Fuertemente armada, con un contingente de extremistas, invadió las bases militares mejor defendidas del régimen de Al Assad. Al mismo tiempo provee fuerzas de choque en Faluja y Ramadi, dos zonas iraquíes convulsionadas.
En esta época, el año pasado, el nombre Isis era más conocido como el de la diosa de fertilidad egipcia que por el de un grupo de jihadistas comprometidos con la violencia extrema, instalando el temor incluso para los parámetros sangrientos de la salvaje guerra civil de Siria. Esta extensión de Al Qaida emergió como la más poderosa y efectiva entre los rebeldes que luchan contra el régimen de Bashar al Assad. Fuertemente armada, con un contingente de jihadistas considerable, ha invadido las bases militares mejor defendidas del régimen. Y al mismo tiempo mató o expulsó mucho de lo que quedaba de la oposición moderada siria.
Isis ahora también provee tropas de choque de un Al Qaida resurgente en Irak, liderando la ofensiva en la provincia de Al Anbar y capturando grandes zonas de Faluja y Ramadi, lugares que fueron sinónimos de la insurgencia contra las fuerzas de Estados Unidos durante la ocupación. Tanta es la preocupación por esto que Estados Unidos mandó inmediatamente misiles Hellfire y aviones no tripulados, y el primer ministro afgano Nouri al Maliki pidió más. En el norte de Siria, desde el otoño pasado asombra el dominio de Isis. Suplantó a Habhat al Nusra como el grupo salafista líder, capturando ciudades, imponiendo la forma más extrema de la sharia (ley islámica), comandando la distribución de ayuda y usando alimentos para esparcir su influencia.
En aquel momento, sin embargo, estaba en retirada temporaria. El régimen sirio había cruzado la "línea roja" de Barack Obama al usar armas químicas en Ghouta: los ataques aéreos eran inminentes e Isis estaba convencido de que Estados Unidos iba a aprovechar también la oportunidad para dar un golpe con Tomahawks a sus combatientes. Se vio cómo movía a sus hombres, armas y rehenes lejos de sus bases, en algunos casos hasta Irak. La acción militar estadounidenses, por supuesto, no tuvo lugar. Se vio cómo regresaban los mismos convoyes y con el tiempo se expandió el feudo de Isis en Siria, básicamente a expensas de otros rebeldes, khatibas o brigadas, más que del régimen.
Pero, ¿es que ahora estamos en realidad viendo un error estratégico importante en Isis? ¿Se ha extralimitado? Ocupando ciudades, como lo está haciendo en Al Anbar, puede tener un valor simbólico y generar publicidad, pero está provocando y continuará provocando muchas muertes, especialmente en un conflicto donde las fuerzas del Estado están preparadas para aceptar un alto nivel de muertes civiles colaterales al llevar a cabo ataques aéreos y terrestres. Isis se ha visto obligada a reforzar a sus combatientes con aquéllos en Siria. Pero ahí, por primera vez desde que comenzó el grupo, ha sido atacado por los rebeldes que había marginado anteriormente.
Los primeros informes podían ser tomados con cierto escepticismo: estos grupos habían sido prolíficos con las palabras, aunque débiles en la acción militar en el pasado. Pero los combatientes con los que he hablado, más creíbles que estos khatibas, insisten en que están luchando por Isis y continuarán haciéndolo. Esto se debe a una exposición sin precedentes de debilidad por Isis mismo. Se ha quejado de traición de compañeros combatientes en la Jihad, de haber sido apuñalado por la espalda, sus miembros asesinados, tomados prisioneros. Si esto continúa, llegó la advertencia, dejará a Alepo a merced de que el régimen sirio retome la mitad de la ciudad actualmente fuera de su control.
Al menos en una media docena de lugares, Isis cayó bajo el fuego. El Consejo de Oposición Sirio, un grupo rejuntado de aquellos que desde el principio se oponen al presidente Al Assad, se envalentonó lo suficiente para declarar que el Ejército Sirio Libre, su brazo armado, continuará su campaña contra "Al Qaida, que es una amenaza para el pueblo sirio y la humanidad en su conjunto". Una campaña sostenida a ambos lados de la frontera debilitará sin duda a Isis y a Al Qaida.
En Irak, los estadounidenses necesitan usar su nueva influencia con Al Maliki y su gobierno chiíta para abordar el resentimiento justificado de las comunidades sunnitas por sus políticas que los extremistas islamistas han explotado. Las milicias tribales tendrán que ser reactivadas y pagadas, lo que Bagdad dejó de hacer. En Siria hay dudas sobre cuánto tiempo los otros rebeldes podrán mantener la presión sobre Isis. La segunda brigada más poderosa islamista, el Frente al Nusra, permaneció hasta ahora neutral en esta batalla. Será de vital importancia ver para qué lado se inclina. Tiene una proporción mayor de sirios en sus filas que Isis, hombres jóvenes que pueden ser asimilados a la sociedad, siempre y cuando esta locura termine.
De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
Tomado de http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-237168-2014-01-07.html