Por Robinson Silva Hidalgo
Tremendo festín se está dando la política tradicional con el error no forzado de la Lista del Pueblo. Es impresionante y, al mismo tiempo hipócrita, la actitud de sorna con que personeros de derecha e izquierda han criticado la manera violenta de desaprovechar una oportunidad para incrementar el capital político de la marca que lograron instalar desde Plaza Dignidad a partir del Estallido.
Una cuestión que es importante dejar por escrito, aunque no ante notario, es que la política chilena está llena de juegos personalistas y trampas que, desde los colectivos universitarios y hasta los partidos tradicionales. opera de la misma forma. Tal vez el único mérito de esta pasada vergonzosa sea la brutal honestidad en que se sacaron los trapos al sol, tanto para justificar la candidatura de Ancalao, como para defenestrarla. De bando a bando pudieron observar esos micropoderes que hacen la política; los partidos también lo hacen, pero en su "profesionalismo" nunca lo confiesan. La Lista del Pueblo fue, por lo menos, transparente en sus miserias, mientras los partidos profesionales siguen siendo opacos. Así es que a criticar menos, porque no lo les queda.
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Otro asunto que queda evidenciado es la atolondrada decisión de llevar candidatos como sea, para qué insistir en estar en un régimen político que vive sus últimos estertores, por qué no concentrarse en impulsar un proyecto político desde la fuerza de sus constituyentes que, por lo demás, bastante politización necesitan, y que, a partir del trabajo territorial y de los aprendizajes de la Convención, podrían aportar tanto para articular un proyecto político para un nuevo Chile.
La situación de la Lista del Pueblo ha intentado ser utilizada por los partidos del orden y los medios de comunicación oficiales para amansar a todos los sectores populares que han osado levantar su voz desde la autonomía de sus experiencias políticas y sociales, es realmente irritante ver a los analistas y periodistas de diversa laya opinar, recomendar, castigar y pontificar acerca de los errores de estos grupos y sus candidaturas fallidas, sin embargo, son esos mismos los que desconocen la necesidad de contar con el pueblo organizado si es que la intención es dotarse de un nuevo régimen político, muy distinto a éste que, a veces, quisiera negarse a morir. Pues bien, sólo avisarles que hay más pueblo fuera de la Lista, miles de organizaciones de diverso tipo siguen trabajando y surgen otras nuevas, pero claro, si eso no cuenta votos para qué analizarlo.
Una semana delirante, pero que nos acerca al verdadero rostro de quiénes somos tras la Revuelta y cómo debemos continuar construyendo alternativas populares. Aun no nos acercamos ni un ápice al nuevo país que se viene y, en ese sentido, a poner mucho ojo en la Convención Constitucional, a las traiciones que ahí se fraguan y cómo recuperar ese espacio para la lucha popular, ése que había que rodear, ¿se acuerdan? Tranquilos, tranquilas, para eso no se necesitan firmas ante notario.