Durante la dictadura militar fue restringida la libertad editorial y de prensa. Pero, poco a poco un grupo de poetas fue rompiendo la censura a través de la edición de revistas, libros y otras publicaciones. En el Gran Concepción fue fundamental la labor del poeta Marcos Cabal, quien desafió las restricciones del régimen de Pinochet.
Nicolás Salazar
Tuve la oportunidad y el privilegio de entrevistar a Marcos Cabal en su casa de Barrio Norte en Concepción, en el marco de una investigación sobre la poesía y el movimiento cultural durante la dictadura en el Biobío. Esto fue en el año 2014. Un encuentro afortunado, ya que pocos años después fallecería por sus complicaciones de salud que hace tiempo lo venían persiguiendo. Cabal fue el creador y difusor de la Editorial Letra Nueva, un referente de la literatura en la época de dictadura en nuestra zona.
Para hablar de la Editorial Letra Nueva es indispensable conocer la historia de su principal gestor: El poeta Nibaldo Sepúlveda, el cual adquirió el seudónimo de Marcos Cabal, nombre que utilizaremos para referirnos a él.
Marcos es una figura exótica dentro del panorama poético penquista, principalmente debido a su condición de ex-marino, la cual no suele encontrarse en los personajes ligados a las letras en esta época, y menos en aquellos que tuvieron una actividad tan agitada dentro del circuito literario de la región, como la tuvo Cabal.
El mismo Cabal me contó que debido a sus vínculos con algunas células políticas al interior de la armada, las cuales tenían vinculación con el MIR, rápidamente se vio dado de baja de la institución luego del Golpe, de hecho, fue torturado cuando aún no se efectuaba.
Los estudios universitarios que cursaba, también fueron suspendidos por motivos políticos. Su contrariedad al régimen se puede apreciar en su conformación como figura pública del ámbito literario penquista en los años 80 al instaurarse con una de las editoriales más prolíficas de la época, una actividad que pareciera no guardar ninguna relación con muchos de sus ex-compañeros de la marina.
Antes de la conformación de la editorial Letra Nueva en el año 1983, Cabal tuvo otras actividades ligadas al mundo político y las artes. Estuvo ligado a la Vicaria de la Solidaridad, con la cual organizó diferentes actividades, como la visita de una importante figura sindical a la ciudad de Concepción: Clotario Blest.
En la parroquia universitaria de la Universidad de Concepción se conformó un grupo teatral del cual Cabal formó parte también, por otro lado, se formaron los talleres literarios Viruta y Pablo de Rokha. El primero tenía su punto de reunión en la sede del sindicato de Carpinteros y Ebanistas, ubicada en calle Aníbal Pinto #1784 de la ciudad de Concepción, y el segundo, un poco posterior, tuvo su punto de reunión en la facultad de ingeniería de la Universidad de Concepción. También, por esos años (fines de los 70), Cabal fue parte de la creación de una revista titulada Taller, pero que no tuvo una existencia muy larga, según me relató.
De esta manera se conforman los primeros pasos de Cabal en el campo de las Artes y las Letras en Concepción, las cuales son el precedente para la creación de su proyecto más trascendente: Letra Nueva. La editorial fue un proyecto surgido en 1983, en donde se buscaba editar a diferentes poetas de la región y sus alrededores, los cuales, en aquellos años, tenían mínimas posibilidades de publicación.
Las ediciones de Letra Nueva eran modestas, libros delgados y alargados, totalmente artesanales, los cuales podrían llamarse, sin pretensiones de menosprecio, librillos. Sin embargo, a pesar de su contextura delgada, los libros no dejan de tener un aspecto elegante, sin duda un buen trabajo editorial a pesar de las condiciones de precariedad en las que se producían. Toda la faena productiva era llevada por Cabal: recolección de textos, edición de los mismos, impresión de las páginas y elaboración de los librillos. A veces recibía ayuda de ciertos amigos, pero la editorial era obra principalmente de Marcos. Sin embargo, existió una persona importante en esta iniciativa, la cual permitió el avance de la misma, principalmente por su acceso a recursos económicos.
Un amigo de Cabal, de apellido Manhen, perteneciente a una de las "familias rancias de Concepción", según recuerda el propio Cabal. Este personaje, que había sido exiliado, regresó del extranjero en los años 80, como me contó el propio Cabal: «Se volvió pa´ acá, se volvió porque la "poli" nunca lo tachó, porque era de los ricos, entonces los ricos pasan no más. Yo estaba sacando algunas publicaciones menores, el me dijo: ¿por qué no hacemos una cosa más grande? Yo me puedo contactar con personas de Francia y un montón de lados. Entonces yo ya me había diseñado 2 cosas: una que eran unas publicaciones mínimas, que tengo por ahí la fuente, y la otra eran los cuadernos de movilización literaria. Con él hicimos una sociedad de palabra«.
Cabal, ahora con el apoyo económico producto de los contactos de Manhen, pudo darle mayores bríos a su proyecto editorial. La principal colección de la editorial que surge en 1983 y sigue su producción hasta 1995 fue la llamada «Cuadernos de Movilización Literaria». Sin duda un título con un nombre un tanto confrontacional, no es menor la utilización de la palabra Movilización, la cual denota un sentido político fuerte en aquellos años de dictadura. Tampoco es casualidad el nombre desde una persona como Cabal, la cual también se dedicaba, por aquellos años, a realizar otros trabajos editoriales relacionados con el mundo político de la época.
Las condiciones de represión y la búsqueda constante de los militares por los lugares en donde se producía el material de la resistencia política hacían peligrosa la labor de Cabal. Sin embargo, él contaba con una máquina impresora Offset, la cual era de sobre-mesa y lo suficientemente pequeña para transportarla o esconderla. «Por lo tanto, me permitía que si algún vecino me echaba al agua sacar la máquina en el portamaletas (del auto) e ir a otro lado a armarla po´. Así salíamos… hay un libro sobre Miguel Enríquez, ese, cuando la CNI se dio cuenta de que había un texto de Miguel Henríquez fue a Chiguayante, porque allá en Chiguayante tenía un amigo que era Offsista, sabia trabajar con la maquina".
Cabal me contó que a medida que sacaban títulos de diversos poetas o narradores fueron ocupando las dependencias de diversos "colegios de curas", los cuales servían para hacer las presentaciones de las publicaciones. Los actos consistían en actividades públicas, en donde se presentaban obras de teatro o shows musicales que amenizaban el ambiente. Cabal recuerda que las condiciones para realizar estas actividades estaban sujetas, muchas veces, a la autoridad militar, a la cual había que pedirle permiso para conseguir una autorización.
Según Cabal, las publicaciones de la editorial no eran constantes y dependían de los dineros que conseguían con Manhen, los cuales no eran contínuos ni abultados. Sin embargo, a medida que la editorial se conocía, fueron generando redes de colaboración y distribución, en donde diversas personas aportaban con dineros a cambio de recibir constantemente los títulos de la editorial, eran algo así como socios. Así se aminoraban los problemas económicos que sufría el proyecto y se podían seguir produciendo libros, siempre, como nos dice nuestro entrevistado, "metidos en la cabeza de que ese no era el último, sino que había otro, y otro más, y otro más. Imagínate que sacamos setenta y tantos".
Al preguntarle por el modo de circulación de las obras nos comenta que eran todos distribuidos "mano a mano". O sea, que se distribuían informalmente a través de circuitos que eran generados por prácticas asociativas, más que por flujos comerciales. En cuanto a la cantidad por edición, nos comentó que sacaban, por lo menos 100 libros por edición.
La publicación más recordada y duradera fue la llamada «Cuadernos de Movilización Literaria», la cual llegó a tener diversas secciones clasificadas y divididas según colores, «Cada uno con sus colores: Poesía era negro; café era narrativa; crítica amarilla y había otro color más, que era azul, ese era de algún poeta en especial del que nosotros quisiéramos hablar de su obra». Estos libros fueron editados desde el año 1983 hasta el término de la dictadura, una labor que fue llevada casi exclusivamente por Cabal. Es importante destacar que Marcos Cabal también fue activo participante del Taller Literario de Trabajadores Mano de Obra, el taller literario obrero del Gran Concepción durante dictadura.
Sin duda una labor ardua y peligrosa, muy importante en la lucha contra la censura fue la que libró Marcos Cabal. Una lucha que comparte con otros poetas como Omar Lara y otros editores que batallaron por un desarrollo editorial en el Biobío en plena dictadura.
Sírvase de ejercicio de homenaje y memoria este artículo para recordar a uno de los pioneros del desarrollo editorial independiente en el Gran Concepción. Quien, pese a la dictadura, la censura y la represión pudo llevar a cabo la creación y distribución de libros de poesía y literatura en nuestra región del Biobío.