El viernes recién pasado -tras el resultado y mandato del referéndum del 1 de octubre - el parlamento catalán declaró la independencia respecto del Reino de España. La decisión es un anhelo largamente aguardado por el pueblo de Cataluña, el de formar una república soberana, separada de aquella monarquía añeja. También de tiempo atrás vienen los afanes imperiales por impedir tal libertad. Mientras en Europa, desde hace meses, algunos países temerosos de las repercusiones que el desprendimiento catalán les pudiera provocar, han desatado una serie de acciones diplomáticas llevadas a cabo, con sigilo diplomático, para proteger sus capitales e inversiones en las provincias catalanas de una supuesta debacle económica que causaría la independencia. Ahora, al producirse la declaración del parlamento, han salido a apoyar a España, su unidad territorial y la legalidad vigente, pero de la misma forma solicitan dialogo a las partes y preconizan evitar la utilización de la violencia. Es decir, los países europeos toman recaudos en ambos sentidos, según el decurso que tomen las cosas, buscan proteger sus propios intereses. El mensaje pacifista es en un claro mensaje al gobierno español que antes y durante el referéndum cometió la brutalidad de asaltar los recintos de votación, golpear a los votantes, con el resultado de centenares de heridos, registrados por los lentes de reporteros de todo el mundo el 1 de octubre pasado. Por otra parte, tratan de llamar a la calma a los catalanes para que no incendien la pradera innecesariamente. En definitiva, Europa llama a negociar, y para ello se basa en la paciencia de los catalanes y en el hecho de que el gobierno y el Estado español ya dio muestras de debilidad política cuando señaló al mundo que el referéndum no se realizaría y sin embargo se hizo, con miles de mesas instaladas y más de dos millones de catalanes avalando la independencia.
Por lo mismo es que gran parte de las cancillerías se ha mantenido cautas, en silencio o emitiendo declaraciones deslavadas que no las comprometen en ningún sentido, esperando el devenir de los acontecimientos. Es muy difícil que alguna independencia sea reconocida internacionalmente ni el día, ni la semana siguiente de producirse, a menos que sea producto de una aplastante victoria militar, y no es el caso de Cataluña y España. De hecho, la mayor parte de las declaraciones diplomáticas posteriores a la proclama del parlamento y de Puigdemont, llaman a: "insistir en el dialogo y la negociación". Sin embargo, el apoyo a la independencia de Cataluña cobra más adeptos en la opinión pública internacional, precisamente por los errores políticos del propio gobierno español. Editoriales de los principales diarios europeos y americanos han hecho el llamado a negociar, algo a lo que España se niega, intentando imponer una legalidad, carente de toda legitimidad social en Cataluña. En este sentido, hay que considerar que la virulenta discursiva y entender que las amenazas del gobierno del reino español más que dirigidas a los catalanes van orientadas a los españoles y pretenden ser un claro mensaje a los asturianos, los vascos, los gallegos, los valencianos, los andaluces, en fin, a todas las comunidades autonomistas o independentistas que conforman el reino o el Estado de España, para que no se les vaya a ocurrir repetir el camino catalán.
Esclavo por una parte, servil criado por la otra
El penoso nivel de nuestra política internacional, no es solamente en relación al escenario mundial, sino que también respecto al "vecindario", ha llegado a niveles mediocres, plenos de ineptitud, y fundados en criterios de relaciones de poder propias del Medioevo. Los sucesivos papelones de la cancillería chilena son realmente preocupantes, ya no son sólo «errores no forzados» como los cometidos en los litigios ante el Tribunal Internacional de La Haya en relación a los conflictos limítrofes con Perú, primero, y Bolivia, después. Ahora se cometen verdaderos autogoles y a pito de nada, como lo grafica el Tweet que el viernes 27 publicó el Canciller, Heraldo Muñoz, así como la declaración emitida inmediatamente posterior a la declaración del parlamento catalán por parte del Ministerio de Relaciones Exteriores.
El tweet del ministro posicionando a Chile contra la independencia de Cataluña el mismo día de producida, habla de la baja calidad de nuestra cancillería y de la mediocridad de su posición política. Su apelación al respecto de la constitución española, podría esperarse de un tuiteo de algún político español, pero jamás de un diplomático internacional. Para dar un ejemplo inverso, el tweet del Papa Francisco, quien ha intentado mediar secretamente en el conflicto, da cuenta de una cancillería con historia y tradición en política internacional: "Favorecer el diálogo es una responsabilidad fundamental de la política", que si se lee con atención es un apoyo implícito a Cataluña, ya que el gobierno Catalán ha solicitado de diversas formas la mediación internacional. Ha sido precisamente el gobierno español el que ha dinamitado toda posibilidad de negociación o diálogo; el último de estos intentos fue el ofrecido por el líder de la Autonomía Vasca, Urkullo, que llegó a un acuerdo respecto a que el gobierno catalán bajara la declaración de independencia y llamara a elecciones, a cambio de detener las medidas autoritarias del Articulo 155 de la constitución española. El jueves pasado, el presidente catalán Puigdemont anunció el llamado a elecciones, sin embargo el gobierno de Madrid no retiró la aplicación del referido artículo, sino que por el contrario, persistió en la amenaza de su aplicación. A ello, Cataluña respondió con su declaración de independencia.
Si uno pudiera creer que Heraldo Muñoz simplemente patinó, la declaración de la cancillería chilena vino a rematar la caída o el porrazo, afirmando que Chile no reconocerá "ningún acto o decisión independentista unilateral" sobre Cataluña. Como si existiera en algún lugar del mundo y de la historia las declaraciones bilaterales de independencia. Es más, el texto de esta declaración podría obedecer a cualquier antiguo imperio colonial en decadencia que pretende retener sus últimas posiciones de ultramar; pero lo curioso, por llamarlo de alguna manera, es que esto no lo dice Inglaterra, Francia, Holanda, Portugal, Turquía o Rusia… lo dice Chile…
Hay gobiernos que se han arriesgado apostando a favorecer la posición española, como Francia, pero recordemos que ellos también ocupan una parte de Cataluña, la zona del Rosellón. Además, el apoyo del gobierno de Macron ya sabemos no fue gratuito, le costó a España ceder frente a las demandas francesas por temas de transporte al interior de la Unión Europea, como informo el periódico francés Le Point.
Hoy la situación en Cataluña es compleja, el gobierno del reino ha decidido aplicar el famoso Artículo 155, destituyendo al gobierno, el parlamento, jefe de la policía y más de 140 altos cargos. Hasta el momento sólo uno de los 140, el jefe de la policía autonómica, ha aceptado su destitución. Pero estas medidas, lejos de ser sorpresivas o limitadoras, eran previsibles y es obvio que los catalanes las deben haber tenido en sus consideraciones y costos a asumir previo a la declaración. Así es, en rigor, no importa mucho que España ahora diga: "si te vas te echo"; los catalanes ya lo sabían y estaban idos. Comienza recién el desafío entre un gobierno central de Madrid que intentará imponerse sobre una mayoría de la población que los rechaza, cerca de 900 alcaldes de los 947 municipios reconocen al gobierno catalán y rechazan la intervención de Madrid. Hay que señalar que el Partido Popular gobierna en sólo un municipio de los 947 que existen en Cataluña (Potons, de 453 habitantes) en que su población es en su mayoría independentista.
Podrían venir tiempos de convulsión y dualidad, una España que intentará imponerse y que si pretende hacerlo deberá recurrir a la violencia y las detenciones masivas, y un gobierno catalán que deberá intentar establecer control sobre su territorio y sus instituciones. Esta será una pugna que recién comienza a desarrollarse a partir de hoy lunes, cada día que esa lucha persista será de un costo político enorme para el gobierno español, al cual se le podrían abrir otros flancos en otras regiones también catalanas como Valencia y Baleares o vascas como Navarra y Euskadi, de no resolver rápido y satisfactoriamente a sus intereses la situación.
El juego está lejos de estar controlado por Madrid como lo plantean los grandes medios al servicio del poder tanto en Chile como en América Latina. Habrían varios estados esperando el momento para reconocer a Cataluña, todo dependerá del devenir de los acontecimientos en las próximas semanas y principalmente de la voluntad y decisión de los catalanes; contra un pueblo decidido no hay cadenas que valgan.
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