Por Facundo Valderrama
El asesinato del cabo segundo de Carabineros, David Florido Cisternas, el pasado viernes por un arma de fuego en una barbería de la comuna de Pedro Aguirre Cerda en la Región Metropolitana, se ha tomado la agenda de buena parte de los medios de comunicación. El lamentable homicidio de un joven funcionario, además de querer ser utilizado indolentemente por la derecha para sus intereses políticos, se convirtió inmediatamente en un show televisivo: Matinales en cadena nacional para una cobertura lacrimógena y sensacionalista de un hecho sin dudas terrible.
No obstante -y si bien la falta de análisis crítico caracteriza al periodismo nacional y particularmente en la televisión- ninguno de estos programas se ha preguntado por elementos sustanciales y se ha dedicado a «condenar» (vaya a saber uno qué significa eso) la delincuencia con frases hechas y obvias.
En ningún medio se ha planteado cuestionar la ejecución del procedimiento policial que terminó de una forma tan lamentable: un llamado al 133 advierte que hay un grupo armado y la policía uniformada decidió enviar sólo a dos cabos en una patrulla a arriesgar sus vidas. La muerte del cabo David Florido también es culpa de Carabineros de Chile y de su actuar negligente al exponer a dos de sus hombres a una situación tan peligrosa con un procedimiento tomado a la ligera, el mismo que realizan por un llamado por ruidos molestos en la madrugada.
Además, informaciones preliminares (aún por confirmar) apuntaron desde un inicio a que el arma homicida se trataba automática o semiautomática, por lo que toda la investigación debe centrarse en establecer cómo la consiguió, considerando las múltiples investigaciones que apuntan a tráfico de armas desde regimientos y comisarías, lo que haría doblemente trágico el saber que el cabo Florido pudiese haber muerto víctima de un arma de Carabineros en manos de delincuentes.
Pero también este crimen nos permite extender la reflexión aún más allá: ¿Por qué Carabineros reaccionó con tal liviandad ante una denuncia tan grave mientras en manifestaciones sociales se dejan caer con todo su aparato represivo? Este asesinato -e insistiré, lamentable- es un nuevo ejemplo que posibilita reflexionar sobre el rol de las policías en Chile y particularmente en el caso de Carabineros, cuya función apunta más al social y no combatir la delincuencia.
Así quedó demostrado durante la revelación del llamado «paco leaks» en octubre de 2019, en pleno Estallido Social, donde hackers hicieron públicos cientos de expedientes policiales que demostraron la cantidad de horas, funcionarios y recursos destinados al seguimiento de dirigentes ambientales, estudiantiles, incluso de agrupaciones de personas enfermas de cáncer, tiempo que bien podría ocuparse en el combate del crimen organizado o el narcotráfico. La institución deriva gran cantidad de recursos e insumos no en la prevención del delito, sino en ser una policía política.
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Lamentablemente, estos datos nos demuestran que no es prioridad de Carabineros de Chile el combate a la delincuencia, por la decidía en con que enviaron a David Florido a exponer su vida.
Un asesinato que además los medios hegemónicos han aprovechado para intentar hacer un lavado de imagen a Carabineros, institución cuestionadísima por su rol en las masivas y sistemáticas violaciones a los derechos humanos durante el Estallido Social, debido a su formación con la pinochetista «doctrina de seguridad nacional» que identifica como enemigos a cualquier persona que se manifieste en las calles.
En esta misma línea, el general director de la institución, Ricardo Yáñez, en medio del velorio del cabo en su natal Quilpué y utilizando el dolor de una familia que lloraba a un ser querido, aprovechó de instalar la idea de aumento de penas a quienes agredan verbalmente a carabineros o quienes lancen piedras, pensando nuevamente en su principal objetivo: las manifestaciones sociales y no la delincuencia.
El principal responsable de un asesinato es quien mató o mandó a matar. Sin embargo, la policía uniformada presenta una estructura que permite que esto pase y seguirá pasando. Es una policía política e ideologizada cuyo interés primordial es perseguir a disidentes políticos, activistas, líderes sociales, de pueblos originarios o lo que sea. Incluso a quiénes los critican públicamente, a periodistas que destapan episodios de corrupción o a quién pueda estar detrás de esta columna de opinión. Por eso es que fallan una y otra vez en el control a delincuencia y son uno de los principales responsables en el aumento de ésta en el país durante los últimos años. Por eso que cometen errores tan graves en procedimientos, a veces exponiendo a la población civil o entregando material insuficiente y malo a las fiscalías (queja constante), no saben hacer bien su trabajo. Por eso es que la muerte del cabo Florido también es culpa de Carabineros de Chile.