1. Una estrategia electoral condenada al fracaso
La estrategia electoral del gobierno venezolano está condenada al fracaso porque se basa en dos grandes mentiras propagandísticas: la de la guerra económica del capital y la de la agresión bélica de Washington. Ambas estratagemas se erosionan vertiginosamente como indican todas las encuestas de opinión del país: demuestran que la mayoría de los ciudadanos ya no cree esas mentiras y que es prácticamente imposible, que la troika recupere su confianza antes de las elecciones.
2. La resolución de la UNASUR y la pantomima militar
Ninguna resolución diplomática de la UNASUR, ni ninguna repetición cabaretista de las bravuconadas de Saddam Hussein y Manuel Noriega y sus «Machos del Monte», pueden salvar a un gobierno, cuya distopía (proyecto apocalíptico) descansa sobre un proyecto electoral ilusorio y una total ignorancia aldeana de la geopolítica mundial. El esfuerzo de la UNASUR es loable, pero esencialmente inútil, porque se trata de una institución que no tiene peso en el orden mundial. Y el ejercicio de defensa militar —convertido en una pantomima al anunciar Maduro que él mismo conduciría el despliegue militar— es un gesto inútil, dado que la invasión gringa no se va a producir. ¿Por qué enviar la 4ta Flota, cuando el gobierno está colapsando bajo el peso de su propia política herostrática (megalománica) y cuando un par de revelaciones sobre su corrupción lo empujarán al abismo?
3. El papel de Washington
Tanto la Casa Blanca como el Palacio de Miraflores mienten sistemáticamente a sus ciudadanos sobre la situación en Venezuela. Decir que Venezuela es una amenaza para Estados Unidos es tan delirante como decir que Lichtenstein es una amenaza para China.
Igualmente delirante es la insistencia pública de Maduro de que Obama es una pobre víctima de las mentiras de su entorno sobre Venezuela. Solicitar en Nicaragua que se envíen millones de cartas a Obama para que entienda, es humillante y vergonzoso.
Y extenderle la mano para «avanzar en respeto mutuo» es como extenderle la mano a la víbora que te va a morder. Maduro se niega ciegamente a aceptar que Obama ha hecho un swap electoral (canje) con los neofascistas de su clase dominante («neoconservadores»), cuyo premio es la misma cabeza de Maduro. Obama entrega a los neofascistas Venezuela y los neofascistas le dan mano libre con Cuba. Con el futuro arreglo con las FARC y con Cuba, y la suicida política de auto-aislamiento de Maduro, el Uncle Tom Obama se perfila como el Uncle Sam que reinstala plenamente la Doctrina Monroe en el patio trasero, tras el episodio desarrollista del Siglo XXI. Y de paso crea el trampolín para el triunfo electoral de los Demócratas en 2016.
4. Venezuela: peón en la geopolítica mundial
Más allá de la visión aldeana de Maduro, Cabello y Arreaza, los grandes acontecimientos que suceden en América Latina son corolarios o resultados directos de la ofensiva general estadounidense contra Rusia y China. Superada la crisis capitalista y recuperada la autoconfianza política, Washington ha decidido recuperar a nivel global el terreno perdido ante las dos potencias emergentes, durante la crisis capitalista global. La criminal agresión en Ucrania, la descarada subversión en Hong Kong y Xinjiang, la luna de miel con Narendra Modi (India), la insolente presión a Vietnam para negar a Rusia el uso de la base militar de Cam Ran y la tendencia general de neutralizar el creciente poder de China en América Latina, son parte de este roll back mundial imperialista (contraataque), que tiene dos objetivos globales:
1. Garantizar el papel dominante de Estados Unidos en la burguesía transatlántica (EU y EEUU),
2. Debilitar y desmembrar a Rusia y China. Esta es la dinámica mundial a que se enfrentan los gobiernos latinoamericanos. De ahí, lo quijotesco de que la troika pretenda enfrentar al Leviatan con las bravatas de la Madre de todas las Batallas de Saddam Hussein o con las declaraciones diplomáticas de la UNASUR.
5. El heraldo «salvador»
Lo único duradero en la historia es la verdad. De ahí, que el colapso de la estrategia electoral del gobierno venezolano –frente a una realidad que la desmiente cotidianamente– está en proceso. Y el imperialismo yanqui y europeo, fiel a su naturaleza carroñera, acompaña y acelera el desliz económico-social hacia el abismo con pérfidas e inteligentes medidas propagandísticas.
Mientras el tiempo se acaba para un recambio pacífico interno, operado por fuerzas realistas del oficialismo, la carta de apoyo de Fidel toca un aspecto tangencial del problema: la reactivación de la Doctrina Monroe. Pero, la condición para salvar a Venezuela, como Fidel sabe, es otra: un gobierno que deje su infantil creencia en la omnipotencia militar y las mentiras oficiales, y promueva un proyecto de salvación nacional que devuelva la esperanza al pueblo.
Lamentablemente, todo parece indicar que el férreo control del la cúpula «madurista» impedirá que esta alternativa gubernamental surja de las propias filas del «chavismo». Llama poderosamente la atención que el Papa Francisco, gran mediador de las negociaciones entre Cuba y Washington, reciba este miércoles en audiencia privada al gobernador del estado Lara, Henry Falcón.