La excepción chechena

La propia relación de Chechenia con la Federación Rusa se cimienta en una relación de vasallaje personal entre Ramzán Kadýrov y Vladímir Putin: "soy esclavo de Allah y soldado de Putin".

Por Antonio Airapétov

El cuerpo de un joven de 17 años yace en el suelo en la plaza del pueblo, delante de la sede del ayuntamiento coronado con imponentes retratos del presidente checheno Ramzán Kadýrov. Su nombre era Eskerján Jumáshev y fue abatido el 7 de abril por una patrulla policial a la que había intentado atacar con un cuchillo. El cadáver es expuesto al mismo tiempo a modo de ofrenda y escarmiento para la población local que es obligada a congregarse en la plaza. La Defensoría del Pueblo de la Federación Rusa califica el ritual de "salvaje" y "medieval" pero el Kremlin se limita a cuestionar las fuentes que divulgan las imágenes. Mientras, Kadýrov no se molesta en negar lo evidente y apuntala la medida ordenando públicamente la expulsión de Chechenia e incautación de los bienes de todos los familiares del supuesto terrorista hasta cuarto grado de parentesco. El padre del chico es secuestrado directamente en una calle de Moscú unos días más tarde. La responsabilidad familiar vuelve en su formato más arcaico precisamente a un país que en 1944 sufrió uno de los castigos colectivos más severos con la deportación de en torno a medio millón de chechenos con criterios étnicos.

Responsabilidades colectivas, derechos colectivos

Seda Suleymánova, nacida en la Chechenia independiente en 1997, se negó a contraer el matrimonio concertado al cumplir la mayoría de edad. A los 25 años huyó a San Petersburgo donde vivía con su pareja cuando, en agosto de 2023, fue detenida por la policía rusa y entregada a las fuerzas chechenas que, a su vez, la pusieron a disposición de sus familiares. Desde su secuestro su novio y sus amigas han tenido muy pocas pruebas de vida y temen que pudiera haber sido otra víctima. Los crímenes de honor han vuelto a Chechenia. Si en el caso de Eskerján la familia se hacía colectivamente responsable por su crimen, en el caso de Seda, la familia (representada por los varones, naturalmente) es titular de un derecho colectivo sobre uno de sus miembros. Los derechos y las obligaciones vuelven a ser colectivos en una Chechenia que retrocede a la Edad Media en pleno siglo XXI.

"Esclavo de Allah y soldado de Putin"

Este retroceso no nace "desde abajo", sino que caracteriza a las más altas instituciones de la república caucásica. La propia relación de Chechenia con la Federación Rusa se cimienta en una relación de vasallaje personal entre Ramzán Kadýrov y Vladímir Putin: "soy esclavo de Allah y soldado de Putin". La república está inundada de paneles publicitarios que representan a los dos líderes y amplias avenidas llevan su nombre, inclusive en la capital Grózny. El culto oficial que se practica a ambos no tiene nada que envidiar a los mejores años de Iósif Stalin.

Y como en toda buena estructura feudal, mientras cumpla el ritual de lealtad debida al monarca, el vasallo es señor absoluto de su feudo. Critica sin la menor consecuencia a otros líderes regionales y ministros rusos, amenaza a diputados y oligarcas, anuncia los planes para la creación de un ejército checheno: «Últimamente he estado pensando en crear un buen ejército que pueda desplazarse a diferentes países.» En este contexto se entienden mejor los casos de Suleymánova, Jumáshev y tantos otros: las autoridades chechenas no responden ante nadie y el ya bastante relativo Estado de derecho que existe en Rusia no se extiende a su territorio. El discurso oficial ruso mantiene la ficción jurídica de que Chechenia no es sino uno más de los entes de la Federación, pero nadie ignora que se trata de una flagrante excepción. Los territorios ocupados de Ucrania van por el mismo camino, dicho sea de paso.

Del nacionalismo laico al salafismo

Todo tiene un recorrido. A principios de los 90 el independentismo checheno no es fundamentalmente islamista. Su líder, Dzhojar Dudáyev, es un antiguo general soviético y nacionalista checheno laico. Bajo su dirección Chechenia proclama su independencia en 1992 con una constitución laica y sus apoyos internacionales son otros movimientos georgianos y azeríes que luchan por sacudirse los restos de la influencia de Moscú, aunque busca también apoyos en las monarquías del Golfo y en Turquía, e incluso en Marruecos.

La muerte de Dudáyev se produce en 1996, poco antes de la firma del tratado que pondría fin a la Primera Guerra Chechena y rubricaría la independencia "de facto" de la república caucásica. Las fuerzas independentistas salen victoriosas pero fuertemente fragmentadas. Cobran ascendiente los combatientes y predicadores salafistas que habían acudido a la guerra para apoyar la causa chechena. Distintas capitales árabes aliadas incondicionalmente con Washington en aquel momento, especialmente Riad, financian generosamente la penetración religiosa del salafismo.

El nuevo presidente, Aslán Masjádov, más partidario de la línea de Dudáyev que del salafismo, se ve, no obstante, obligado a ir a remolque de la penetración ideológica del islam político. La "sharía" (ley islámica) y los tribunales islámicos se extienden, aplican un código penal inspirado en el sudanés y castigos corporales. En 1998 Masjádov se enfrenta a los líderes chechenos que habían caído bajo la influencia de la secta salafista wahabita y pierde el control de una parte del territorio. Al año siguiente, intentando recuperar su influencia, anuncia una Constitución ajustada a la "sharía". En 1999 la Brigada Internacional Islámica de Mantenimiento de la Paz, vinculada a Al Qaeda, emprende una incursión en la vecina república de Daguestán con el fin de crear el Emirato Islámico del Cáucaso. Chechenia significativamente recibe el único reconocimiento internacional del que fugazmente disfrutaría: el del Afganistán controlado por el movimiento Talibán. La invasión de Daguestán es utilizada por Vladímir Putin (todavía presidente de gobierno, no jefe de Estado) para desencadenar la Segunda Guerra Chechena. Masjádov declara la "yihad" (guerra santa) a Rusia pero el territorio norcaucásico queda definitivamente sometido en 2001.

Del salafismo al sufismo

Un papel central en la victoria rusa corresponde a Ajmat Kadýrov (el padre del actual presidente). Ajmat venía siendo el "muftí" (líder espiritual) de la Chechenia independiente y le había declarado la "yihad" a los rusos en 1994. La penetración salafista había supuesto una gran amenaza para sus competencias como líder religioso. En 1999 se desvincula de un Masjádov arrastrado a la aventura salafista y se pasa al lado de los rusos.

Si el transfuguismo de Kadýrov es decisivo para la victoria de las tropas rusas, aún mayor es su papel en la consolidación del resultado de la guerra. A medida que las tropas rusas se van retirando, Ajmat y su hijo Ramzán (que dirige numerosas operaciones de castigo contra los irredentos) negocian con diferentes grupos y grupúsculos rebeldes su incorporación a sus fuerzas de seguridad. Hacia 2003 los ex guerrilleros que habían luchado contra Rusia ya constituyen el grueso de las milicias personales de Kadýrov.

Frente al salafismo, los Kadýrov representan la más tradicional para Chechenia corriente sufí del Islam, en un principio menos política y menos fundamentalista. No obstante, el país ha seguido sometido a preceptos religiosos en estas décadas: el código de vestimenta, el consumo del alcohol, la violencia doméstica... Imperan las modas de Dubái. Se acepta la regla básica de no enfrentarse a Moscú, pero en paralelo los Kadýrov siguen, al igual que sus predecesores independentistas, intentando granjearse el patronazgo de las monarquías del Golfo.

Maná financiero

Con Ramzán, que llega a la presidencia en 2007, Chechenia se estabiliza definitivamente. Una represión implacable y sostenida se combina con el maná financiero proveniente de Moscú. Según indicaba el propio Ramzán en 2022, la república norcaucásica ha venido recibiendo unos 4 mil millones de euros al año de Rusia. Grózny es un escaparate de modernidad, con rascacielos y lujo desorbitante al estilo de las capitales del Golfo. Aunque al mismo tiempo, el salario medio en Chechenia es de solo 300 euros y uno de cada 3 hogares se sitúa por debajo del umbral de la pobreza. El valor del patrimonio de los Kadýrov, imposible de conocer, naturalmente, con precisión, se estima en unos 1,6 mil millones de euros repartidos entre cuentas de empresas y testaferros vinculados al clan.

La saga continúa

Si empezábamos con el cadáver de un checheno de 17 años arrojado al suelo, terminaremos con otro checheno de 17 años que goza de excelente salud. Adam Kadýrov, el hijo mayor de Ramzán, se hizo famoso hace dos años cuando, con solo 15, se hizo grabar en los calabozos de Grózny propinando una paliza a Nikita Zhuravel, acusado de quemar un Corán. El vídeo se hizo viral, Ramzán mostró en público el orgullo por su hijo y lo nombró jefe de su servicio de seguridad personal. En los años siguientes Adam recibe numerosas condecoraciones, incluida la de Héroe de la República de Chechenia. En el último mes ha sido nombrado, además, coordinador de la administración regional del Ministerio de Interior y secretario del Consejo de Seguridad de Chechenia. Ramzán, que padece importantes problemas de salud, prepara precipitadamente un heredero. Adam es su claro favorito pero Moscú no parece contemplarlo entre los posibles candidatos a la sucesión.

También inquieta en el Kremlin la intensificación de los tratos de Ramzán con Qatar y otras monarquías del Golfo. Si bien sigue jurando en público lealtad a Vladímir Putin, sus actos denotan cada vez mayor desprecio a la ley rusa. Uno de los costes de la invasión de Ucrania para Rusia ha sido la pérdida de control en otros espacios: lo hemos visto en Asia Central, en Siria, en Nagorno Karabaj, en Transnistria, y también en el Cáucaso Norte. La recuperación de Chechenia tuvo una relevancia simbólica inestimable en el ascenso de Putin en 2000. Se entiende así que cualquier grieta en la relación entre Grózny y Moscú tendrá efectos inmediatos para todo el sistema político ruso.

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