Por Nicolás Plaza
Bastante revuelo ha causado entre la comunidad de chilenos la visita a Londres del Buque Escuela Esmeralda, en un nuevo periplo que realiza junto a los distintos Guadiamarinas, Marineros, Cadetes y Grumetes que toman curso cada año en los cruceros de instrucción.
Esta embarcación remonta sus orígenes al año 1946 cuando el Gobierno Español decide construir un nuevo buque en reemplazo del Galaeta, el segundo Buque Escuela de la Armada Española. Luego de la destrucción de las dependencias de los artilleros que fabricaban el nuevo buque, España decide entregarle a Chile como parte de pago de las deudas contraídas en la Guerra Civil Española, al famoso Buque Escuela Esmeralda. Su nombre lo obtiene a partir del homenaje que se le hace al navío español, fragata Esmeralda, como también a la corbeta al mando del Comandante Arturo Prat Chacón en el Combate Naval de Iquique.
Pero la conmoción causada por la llegada de esta nave va más allá de sus millas navegadas o los premios obtenidos dado su velocidad y tamaño, sino por su vinculación con la historia más reciente de Chile. Y es que luego del Golpe de Estado de 1973, La Esmeralda fue ocupada como centro de detención y tortura en el Puerto de Valparaíso, tal como lo ha acreditado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, Amnistía Internacional, el Senado Norteamericano y el Informe de la Comisión Nacional (Chilena) de Verdad y Reconciliación.
Quizá el caso más emblemático del periodo de torturas en La Esmeralda es el del sacerdote chileno-británico, Miguel R. Woodward, quien falleció producto de las vejaciones y maltratos cuando fue trasladado desde el Buque Lebu a La Esmeralda, hechos confirmados recientemente en el año 2013 por la jueza María Elena Quezada.
Esta parte de la historia pareciera haberse borrado de las páginas institucionales de La Esmeralda y de la Armada de Chile, como preferiendo olvidar este episodio oscuro del Buque, omitiendo también toda mención pública y oficial a las torturas durante la dictadura. Si existiera este tipo de declaraciones públicas por parte de las instituciones ayudarían indudablemente a la reconciliación nacional y potencian nuestra identidad sin dejar de lado ningún episodio de nuestra historia.
Llama la atención que ni en su sitio web oficial, ni en el del de la Armada exista una sola mención a los hechos que fueron protagonizados en esta embarcación. Pero es aún más llamativo el nulo gesto durante el arribo del Buque a las víctimas de las torturas, o incluso al propio británico Woodward, muerto por estas causas.
Dicha omisión se condice con las versiones oficiales de los estamentos de Gobierno, como el Museo de la Memoria, que describe en uno de sus archivos la participación de La Esmeralda como centro de detención, y el Instituto de los Derechos Humanos en su Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación.
Sin duda esta dualidad de discursos hace reflexionar sobre qué tanto hemos avanzado en material de Derechos Humanos en nuestro país y qué tan cierto es el "para que nunca más en Chile".
Las protestas y funas no cesarán en los puertos que La Esmeralda vaya dejando rastro, a pesar de no ser publicadas en las páginas oficiales. Por lo pronto solo nos queda guardar un minuto de silencio por las víctimas y sus familias mientras a la Armada se le pasa esta continua amnesia que la hace olvidar.
Fuente: http://comunidadchile.co.uk/la-extrana-amnesia-que-afecta-al-buque-escuela-esmeralda/
Foto: Jessica Carolina Garrido