En un nuevo día del joven combatiente, justo es recordar a los resistentes que lucharon contra la dictadura, uno de esos miles de jóvenes es el penquista Carlos Iturra, esta es parte de su historia, aquella que rescatamos en el ánimo de honrar la memoria de quienes seguirán jóvenes y combativos, viviendo en otros jóvenes.
La quinta jornada de protestas contra la dictadura se vio contextualizada en el ajusticiamiento del mayor general Carol Urzúa, a la sazón Intendente de Santiago, razón por la cual, los organismos represivos actuaron con especial odio y alevosía, mientras eran detenidos un grupo de miristas y asesinados en falsos enfrrentamientos Arturo Villabela, Lucía Vergara y Sergio Peña en la fatídica calle Fuenteovejuna de la capital, muriendo calcinados producto del incendio provocado. Posteriormenet la CNI y la SIFA, responsables de las ejecuciones, asesinarían a Hugo Ratier y Alejandro Salgado en la calle Janequeo, en estos hechos se tiene clara participación de Andrés Valenzuela Morales («Papudo») y Pedro Pablo Bustos Valderrama, activo miembro del ejército hasta la década del 2000.
En Concepción mientras tanto, se desarrollaba la quinta jornada de protesta contra el régimen y unas seis mil personas, según cálculos de «El Mercurio», participaron al mediodía de una concentración en el centro de la ciudad. La locomoción colectiva disminuyó ostensiblemente, producto del temor que provocó el incendio de un microbús «MI Expreso» en el Barrio Norte de Concepción; se hacía sentir el desarrollo de la estretegia de protesta radical contra la dictadura y el empresariado lo sabía, en la manifestación la participación de los estudiantes de diversas casas de estudio penquistas fue significativa.
Llegada la noche se produjeron incidentes en la Plaza Independencia de Concepción y poco a poco, la rabia inundó sectores periféricos de la capital penquista, se produjeron cortes de energía eléctrica en la comuna y en Talcahuano, en ese marco se desarrollaban barricadas en diversos puntos, incidentes de proporciones ocurrían también en Chiguayante, Coronel y Lota. En medio de esos incidentes, manifestando su descontento, participaba Carlos Iturra junto a otros resistentes.
Carlos Iturra Contreras, del Inacap, era un joven de 25 años y casado, que cursaba estudios de Electrónica en ese Instituto, que en aquel tiempo tenía sede en Las Golondrinas, en Hualpén. Fue asesinado en la calle Paicaví, al finalizar esta avenida, cuando se conecta con la autopista a Talcahuano, escuetamente el Informe Rettig señala que desde un vehículo sin patente se le disparó la noche del 8 de septiembre de 1983. Hilando más fino, fue en específico un furgón Subaru el que percutó ráfagas de metralleta sobre tres jóvenes que levantaban una barricada en esa céntrica avenida penquista.
Los jóvenes de 14 y 22 años se recuperaron de sus graves heridas y Carlos, murió al día siguiente producto de las balas de los cobardes agentes, en el hospital La Higueras de Talcahuano. Curiosamente no fue llevado al Hospital regional, ubicado dentro de la jurisdicción comunal, siendo trasladado a un centro hospitalario distante, esta y otras preguntas caben en los hechos que le costaron la vida a Carlos.
La rabia de los y las penquistas no tardó en manifestarse conocido este nuevo crimen, al día siguiente una columna volvió a marchar por las calles céntricas de la ciudad y como respondiendo a la agresión asesina contra Carlos, el colectivo apedreó dependencias de la CNI en la calle Angol entre O’Higgins y San Martín, el miedo devenía en ira contra el terror del estado, quebraron todos los vidrios del edificio, hubo ráfagas de ametralladora contra el cielo, posteriormente carabineros utilizó lacrimógenas y guanaco contra los manifestantes y se detuvo a más de treinta manifestantes, una toma relámpago de la facultad de derecho de la Universidad de Concepción, logró la liberación de los detenidos.
El dictador convocó a una concentración de apoyo tras estos hechos, que se replicaron por Chile durante la quinta jornada de protesta, intentado recuperar la calle con sus damas de colores y los funcionarios del régimen, calle arrrebatada por los miles de chilenos y chilenas valientes que se atrevieron a disputarle al terrorismo de estado el derecho a manifestarse contra el odio, Carlos Iturra fue uno de ellos, y se impone el rescate de su memoria.
Las Jornadas Nacionales de Protestas y los otros caídos en la Región de Concepción
El 11 de mayo de 1983, estalló la «Primera Jornada Nacional de Protesta» en las principales ciudades del país, el 14 de junio se repetiría una segunda jornada y el 11-12 de julio, durante la conmemoración de la nacionalización del cobre por Salvador Allende, la tercera jornada.
La imposibilidad de la dictadura de frenar el descontento popular, llevó a ésta incrementar los niveles de violencia, con declaraciones de estado de emergencia, toques de queda y la participación masiva de militares en labores de orden social, lo que aumentaba la cifras de muertos, heridos y detenidos, tras cada movilización.
Durante la cuarta jornada de protesta convocada para el 11 y 12 de agosto, organismos de derechos humanos contabilizaron 25 muertos por fuerzas policiales y militares, los heridos por armas de fuego se elevaron por sobre los 100 en todo el país, durante las 48 horas que duró la jornada de movilización. Uno de ellos el joven artesano de Coronel Saturnino Reyes (25 años) muerto por el impacto directo de una bomba lacrimógena en el cráneo.
A las Jornadas de protesta nacional en agosto de aquel año se sumaron las marchas del hambre, como la efectuada en Santiago el 30 de agosto de 1983 en la cual entre los cientos de detenidos se encontraban los hermanos Vergara Toledo.
El día 8 de septiembre de l983, durante la Quinta Jornada Nacional de Protesta, desde un vehículo civil sin patente, efectivos de la CNI acribillaron a Carlos Iturra Contreras y sus compañeros. Carlos y Saturnino, sin embargo, no serán los únicos jóvenes y niños caídos en esos años en nuestra región durante las jornadas de protestas también Ricardo Rebolledo Palma (22 años) en la Población Pedro del Río Zañartu, en Concepción, Rubén Enrico Zavala Barra (15 años) asesinado en Concepción durante la Sexta Jornada Nacional de Protesta en diciembre de 1983.
También existieron niños, jóvenes y a adultos que sin participar de las manifestaciones, murieron producto de la violenta represión desatada contra los manifestantes, tal vez el caso más dramático el que afectó a las hermanas Paola y Soledad Torres Aguayo, de tres meses y cuatro años de edad, quienes fallecieron luego que su vivienda se incendiara, producto de las bombas lacrimógenas arrojadas al interior de su domicilio en la Población Libertad en Talcahuano, durante la Octava Jornada Nacional de Protesta, jornada durante la cual caerá abatido en la Universidad de Concepción Caupolicán Inostroza (27 marzo 1984)
Una fecha que han querido, pero no han podido, pasar al olvido
Todos los años, cada 29 de marzo, una generación de niños, adolescentes y jóvenes que salió masiva y valientemente a las calles en la década de los 80 a enfrentar la dictadura, recuerda en distintos lugares de Chile a sus propios Héroes-Mártires, de este levantamiento popular que vivió nuestro país a partir de 1983. Existen casos emblemáticos como el de los hermanos Vergara Toledo asesinados por carabineros el 29 de marzo de 1985, en Villa Francia (Santiago) o a Mauricio Maigret, estudiante secundario caído en el levantamiento popular de Pudahuel el 29 de marzo de 1984. Sin embargo, ellos son sólo parte de una enorme cantidad de jóvenes muertos en la lucha por la defensa de la educación y salud pública, los derechos laborales conculcados por la tiranía, agudizando la crisis social y económica iniciada con la recesión de 1982. Reclamos sociales que se unían a la lucha por libertad, la defensa de los presos políticos, exiliados, relegados, en contra de la tortura, contra el silencio y la oscuridad de la dictadura en que crecieron.
El grito de rebeldía de esta generación traicionada, que dejó amigos y hermanos tirados en las calles y avenidas de nuestro país, para que viejos políticos pactaran una salida negociada con el dictador y el imperio; perduró durante una transición de espalda al pueblo que prolongó el modelo de país construido en aquellos oscuros años. Esta rebeldía y esta rabia encontró relevo en los 90 y esta nueva generación insatisfecha del modelo social y político sumó sus propios héroes, como el estudiante ariqueño Daniel Menco (23 años) asesinado el 19 de mayo de 1999, por el disparo del comisario de carabineros Norman Vargas.
Hoy tras las masivas movilizaciones del año 2011, nuevos jóvenes recogen el testimonio y continúan esta vieja lucha de los pobres contra los explotadores.
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Maria Galindo del sindicato a la Resistencia Popular.