gusta definir de zapatista. ¿Siria zapatista? La propuesta suena exótica y sorprendente. Reconozco haber sonreído, incluso cuando la he oído, pero después de escuchar horas de discusión me he hecho consciente que muchas miradas del Kurdistán turco están puestas en ello. Pues lo que pasa allí abajo ‘podría ser importante también para su futuro.
Ahora mismo, aunque la situación es muy inestable por la guerra, parece que todo el Kurdistán sirio, salvo únicamente Qamishli, queda bajo control kurdo. En Qamishli quedan algunas fuerzas de Asad que disputan zonas de la ciudad a los guerrilleros kurdos. Y de vez en cuando aparece alguna facción en algún lugar que provoca alguna batalla. Un joven me cuenta con todo tipo de detalles que hace cosa de diez días un grupo rebelde atacó la zona de Afrin. Finalmente se tuvieron que retirar, pero primero quemaron y destruyeron tantas casas como pudieron, lo que hacer huir a los habitantes kurdos.
A pesar de estos problemas, los partidos kurdos de Siria se han puesto de acuerdo, con la mediación del gobierno kurdo de Irak, y han creado un Consejo Supremo que ha comenzado a implantar las medidas políticas que construirán el poder kurdo. La idea es sentar las condiciones que hagan posible una vida autónoma de los kurdos sirios. Internamente, hay una intensa lucha entre los partidarios de un modelo occidental, como el que sigue el estado kurdo de Irak, y los revolucionarios, con una fuerte presencia femenina, que hacen lo que pueden para aplicar el modelo que los seguidores de Ocalan llaman autonomía o confederación democrática. En plena guerra, todo parece indicar que según quien controle cada pueblo, se implantan unas medidas u otras.
La fractura entre los kurdos y Siria.
La relación entre el nacionalismo kurdo y Siria había sido siempre muy estrecha y cordial. Los primeros campos de entrenamiento del PKK estaban en el valle de la Bekaa libanesa, bajo control sirio. La Bekaa, en los años setenta y ochenta, era como un centro mundial de la lucha armada con campamentos de toda clase de facciones y países, allí se entrenaron los primeros peshmergas kurdos. El líder, Abdullah Ocalan, vivía en una pequeña granja cerca de Damasco, según me cuenta un abogado alemán que lo visitó dos veces. Vivía hasta que, hace diez años, el régimen sirio, bajo las presiones de Estados Unidos y especialmente de Turquía, lo dejó caer. Se vio forzado a abandonar el país y finalmente los americanos lo encontraron en Kenia, escondido tras un pasaporte chipriota. Lo detuvieron y lo entregaron a Turquía, que desde entonces lo mantiene en prisión. Eso cambió completamente las relaciones entre los kurdos y el régimen de los Assad. Quizás hoy serían aliados.
El caso es que finalmente, en medio de la guerra desatada en Siria, los kurdos, que habitan una estrecha franja de norte del país, han decidido tomar el atajo y controlar su territorio. Sin tomar posición ni a favor del régimen ni a favor de la oposición. Los kurdos de Siria son afiliados al PKK turco y siguen la idea de crear un modelo de estado nuevo, con componentes comunitaristas y culturales que hacen pensar en algunas de las luchas indígenas de América. Han creado batallones de autodefensa, denominados Unidades Populares de Protección, que ejercen de una manera efectiva y efectista el control del territorio. De hecho, en las fronteras exteriores oficiales de la región kurda de Siria con Turquía e Irak, ya son los guerrilleros kurdos, y no el ejército sirio, quienes controlan el paso de frontera.
Los turcos, muy, muy preocupados, han hecho un gran despliegue militar visible para toda esta región, pero que no parece poder contener la movilidad de los militantes kurdos. Son avezados como nadie a moverse por estas montañas. Y, aunque el ejército turco obliga a los granjeros kurdos a unirse a las tropas que circulan por las montañas, parece que el paso de gente entre las regiones kurdas de Siria, Irak y Turquía es fluido. ‘Sabemos muy bien por donde tenemos que pasar y por donde no’, me dice el joven que asegura haber vuelto hace poco de la Siria controlada por los kurdos.
El refugio de las montañas
Que las montañas del Kurdistán son un refugio es indudable. Hace mucho tiempo que es público y notorio que el PKK tiene su base principal en las montañas de Qandil, en el Kurdistán iraquí. Hay campamentos, bases, un hospital, depósitos de armamento y toda la infraestructura necesaria para proveer a una guerrilla que desde los años noventa tiene entre 8.000 y 20.000 efectivos armados, de los cuales se cree que unos 3.000 están estacionados permanentemente en Turquía. El gobierno kurdo de Irak ha recibido a menudo presiones para detener la actividad, pero no parece tener ningún interés en ello, aunque ahora las relaciones entre Turquía y los kurdos de Irak son excelentes, sobre todo desde el punto de vista económico.
En cuanto a las fuerzas occidentales, sólo una vez soldados americanos intentaron llegar a Qandil y desistieron después de fuertes enfrentamientos con la guerrilla. Uno de los principales líderes militares de la guerrilla del Kurdistán turco, por cierto, es un kurdo … de Siria, Fehman Huseyn. Es la prueba fehaciente de que entre los kurdos más militantes nadie cuestiona en qué parte de su país se lucha, por encima de cualquier barrera estatal, consideran que es la misma nación.
Y por eso parecen creíbles los rumores según los cuales las guerrillas kurdas que han comenzado a abandonar Turquía, de acuerdo con la negociación entre Ocalan y el gobierno turco, han acabado yendo precisamente a Siria y no a Irak. Oficialmente, han pasado la frontera en dirección a Irak, pero nadie puede asegurar nada. Les es más fácil que nunca, porque una vez superada la frontera turca, esquivadas las patrullas turcas, entre Irak y Siria kurda ya no hay ningún territorio que no controlen directamente ellos. Y su presencia en Siria serviría para reforzar los partidarios de la vía revolucionaria.
Para el conflicto kurdo, en definitiva, la rebelión siria puede ser determinante. No únicamente por la importancia que tiene en el conjunto de la región, sino también porque dos estados semi independientes kurdos, uno en Siria y uno en Irak, son mucha presión para una Turquía, que quizás se encontrará más forzada a respetarlos. Quien sabe si esta es una de las claves del cambio de actitud del gobierno y del inicio de las conversaciones con Ocalan.